SOBRE TODO, TOMEN EL ESCUDO DE LA FE

Con el que podrán apagar todos los dardos encendidos del maligno (Ef 6.16).

Los antiguos soldados, llevaban en la batalla grandes y sólidos escudos que los defendían de las flechas de los enemigos. Los dardos eran un arma mortal, efectivísima. Lanzados por millares, caían como una verdadera lluvia sobre el ejército enemigo. Algunos eran tan poderosos que podían atravesar las armaduras metálicas. Una táctica frecuentemente usada para incendiar las ciudades era la de enviar dardos encendidos sobre las casas. 

El escudo era pues un arma defensiva de primera importancia, indispensable en el combate. San Pablo en varios de sus pasajes nos incita a pelear el buen combate (1 Co. 9:25 y ss.; Fil. 1:30; 1 Ti. 1:18; 6:12; 2 Ti. 4:7) contra un enemigo que ya ha sido vencido por Cristo (Col. 2:15) en la Cruz, pero que todavía puede hacernos caer si nosotros no endosamos la armadura para defendernos de sus estratagemas. 

El Demonio no puede ganar la guerra porque está totalmente vencido por Jesucristo, pero sí puede matar o herir gravemente a aquellos soldados que no están plenamente unidos al Señor por una Fe viva que es la que nos asegura la victoria (1 Jn. 5:4). El escudo de la Fe detiene los dardos encendidos que el enemigo nos lanza para hacernos dudar en el seguimiento de Cristo. Isabel Kindelmann padeció ataques verdaderamente terribles contra la Fe.
En el Diario Espiritual nos relata varias veces el tormento de la dudas que la asaltaban respecto a la veracidad de la Llama de Amor. Su alma se encontraba en total oscuridad, la invadían angustias internas con tanto poder que “apenas le quedaban fuerzas para caminar”, sentía a su lado la presencia terrorífica de Satanás que la atacaba sin piedad creando inmensa confusión en su alma (DE 100-101). La contemplación de la pasión de Cristo por el Via Crucis fue el medio que el Señor le dio para recuperar la “tranquilidad mansa” que venía del Señor. La vocación principal de Isabel es la de “entregar la Llama de Amor”. Cuando el Demonio se da cuenta de la misión de la Sierva de Dios, reacciona con una violencia inaudita para impedir que Isabel comprenda el sentido de la gracia y para que no la entregue. 

Atacará de manera frontal su inteligencia sugiriéndole toda clase de argumentos en contra de la Llama de Amor, adulándola para que se vuelva a una vida mundana de vanidades y de orgullo, humillándola para destruir su entereza y seguridad en sí misma, golpeándola físicamente para llenarla de terror. Satanás empleará todos los medios a su alcance para apartarla de su camino. A tal punto llegará la presión del maligno sobre su mente que Isabel atravesará un período dolorosísimo de tremendas dudas y de confusión que la llevará a acusarse de mentirosa y de inventora ante su Director espiritual y varios sacerdotes. Intentará quemar el Diario Espiritual por considerarlo obra de su imaginación, pero Jesús interviene y lo impide paralizándola. Jesús le demuestra que es Él quien la ha inspirado y que lo que ha escrito viene de Él (DE 320-323). El Señor la consolará y animará haciéndola ver que por estos sufrimientos se había convertido en víctima ardiente de amor y que conduciría a muchas almas al conocimiento y amor de Dios (DE 285-291). Por la obediencia heroica a su Director espiritual vencerá Isabel estos ataques terribles del maligno. 

Hasta el momento de su muerte será víctima de períodos de grandes oscuridades y períodos de luz, tal como el Señor se lo había profetizado. El escudo de la fe ha salvado a Isabel de caer víctima de estas tremendas asechanzas del enemigo. La experiencia de la Sierva de Dios trae para nosotros muchas enseñanzas. En primer lugar que el Demonio hará todo lo posible para que la Llama de Amor no se extienda. En segundo lugar que todos aquellos que emprendan con empeño su propagación serán víctimas de los ataques del maligno quien de diversas maneras tratará de desanimarlos para que renuncien a la llamada que el Inmaculado Corazón de María les hace de transmitir su Llama. En tercer lugar que el Demonio buscará la manera de crear confusión en torno a esta Devoción-instrumento para que en las parroquias y en las Diócesis se dé la oposición de parte de los sacerdotes y fieles. No debemos extrañarnos pues de que cuando tomemos en serio la expansión de la Llama de Amor comiencen a aparecer obstáculos y variados ataques orientados a impedir la propagación de la Devoción. 

Jesús ya nos lo advirtió: es el camino de las humillaciones (DE 167-168). Particularmente da tristeza cuando los que se oponen son personas piadosas y hasta sacerdotes bien intencionados. Los propagadores de la Llama de Amor no deben desanimar- se porque esta oposición ya ha sido anunciada por Jesús y María. La contradicción y el sufrimiento es la marca de las obras de Dios. Isabel fue incomprendida (DE 178) de las personas que en la Iglesia la rodeaban. Sufrió muchos ataques y desprecios pero debido a su perseverante humildad y fe inquebrantable hoy tenemos la Llama de Amor ardiendo en muchos lugares del mundo. De nosotros depende que esta Llama no se apague y que se convierta en un grandioso incendio que ciegue a Satanás y haga caer en añicos el Reino del Demonio, tal como la Virgen María lo ha profetizado.

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