CARTA No.153: ¿ Por qué la vida de Isabel Kindelmann está llena de tantos sufrimientos?

Maritza, de Nicaragua pregunta: ¿Por qué la vida de Isabel Kindelmann está llena de tantos sufrimientos? ¿Qué podemos aprender de ella las madres de familia?

Respuesta: Debemos tener en cuenta que Dios tiene para cada uno de sus hijos un plan de vida y un destino: la vida eterna. Podemos cometer el error de pensar que somos los únicos actores de nuestra historia personal. La realidad es que Dios, con su infinita sabiduría, y buscando nuestro mayor bien y felicidad, nos invita a aceptar ese plan que Él ha trazado con infinito amor para cada uno de sus hijos. Jesús dijo: Padre que no se haga mi voluntad sino la tuya. Es el Padre quien entregó a su Hijo y quiso que nos rescatase por los más atroces sufrimientos. El fruto de la obediencia de Cristo fue nuestra salvación, Él expió nuestros pecados. Por la aceptación de la voluntad de su Padre Cristo fue glorificado con la resurrección. Su Padre recibió la mayor gloria de parte de la humanidad. La muerte de Cristo estableció de nuevo la amistad entre Dios y los hombres. Damos gloria a Dios en la medida en que nos asemejamos a Jesucristo. Desde la redención efectuada en la cruz nuestros sufrimientos adquirieron un valor único: la posibilidad de dar gloria a Dios, la capacidad de expiar y reparar nuestros pecados y de obtener “gracias” para otras personas y para nuestra propia santificación. En la medida en que aceptamos la voluntad de Dios sobre nuestra vida personal y la vivimos en unión con Jesucristo, todos nuestros actos se transforman en motivo de gloria para el Padre celestial, y especialmente los sufrimientos. El dolor es algo que repugna a nuestra naturaleza. Nuestra inteligencia cataloga el sufrimiento como un mal en sí mismo y por lo tanto lo rechaza. Es algo absurdo que el dolor pueda tener algún valor.

San Pablo nos dice que la cruz de Cristo es un absurdo para los que se guían por su inteligencia natural y un escándalo para los judíos (1 Cor 1,18-2,5). Por esa razón solamente la fe católica puede darnos el verdadero sentido del dolor en nuestra existencia. Sin la fe en Jesucristo la vida se vuelve un absurdo total y ante los sufrimientos atroces no nos queda más que el suicidio o la eutanasia. ¿Por qué Isabel Kindelmann sufrió tanto? Porque Dios quiso que siendo ella el instrumento para darnos la gracia de la Llama de Amor, se asemejase lo más posible a su Hijo. También para dar a los padres de familia y de manera especial a las madres, un ejemplo de vida. Isabel fue una mujer común y corriente, sencilla, humilde, pobre, tremendamente probada por las condiciones de su vida y sobre todo por la acción diabólica. Examinando la historia de Isabel Kindelmann podemos aprender a luchar contra el Demonio. Ahora, cuando las familias cristianas, han perdido el sentido de su razón de ser, era necesario presentarles un modelo de vida. Para ser sal de la tierra y luz del mundo cada familia debe, llevando su cruz, asemejarse a Jesucristo. Sin el dolor unido al de Cristo, no hay salvación, no hay éxito. El sufrimiento pasó de ser un acontecimiento que destruye al hombre, a ser el instrumento por el cual Dios redime y salva a la humanidad pecadora. El enfermo, el pobre, el que sufre de cualquier modo se convierte en otro Cristo. Esto es imposible de comprender para el que vive según los criterios del “mundo-demonio-carne”. Por ese motivo el mundo rechaza a Jesucristo y a los cristianos.

Estamos tratando de comprender el efecto de la Llama de Amor sobre el mundo de las tinieblas. Para eso debemos estudiar la vida de Isabel Kindelmann, sobre todo cuando ella sufre los ataques demoníacos. Vemos a una madre de familia que es atacada despiadadamente por Satanás. Vemos cómo Jesús y la Virgen María intervienen dándole un instrumento que ciega al Demonio. Vemos cómo Isabel va aprendiendo a usar ese instrumento hasta que llega el momento en que el Demonio grita desesperado pidiendo auxilio (DE 1-2-1963) y queda totalmente derrotado. El combate se sitúa en el interior de Isabel, en sus facultades: la inteligencia (pensamientos), la voluntad (sentimientos), memoria (imaginación). El mismo combate que sostiene Isabel lo debemos sostener nosotros para impedir que el mundo de las tinieblas se adueñe de nuestra persona y de la de nuestros hijos y familiares. Las madres de familia deben comprender que ellas en el interior del hogar deben ser el instrumento más importante de Dios para la evangelización del esposo y de los hijos. Ellas deben ser testigos de Cristo. La educación cristiana de la mujer es el punto más urgente de la pastoral de toda la Iglesia. Una mujer convertida a Cristo se transforma en un apóstol gigantesco; una mujer pervertida y alejada de Jesucristo se convierte en otra Eva que conduce al hombre y a los hijos a la perdición. El Demonio se sirve de la mujer para llevar este mundo a la destrucción. ¿A quiénes vemos pidiendo el asesinato de los niños en el seno materno? A hordas de jóvenes mujeres enceguecidas espiritualmente y rezumando violencia satánica. La Llama de Amor transforma a las mujeres en verdaderas mujeres.

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