SOBRE TODO, TOMEN EL ESCUDO DE LA FE
El escudo era pues un arma defensiva de primera importancia, indispensable en el combate. San Pablo en varios de sus pasajes nos incita a pelear el buen combate (1 Co. 9:25 y ss.; Fil. 1:30; 1 Ti. 1:18; 6:12; 2 Ti. 4:7) contra un enemigo que ya ha sido vencido por Cristo (Col. 2:15) en la Cruz, pero que todavía puede hacernos caer si nosotros no endosamos la armadura para defendernos de sus estratagemas.
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