Isabel Kindelmann un modelo para el combate espiritual

Isabel despliega ante nuestros ojos con esas pinceladas descriptivas el asedio diabólico que va sufriendo en ese camino de santificación que Dios le ha deparado. La misión que Dios le ha encomendado de ser la “primera» en recibir la gracia de la Llama de Amor exige de su parte una gran santidad. Así como el oro se purifica en el crisol y el diamante se perfecciona bajo el dolor de la sierra que lo talla, Isabel va ha ser santificada por el sufrimiento. Dios se va a servir del demonio para santificarla.

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¿Por qué debemos consagrar y entronizar a Jesucristo como Rey y Señor de los hogares?

En el Diario Espiritual de la Llama de Amor la Consagración de la familia al Corazón de Jesús y su entronización en el hogar, es la finalidad de la Llama de Amor: es decir el Santuario Familiar. Toda familia católica debería consagrarse a los Corazones de Jesús y de María y lógicamente entronizar sus imágenes en el centro de la casa. Como respuesta a este gesto tan importante el Señor concede gracias y bendiciones extraordinarias que ayudarán a la familia a sobrepasar todas las dificultades y conservar La Paz y la felicidad.

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En las tentaciones refúgiate bajo el manto de nuestra Madre.

Isabel habla de estar “sumergida” en la Llama de Amor. Es una expresión extraordinariamente bella que nos recuerda las palabras de San Luis María Grignion de Monfort en el tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen. Él habla de estar en el seno de María. En María, con Maria, Por María, Para María. El discípulo de Cristo es aquel que es formado a imagen de Jesús por María Santísima. Como una madre lleva durante nueve meses a su hijo en sus entrañas y día a día lo va formando, así la Virgen María nos lleva en su seno mientras dura nuestra existencia terrenal y nos configura a su Hijo Jesucristo para la vida eterna. El mensaje de la Llama de Amor y el de Grignion de Monfort coinciden en lo esencial.

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