EL RECHAZO AL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO (1)

Satanás y los suyos son por esencia mentirosos. Él es el padre de la mentira. El principal instrumento de Satanás para extraviar a los matrimonios es el engaño. La principal y más perniciosa  ilusión que crean los demonios en la mente de los bautizados es la de que no necesitan del SACRAMENTO DEL MATRIMONIO para fundar su familia. Así tenemos a infinidad de familias establecidas sobre las propias fuerzas humanas y no sobre la fuerza de la gracia de Dios que solamente puede dar el Sacramento. Es indispensable que los padres de familia tomen el Catecismo Católico y estudien lo que es el Sacramento del Matrimonio para que puedan comprender su absoluta necesidad.  Para los bautizados Jesús vivo se hace presente en la relación esponsal solamente en el sacramento. No es lo mismo el matrimonio en Cristo por el sacramento que la unión hombre-mujer sin Cristo. 

Una familia sin sacramento no es una familia cristiana. No está en los progenitores la gracia divina. Cuando dos bautizados se unen en matrimonio fuera de la gracia proclaman que no tienen Fe  y que renuncian a ser testigos y profetas de Jesucristo ante el mundo. Esto es sumamente grave porque abre la puerta de la familia a la acción de los espíritus malignos desde el inicio. Se comienza el hogar en pecado mortal de fornicación y se opone al amor de los esposos la acción de los demonios de lujuria (Asmodeo, Lilith, Lujuria, Fornicación, Deseos impuros, Masturbación, Adulterio, Homosexualidad, Lesbianismo, Prostitución, Sodomía, Perversiones sexuales, Libertinaje, Obsesiones sexuales, diversas inclinaciones que arrastran la sexualidad hacia expresiones antinaturales, etc.). Cuando no se tiene la gracia de Dios es imposible vencer la acción de los demonios en todos los campos y especialmente en el de la relación hombre-mujer. De allí provienen cantidad de problemas familiares que no se pueden superar porque no se tiene el auxilio divino. Jesús nos dio el sacramento del matrimonio para convertir a los esposos en testigos suyos frente al mundo. 

Todo ser humano necesita de la gracia de Dios para realizar su salvación eterna y vencer la acción de los espíritus malignos especialmente en el campo de la sexualidad. Los hijos fuera del Sacramento están concebidos en pecado mortal y estarán ya desde el vientre materno más expuestos a las herencias ancestrales negativas.  La situación de pecado en que viven los padres creará un ambiente familiar “impío”. Donde hay una situación aceptada y permanente de pecado grave, como es el concubinato,  no hay amor a Dios. Por lo tanto será muy difícil que se establezca la oración en familia, la participación frecuente a la Eucaristía, el estudio personal y familiar de la Palabra de Dios, la participación en la vida parroquial. Será imposible acceder al sacramento de la reconciliación y por lo tanto no se podrá recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo. 

Una pareja sin el sacramento del matrimonio está imposibilitada para responder a la acción del Espíritu Santo y proyectará sobre sus hijos, a pesar de que éstos sean inocentes, la frialdad de los progenitores. Para el que tiene la Fe católica la acción de los espíritus malignos  en todos los campos de la personalidad humana es un hecho incontestable. La Escritura y la Tradición de la Iglesia lo afirma. Los que no tienen Fe reducen abusiva y dogmáticamente la acción de los espíritus malignos al rango de superstición. Esto pasa en las ciencias de la conducta humana: la Psicología,  la Psiquiatría, la Sexología, etc. En tanto que ciencias son “ateas”. El gran problema es que esta visión racionalista y materialista se ha impuesto de manera dogmática e intolerante en las universidades, en los medios de comunicación, en la cultura general. El ambiente está tan impregnado de estos errores que los mismos sacerdotes que estudian psicología en las universidades los proyectan sobre sus alumnos cuando enseñan en los Seminarios.  

Algunos nuevos sacerdotes cuando salen a ejercer su ministerio tienen una visión incoherente con la Fe cuando se trata de las afectaciones psíquicas de los fieles. Esta visión atea puede explicar en gran parte que sacerdotes y consagrados hayan caído en perversiones sexuales (homosexualidad, pedofilia, abusos en el campo de la sexualidad, etc.) porque al expulsar “científica” o “prácticamente” a los demonios del campo de la conducta humana no consideran esas perversiones como moralmente malas sino como “naturales”. En vez de utilizar los medios de psicoterapia que nos da el Evangelio (Vida sacramental, exorcismos, oraciones de liberación, ayuno, oración personal, penitencia, guarda de la Palabra de Dios, combate espiritual…) se utilizan únicamente las técnicas humanas. Se trata de técnicas positivas pero insuficientes para contrarrestar la acción diabólica. Los sacramentos y especialmente el del matrimonio bien vivido, son para las familias la garantía de éxito en la vida cristiana.

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