Un Mensaje de extrema urgencia

El mensaje entregado por María Santísima a Isabel, madre de familia, es de extremada urgencia para el mundo entero: “A través de ti quiero hacer pública, mi hijita Carmelita, la angustia que brota del amor sin límites de mi Corazón maternal por el peligro que amenaza al mundo entero por la desintegración de los santuarios familiares. Mi grito de socorro maternal lo dirijo ante todo a ustedes y en unión con ustedes quiero salvar al mundo” (DE 218). La Madre de Dios siente angustia en su Corazón. La angustia se define como un “estado de intranquilidad muy intenso causado por la amenaza de una gran desgracia o de un gran peligro”. En el caso de María, la raíz de esa angustia es el amor sin limites de su Corazón maternal. Ella señala un peligro muy grave que amenaza al mundo entero por la desintegración de las familias. Pero, ¿cuál es el peligro que hace sufrir tanto a la Virgen María? No habla específicamente de catástrofes extraordinarias como terremotos, incendios, inundaciones, hambrunas, pestes, guerras… Ella habla sobre todo del peligro de “condenación eterna de las almas causado ” por la “desintegración de los Santuarios familiares”

En el designio divino cada familia debe ser un “Santuario”, es decir un lugar de santidad en el que se dé gloria a Dios” y las almas se preparen para entrar en la Vida Eterna. Por lo tanto la desintegración no consiste sólo en que se separen los cónyuges por el divorcio y dejen a los hijos sin hogar, sino que la verdadera desintegración consiste en el rechazo que las familias hacen al Plan de Dios sobre ellas: la Santificación de las almas en el interior de las familias. María declara solemnemente y con énfasis que esa desintegración, esa perversión del corazón de las familias es producto de un plan diabólico. Es algo premeditado, organizado, estructurado sistemáticamente por inteligencias espirituales diabólicas y con la colaboración consciente e inconsciente de seres humanos ciegos y pervertidos. “Satanás con fuerza rabiosa quiere destrozar las familias”. “Oh, las familias destrozadas, ¡cuántos pecados acarrean en contra de Mí” (DE123). La verdadera causa de la desintegración de la familia a nivel mundial es “la situación de pecado en que están viviendo”. Por el pecado entró la muerte al mundo, por el pecado entra en una familia la desintegración. El pecado es ante todo la negación de los derechos de Dios sobre su criatura. Eso se traduce en un rechazo a Dios y a su Ley. Hemos visto cómo países de antigua cristiandad han ido perdiendo la Fe Católica hasta convertirse prácticamente en indiferentes a la existencia de Dios.

Este rechazo de Dios tiene una consecuencia muy grave para el destino del hombre. Como dice la epístola a los Romanos: “Y así como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen: Están llenos de toda injusticia, maldad (perversidad), avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, detractores (calumniadores), aborrecedores (enemigos) de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos (arrogantes), inventores de lo malo, desobedientes (rebeldes) a los padres, sin entendimiento, indignos de confianza (desleales), sin amor, despiadados. Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican” (Rom 1,28-32). Y la misma Palabra de Dios nos dice que “El pagara a cada uno conforme a sus obras: a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: ira e indignación” (Rom 2,8).

Nos hemos acostumbrado al pecado. Estamos tan ciegos que no nos damos cuenta de que monstruosidades tales como la anticoncepción, el aborto, la sodomía, el adulterio, la manipulación de la vida, las guerras etc. van contra el Plan de Dios, son pecado y por lo tanto merecen castigo. El problema está en ¿cómo revertir la avalancha que está destruyendo las bases de la familia a un nivel universal? La respuesta que da la Virgen está en la Llama de Amor de su Inmaculado Corazón. “Cegar los ojos de Satanás es el principal y único fin de la Llama de Amor de la Santísima Virgen de la cual Ella dijo que una efusión de gracia tan grande como ésta todavía no se derramó sobre la tierra desde que el Verbo se encarnó” (DE 230). La familia ocupa el primer lugar en el combate espiritual contra el maligno. En la Devoción a la Llama de Amor encontramos un método de lucha muy eficaz contra el mundo de las tinieblas. Cuando una familia comienza el camino de la Llama de Amor se inicia un proceso de enceguecimiento de los ojos del Demonio y la pérdida de su poder sobre los miembros del hogar. Cada familia debe convertirse en un lugar de santidad donde los padres de familia anuncien el Evangelio a sus hijos y al mismo tiempo ejerzan el ministerio de sanación y liberación que les corresponde por Ley natural. La Llama de Amor es el poder del Inmaculado Corazón de María actuando en el interior de las familias para establecer en ellas el Reinado del Corazón de Jesús. 

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