LAS FAMILIAS NECESITAN CONOCER LA LLAMA DE AMOR

Muchas personas están agobiadas en su vida personal y matrimonial por la acción diabólica y no encuentran una solución a tanto dolor y sufrimiento físico y espiritual. No hayan salida. Buscan desesperadamente ayuda y no encuentran respuesta. La realidad es que se han apartado del camino del Señor, o lo han seguido de manera irregular y han quedado heridos y encadenados por el Enemigo de nuestra salvación. También tristemente quienes en la Iglesia deberían aportar TODA LA AYUDA, solamente ofrecen UNA PARTE MUY IMPORTANTE de esa ayuda pero dejan de lado un aspecto absolutamente decisivo como es el de tomar las armas del combate espiritual contra la acción del “mundo de las tinieblas”. Si fuésemos siempre fieles a vivir intensamente la Palabra de Dios y los Sacramentos, y tuviésemos una vida de piedad cristiana fervorosa, la acción diabólica se reduciría prácticamente a la “tentación”. Debido a la tibieza de la Fe en que vive la inmensa mayoría de los bautizados Satanás ha tomado una fuerza increíble en estos últimos tiempos contra la Iglesia y no digamos contra el resto de los humanos. 

Los hogares que son el punto de partida de la Iglesia, la escuela en donde deben formarse el corazón y la mente de los discípulos de Cristo, están en bancarrota espiritual. La Familia Cristiana ha perdido su identidad y se ha vuelto prácticamente una familia en la que Jesucristo no es el Centro y el Señor. La lucha por la supervivencia de la Iglesia no está en el exterior sino en el interior de Ella y en su punto más importante: LA RESTAURACIÓN DEL SENTIDO CRISTIANO DE LA FAMILIA. 

Podemos equivocarnos de manera trágica al tomar los medios inapropiados para la renovación de la familia. Los medios “humanos” ofrecen soluciones que solas son insuficientes. El problema de la crisis familiar no es un problema simplemente psicosocial. Va mucho más allá. Es un problema ante todo de “guerra espiritual”. El mensaje de la LLAMA DE AMOR dice a la Iglesia que la crisis de la Familia es producto de una estrategia del designio Satánico; es el resultado de una planificación sistemática del mundo de las tinieblas para neutralizar al Cuerpo de Cristo y volverlo inoperante en su misión de salvación de las almas. Por ese motivo el combate por la familia se ganará como fruto de una GRACIA DE DIOS, de una intervención del Cielo en favor de la salvación de las almas. La Virgen explica en el Diario Espiritual que Satanás solamente será vencido por el EFECTO DE GRACIA DE LA LLAMA DE AMOR DE SU INMACULADO CORAZÓN. 

Es pues importantísimo que los esposos descubran ese misterioso EFECTO DE GRACIA que tiene un poder tan grande que CIEGA LOS OJOS DEL DEMONIO y deja en libertad a los hijos de Dios para que puedan vivir intensamente el designio divino sobre su salvación eterna. Es tan terrible el ataque demoníaco sobre el ser humano que su principal efecto es dejarlo ciego y sordo espiritualmente para que no pueda ver ni oír ni comprender el camino de la salvación de su alma. La Devoción a la Llama de Amor no es simplemente una devoción. Es un ESTILO DE VIDA: la del combatiente espiritual. El discípulo de Cristo es un GUERRERO QUE COMBATE CONSCIENTEMENTE por la salvación eterna de su alma contra un Enemigo implacable a quien si no se lo detiene con las armas apropiadas termina por esclavizarlo y destruir TODO. 

La Virgen nos da las armas apropiadas: EL EFECTO DE GRACIA DE SU LLAMA DE AMOR QUE VUELVE CIEGO A SATANÁS. Pero, como todo lo que vale la pena en la vida tiene un precio, esa gracia nos viene como resultado de una intensa súplica a la Virgen María: “derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad”. Cuando todos los cristianos entremos en este intenso combate el Reino de Satanás se derrumbará como un castillo de naipes. 

Esas son las palabras de la Virgen. Hay que multiplicar en las parroquias los retiros y encuentros con matrimonios y familias para que conozcan y estudien el mensaje de la Llama de Amor. Es necesario que se ore por la sanación y liberación de las ataduras espirituales que impiden a muchas familias realizarse como verdaderas familias cristianas.

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