REVESTIRSE CON LA CORAZA DE LA JUSTICIA (Efesios 6,14)
Sin Fe en Dios es imposible la salvación. La justificación exige de parte del pecador un proceso de conversión. Tomamos conciencia de lo que significa ser pecador, nos duele haber ofendido a Dios, nos arrepentimos, renunciamos conscientemente al pecado y nos adherimos a Jesucristo por el Bautismo, rechazando a Satanás. Se da una activa y permanente colaboración con la gracia de Dios para rechazar el pecado que ya no debe tener lugar en nuestra vida. Los sacramentos nos impulsan constantemente a llevar una vida separada del pecado. Aquí debemos hacer notar una diferencia muy importante entre la concepción tradicional de la Iglesia y la manera de ver errónea del protestantismo acerca de la justificación.
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