LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO INTERIOR

Este Diario es una escuela de espiritualidad. Es hermoso saber que nosotros podemos igual que Isabel estar en la “escuela del divino maestro” (pág 25). El Señor irá enseñando a Isabel cómo avanzar en la vida espiritual. Primeramente señalo la CONVERSACIÓN INTERIOR que Jesús tiene con Isabel. No se trata de una conversación imaginaria, algo que Isabel realiza consigo misma, como cuando cavilamos y desdoblamos nuestro propio yo para conversar con nosotros mismos como si se tratara de otra persona. En ese caso estamos conversando con nosotros mismos. No, aquí se trata de una auténtica conversación entre Jesucristo e Isabel. Algo que también debe suceder a cada ser humano que esté dispuesto a escuchar la VOZ DE DIOS. Dios nos habita.  

La Escritura nos lo dice a cada paso. Desde los primeros capítulos del Génesis vemos esta realidad mística: Dios habla con Adán y Eva, es su amigo. Dios nos crea “PERSONAS”, seres inteligentes, precisamente para que podamos conversar con Él.Los seres no inteligentes no pueden conversar con Dios. 

El drama de este tiempo es que muchísimos seres humanos se han negado por falta de Fe a conversar con Dios. Para que esa conversación sea de gran calidad el Señor va a crear en Isabel las condiciones necesarias: el despojamiento de los afectos y el despojamiento de interlocutores vanos. En los afectos la desprende paulatinamente de aquellas cosas que la absorberían: la vuelve pobre. En segundo lugar le da un gran deseo de “silencio” interior. La vuelve “como ermitaña”. “Jesús mío, aquí me tienes. Me he desprendido totalmente del mundo como era tu deseo. Para que nada en absoluto pueda interponerse entre nosotros dos”. Gran lección para nosotros. Lo que nos impide conversar con Dios es la falta de silencio exterior e interior. 

El Demonio ha creado una civilización del ruido para impedirnos hablar con Dios. Hoy todo es ruido: concupiscencia de los ojos y concupiscencia del oído. Nos cuesta amar el silencio porque en definitiva nos pone frente a Dios. Desde niños estamos abocados a lo exterior de una manera abusiva. Esto hace que nos hayamos acostumbrado a hablar con nosotros mismos y a despreciar el silencio interior que nos capacita para “escuchar” al Señor. Hastiados de esta civilización del ruido mucha gente se ha engañado yendo a buscar al Tibet, a la civilización budista el “silencio” que no han podido encontrar en el occidente. Tremendo engaño porque el silencio que está en la base del budismo es un silencio que no nos pone frente a un Dios “PERSONA” sino ante un “panteísmo”. Por lo tanto no puede haber allí conversación, sino contemplación del propio yo. 

En el Diario Espiritual Jesús nos va a llevar a descubrirlo vivo dentro de nosotros mismos. A un verdadero diálogo con Dios. Esto ya es un primer tesoro que sacamos de su lectura. Es posible escuchar a Dios si nos desprendemos del ruido exterior e interior. Es posible hablarle a Dios. DIOS HABLA SIN PALABRAS, de manera silenciosa. Lo más importante es SABER ESCUCHAR EL SILENCIO DE DIOS. Eso es lo que se llama en la espiritualidad cristiana la “CONTEMPLACIÓN”. El Diario es una “escuela de contemplación”. Una frase que me llama la atención es: “Sí, contestó tristemente (Jesús) pero como tienen tanta prisa no me dan tiempo para entregarles mis gracias”. Isabel le había dicho a Jesús: “¿Te alegras Jesús mío de cuántas almas devotas han llegado a Ti?”. 

El Señor se queja de que tantas almas devotas se acercan a Él de manera precipitada y no reciben las gracias magníficas que ÉL les había preparado porque NO LE DAN TIEMPO A DIOS. Si queremos avanzar en el camino de la vida espiritual tenemos que despojarnos materialmente, como Isabel, de muchas pertenencias inútiles que nos quitan el tiempo; de muchas cosas exteriores que son como el ruido que nos impide escuchar a Dios; y de la costumbre de estar “hablando con nosotros mismos”. Así podremos oír la voz de Dios y hablar con Dios.

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