¿Por qué practicar la ORACION, el SACRIFICIO y la PENITENCIA? (VI)

La conversión de los Religiosos y Sacerdotes es de trascendental importancia para la Iglesia. Heriré al pastor y se dispersará el rebaño. Con pastores heridos el rebaño se pierde. El lobo penetra y mata las ovejas. La estrategia del enemigo para destruir a la Iglesia comienza por un despiadado ataque contra los Pastores a todos los niveles. La Madre de la Iglesia está muy consciente de la gravedad del momento que se avecina y manda sus profetas para que alerten al Pueblo de Dios. 

En la aparición y mensajes de Fátima la Virgen María revela su Inmaculado Corazón y pone en evidencia una verdad que se está opacando en la conciencia de teólogos y profesores de seminarios: la existencia del Demonio y del Infierno. Es desde los Seminarios y casas de formación en donde se puede infiltrar el error teológico y moral en las inteligencias de aquellos que más tarde estarán en puestos de responsabilidad. Fátima es como un faro de luz que se va a proyectar sobre la Iglesia para iluminar las inteligencias y los corazones. 

En muchas universidades teológicas el racionalismo está presente. Muchos de los allí formados se convierten en profesores de Seminarios, de donde salen los párrocos y los que más tarde serán obispos. Las herejías, en su mayoría, han salido no del pueblo, sino de los pastores. Una de las herejías más perniciosas en estos últimos tiempos ha sido la negación de la existencia del Demonio y del Infierno.
La Llama de Amor y la Rosa Mística son dos grandes profecías que Dios da a la Iglesia para estos  tiempos de gran combate espiritual. Ambas van a decir a los Consagrados que tienen la inmensa responsabilidad de ser luz para la Iglesia ante todo por una vida de gran santidad. Les recuerda que son depositarios de un carisma que no les pertenece. Que si han sido llamados por Dios al servicio de su Iglesia esta gracia no los exime del peligro de condenación eterna si son infieles a la vocación recibida. 

La visión del infierno dada a Pierina Gilli es la prolongación de la visión del infierno dada a los tres pastorcitos en Fátima, pero por así decirlo, “concentrada” o “especializada” en las almas de Religiosos y Sacerdotes y Obispos condenados a las penas eternas por infidelidad a sus deberes. Los ataques que recibe Isabel Kindelmann de parte de Satanás representa la mayor parte de la gama de ataques que el Demonio puede hacer a una persona.
La victoria de Isabel sobre cada uno de esos ataques insidiosos pone en evidencia el poder de la oración (la jaculatoria de la Llama de Amor) sobre la tentación diabólica. 

Al darnos la advocación de Rosa Mística como la devoción de los religiosos y sacerdotes, la Virgen da la solución al problema vocacional: ORACIÓN, SACRIFICIO, PENITENCIA. Tanto a Isabel como a Pierina se le pide mucha oración. Orar por los consagrados, por su protección y santificación. Los mismos consagrados deben orar intensamente por su propia vocación. 

La Palabra SACRIFICIO significa el ofrecimiento que se hace a Dios de algo que representa para nosotros una privación, un sufrimiento, un dolor. Es un ofrecimiento libre, al que no estamos obligados por nuestros deberes de estado, sino que es una iniciativa personal de pura generosidad. Se diferencia de la PENITENCIA porque ésta es la aceptación de los sufrimientos que Dios nos envía o permite o están unidos a las condiciones de nuestro estado de vida.
La penitencia de la que habla Rosa Mística es el cumplimiento de los deberes propios del cristiano. En primer lugar la Ley de Dios y de la Iglesia, en segundo lugar el cumplimiento de los deberes ordinarios de la vida sacerdotal, religiosa, matrimonial, o de la soltería. En tercer lugar el cumplimiento de los deberes y la aceptación de las fatigas del trabajo cotidiano. 

Los conceptos sacrificio y penitencia están íntimamente relacionados y se pueden confundir, pero la Virgen Rosa Mística considera como penitencia agradable a Dios el cumplimiento amoroso  de los deberes diarios de la vida. En el caso de Isabel, el Señor pide a todos los cristianos que hagamos penitencia. (Diario Espiritual p 204-205). Él se pone como el modelo perfecto del hombre penitente. “Sabes que si encuentro un solo justo, perdono a muchos. “¡Hagan pues penitencia para que mi esperanza puesta en ustedes produzca para ustedes el fruto de la salvación!”.  

En los Diarios de ambas siervas de Dios la penitencia tiene un impacto de “reparación de los pecados de los hombres”, pero especialmente de los pecados de los sacerdotes y consagrados, que si no se reparan atraen los castigos de Dios sobre la Iglesia. Es necesario orar y reparar los pecados cometidos por todos los hombres, pero en especial los pecados cometidos por los sacerdotes y religiosos. Las dos advocaciones nos llevan a obtener la gracia de la conversión de los sacerdotes y religiosos por el ofrecimiento de nuestros sufrimientos unidos a los de Cristo Jesús.

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