Lutero y la Santa Eucaristía (V)

Con la “sola Fe”, la “sola Escritura”, el “libre examen”, Martín Lutero tuvo en sus manos los instrumentos para realizar el mayor desastre contra la identidad de la Iglesia: la destrucción de la Eucaristía y la supresión del Sacerdocio. Renegó del Cuerpo y la Sangre de Cristo rechazando la Santa Misa como la mayor herejía de la Iglesia Católica. La llamaba “sacrílega y abominable Misa”. 

Lutero empeñó todos sus esfuerzos para destruirla porque decía que la Misa era la roca sobre la que se asentaba el Papado. Para él la misa no es el SACRIFICIO DE CRISTO. Llamaba abominable al Canon Romano. Inventó su misa: conservó algunas ceremonias para no suscitar escándalos entre los fieles, pero la convirtió en una simple “Santa Cena” para dar culto a Dios. Rechazó la Transubstanciación, e inventó la “consustanciación” según la cual el pan y el vino permanecen pan y vino junto con la presencia de Cristo. No hay presencia real.  

Eliminó el ofertorio y la consagración. Abolió los altares para quitar toda relación con la noción de “sacrificio” y puso simples mesas. Quitó los crucifijos para que no hubiera relación con con la entrega sacrificial de Jesús en la Cruz. Los sacerdotes renunciaron después a la vestimenta sacerdotal al celebrar esta “Santa Cena” y dieron la comunión en la mano. Suprimió el canto Gregoriano en latín y metió cánticos en lengua vernácula sostenidos por instrumentos variados. La misa se transformó en lo que hoy vemos en las “iglesias protestantes”, una reunión de oración en la que se proclama la palabra de Dios en medio de cantos alegres y aplausos y bailes. El pueblo entero perdió la Fe Católica y abrazó las ideas luteranas. 

Al desbaratar la Misa se derrumba la Fe 

Lógicamente, si se rechaza la Transubstanciación y el Sacrificio, el sacerdocio Ministerial no tiene ninguna razón de ser. Así que Lutero también suprimió el Sacerdocio y dijo que por el bautismo todos éramos sacerdotes y que todos podíamos presidir la asamblea de oración y predicar el evangelio. Así pueblos enteros aceptaron las ideas de Lutero y se fueron separando de Roma hasta convertirse en protestantes.
Cuando nos acercamos al Diario Espiritual de la Llama de Amor lo primero que vemos es cómo Isabel recupera su Fe en la Eucaristía. La crisis espiritual que está pasando casi la lleva al abandono de la Misa. Jesús se le revela interiormente y la Eucaristía vuelve a tener sentido para ella. Toda la vida de Isabel a partir de ese momento se centrará en el Sacrificio de la Misa. 

La gracia de la Llama de Amor tiene un objetivo: restaurar la Iglesia renovando en el corazón de los bautizados católicos los puntos fundamentales de la Fe; y el más importante es la EUCARISTÍA.  

La Santa Misa es lo que más ayuda a cegar a Satanás 

En Noviembre de 1962 la Virgen le dice: “La participación en la Santa Misa es lo que más ayuda a cegar a Satanás”. El 17 de Octubre de 1966 durante la elevación, cuando el sacerdote pronuncia las palabras de la Consagración “en ese mismo instante el Señor Jesús me permitió sentir de un modo admirable la transubstanciación de su Santísimo Cuerpo”…”varias horas después aún mi alma temblaba de la admirable vivencia de la transubstanciación”. Gracia extraordinaria que para nosotros es un demoledor testimonio contra la postura luterana. 

Actualmente este es el punto más básico de la crisis eclesial: la pérdida de la Fe en la Misa. Después del Concilio Vaticano II las reformas litúrgicas mal aplicadas han protestantizado a mucha gente que ha terminado perdiendo la Fe en la Eucaristía como Sacrificio y como presencia real del Señor en las especies sacramentales. Solamente un diez por ciento de católicos va a misa los Domingos. Eso es falta de Fe. Se nota en las Iglesias cómo los fieles no “creen que Jesús está presente en el sagrario”. Hablan frente al Santísimo, ríen, pasan por en frente y no hacen genuflexión, reciben la Sagrada Hostia sin reverencia, como si fuera un pedazo de pan, no adoran al santísimo sacramento, comulgan en pecado mortal o nunca se acercan a recibir el Cuerpo de Cristo; los niños corren y gritan frente al Señor …no saben que está allí, ni siquiera los acólitos. 

Todo esto es signo de que la Fe en la presencia real se está perdiendo.
Pero creemos, cómo nos dice nuestra Santa Virgen María que, la renovación hay que comenzarla por la base. Esa es la gran labor de la Llama de Amor en la Iglesia: restaurar la Fe de las familias en torno a la Eucaristía. El primer deber de los padres es anunciar a sus hijos la buena nueva: Jesús está realmente presente entre nosotros en el Sacramento. Enseñarles a amar la Misa; educarlos en la adoración al Santísimo. Llevarlos a los pies del Señor. Allí encontrarán la Fuerza. La gran tragedia de los protestantes es haber perdido la presencia real de Jesús; ¿De qué sirve pasar toda la vida leyendo la Biblia si no pueden adorar a Jesús Sacramentado?

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