HAY DOS TIPOS DE CATÓLICOS

A)Católicos a su manera.
B) Católicos discípulos de Cristo.

El Diario Espiritual nos lleva a edificar la familia según Cristo. Si examinamos atentamente los escritos de Isabel Kindelmann descubrimos que el centro de su vida es Jesús. Todas las enseñanzas que recibe Isabel van orientadas a establecer en su alma y en su familia el reinado de Cristo. Estas enseñanzas son para todos los seres humanos sin excepción. 

Hay dos tipo de católicos: los católicos “a su manera” y los “católicos discípulos de Cristo”. Los primeros producen familias “católicas a su manera”, los segundos edifican “familias discípulas de Cristo”. Es una enorme diferencia. El “católico a su manera” pone como centro de su vida “su propio Yo y sus propios intereses”. Para el discípulo de Cristo el centro de su vida y de su familia es Jesús y los intereses de Jesús. El “católico a su manera” no tiene más objetivo que satisfacer su propia voluntad. Por lo tanto no admite someterse a un “Pastor”. No quiere guía, ni una regla de vida, ni objetivos independientes de su propio gusto. Depende de sí mismo, es dueño de su vida. El bien y el mal, el dinero y el tiempo, la política y su economía dependen de sus propios gustos e intereses, no de una regla moral. 

El católico “a su manera” va a misa cuando quiere, no necesita confesarse porque no se arrodilla ante ningún hombre, ni tampoco comulga porque no cree que Cristo esté presente en la Hostia. Tampoco “se casa por la Iglesia” porque quiere ser libre. La mujer “católica a su manera” usa anticonceptivos y se acuesta con quien quiere y cuando quiere; es “dueña de su cuerpo” y por lo tanto aborta cuando quiere; anda vestida como le place, enseñando su cuerpo porque es libre e independiente y odia ser “conservadora”. Pasa la vida en vanidades y telenovelas porque “es dueña de su tiempo”, no tiene que rendirle cuentas a nadie. Educa sus hijos “a su manera”. Cuando los católicos a su manera se “casan por la Iglesia” , lo hacen “a su manera” y lógicamente producen familias “a su manera”. Se juntan, se casan se separan, rehacen su vida “a su manera”. Se llaman católicos, pero son “católicos a su manera”. 

Los católicos según Cristo se esfuerzan en ser discípulos de Jesús; por lo tanto se someten a la disciplina y enseñanzas del Maestro. Renuncian a su propio Yo para poner a Jesucristo en el centro de su vida, se someten a Jesús y a sus representantes, y tienen un objetivo claro en su vida: lograr la Vida Eterna. Construyen su existencia sobre la Palabra de Dios y los Sacramentos; cuando deciden formar familia no se juntan en concubinato sino que consagran su hogar a Cristo por el sacramento del matrimonio. Se esfuerzan por edificar una familia en la que Jesucristo reine como dueño y Señor. No se consideran independientes sino “pertenecientes a Cristo” y sometidos amorosamente a Su Voluntad. Son libres pero con la libertad de Cristo. No se consideran “dueños de su cuerpo” ni ejercen su sexualidad “a su manera”, sino según Cristo. Aman y respetan a su cónyuge y a sus hijos porque saben que no les pertenecen, sino que son un don de Dios. No abortan porque saben que al final el Señor les pedirá cuentas de la vida de sus hijos. Para los “discípulos de Cristo” la Cruz de cada día aceptada con Fe y amor es el camino del Cielo y prenda de salvación. Se esfuerza intensamente por vivir las virtudes teologales: FE,ESPERANZA Y CARIDAD; tratan de crecer en todas las virtudes imitando a Cristo, son dóciles a los dones del Espíritu Santo y producen Sus doce frutos. Los católicos “discípulos de Cristo” caminan en su vida sobre los diez Mandamientos de la Ley de Dios viviendo intensamente las obras de misericordia. 

Esa es la gran diferencia entre el error y la verdad. Solamente existe un tipo de verdadero católico: el que imita a Jesucristo con sinceridad. No se puede ser “católico a su manera” porque son falsos cristianos y peor aún falsos católicos. El Evangelio dice: “No todo el que me diga: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” (Mt 7,21). 

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