EL RECHAZO AL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO (2)

Actualmente hay un gran rechazo al sacramento del matrimonio, especialmente de parte de los jóvenes. No quieren casarse “por la Iglesia”. Tienen miedo a un posible divorcio y quedar ligados por un vínculo “religioso” a la persona con la que han fracasado la relación de convivencia. Su lógica es: probemos a vivir juntos, o casémonos por la ley civil y si nos va bien más tarde nos casaremos por la Iglesia.  La realidad es que hay tal cantidad de fracasos matrimoniales entre las personas que han recibido el sacramento que el miedo a fracasar se ha convertido en una “pandemia” espiritual. La cantidad de recursos de declaración de “nulidad matrimonial” es realmente inmensa a lo largo y ancho de toda la Iglesia actual. Es un síntoma que manifiesta  una gravísima enfermedad. Nos encontramos ante algo anómalo que demuestra la fragilidad de la Fe de las familias católicas y en consecuencia de los jóvenes católicos. La ignorancia de la Palabra de Dios y de la verdadera doctrina acerca de los sacramentos dan por resultado una visión errónea del sentido del matrimonio sacramental.  

El mundo, el demonio y la carne, los tres enemigos de nuestra salvación han penetrado en el interior de las familias. No se transmite la Fe a los hijos. Quienes conforman la conciencia moral de los niños, adolescentes y jóvenes son los medios de comunicación social que tienen una visión completamente opuesta a lo que Dios nos ha revelado. Tristemente la vida de los “artistas” que coleccionan divorcios es presentada como  apetecible. La fidelidad matrimonial se considera imposible. El adulterio es promovido sistemáticamente como algo normal. La promiscuidad pre-matrimonial se ha convertido para los jóvenes varones y mujeres como algo positivo. El matrimonio es presentado como una carga insoportable que irremediablemente terminará en separación. Toda esa manera de considerar la unión del hombre y de la mujer no corresponde a lo que el Evangelio nos dice. 

El Diario Espiritual del Inmaculado Corazón de María enfrenta este problema desde la raíz e invita a todos los bautizados a asumirlo con gran seriedad.  De la familia constituida y establecida sobre la gracia de Dios depende en gran parte la salvación de las almas. Son los padres de familia los que deben ser para sus hijos testigos del sacramento del matrimonio vivido en plenitud. La Virgen nos habla de que la familia debe ser un Santuario en el que reine Jesucristo (DE 17-1-1964). La vida “fuera de Cristo” se rige por la esclavitud del hombre a las pasiones carnales. Satanás quiere reinar en las familias por medio del pecado. La raíz profunda de los fracasos matrimoniales y familiares es la situación de pecado en que viven los cónyuges. 

No basta casarse “por la Iglesia” para tener un matrimonio que tenga éxito. Es necesario vivir sistemáticamente el Evangelio y de manera particular el “combate espiritual” de que San Pablo nos habla en Efesios 5, 21-33; 6,1-19. El hombre y la mujer pueden vivir unidos físicamente hasta la muerte y haber fracasado rotundamente su matrimonio y su familia. Los esposos cristianos están llamados a ser testigos de la vida futura; a ser portadores luminosos de los valores del más allá. Esto es imposible sin la ayuda de Jesucristo. En el Diario Espiritual esta “diferente manera de vivir” se resume en la preciosa oración que Jesús da a Isabel: “Que nuestros pies vayan juntos, que nuestras manos recojan unidas, que nuestros corazones latan al unísono, que nuestro interior sienta lo mismo, que el pensamiento de nuestras mentes sea uno, que nuestros oídos escuchen juntos el silencio, que nuestras miradas se compenetren profundamente fundiéndose la una en la otra y que nuestros labios supliquen juntos al Eterno Padre para alcanzar misericordia para toda la humanidad”. Estas son las gracias que deben vivir los esposos y los hijos en la familia católica. 

Actualmente infinidad de familias viven “destrozadas” por Satanás (DE 18-10-1962) porque padres e hijos no toman los medios para vencer en el tremendo combate espiritual que los espíritus malignos llevan adelante contra cada hogar. La Llama de Amor es la solución que el Inmaculado Corazón de María da a los cónyuges. Es necesario estudiar y aplicar a la vida interior de la familia este mensaje. El matrimonio no es un lecho de rosas. Es el camino de santificación y salvación de la inmensa mayoría de los seres humanos y especialmente de los que creemos en Cristo. Si no conocemos la Palabra de Dios no podremos construir una familia santa. Desgraciadamente pocos matrimonios tienen el “hambre de la Palabra y de los Sacramentos”. Lógicamente los hijos mucho menos tendrán esa hambre devoradora si no ven a sus padres comerlos. El ejemplo de un matrimonio santa y felizmente vivido es la mejor garantía para que los hijos anhelen tenerlo  también .

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