Un Mensaje que dignifica a la Mujer

Lo primero que Satanás hizo fue pervertir el corazón de Eva (Gn.3,1-7) Bien sabía el Demonio que en el plan de Dios la Mujer era la parte más íntima del hombre (Gn.1,27-28;3,23). Comprendió que si inoculaba en la primera hija de Dios el germen del pecado, fácilmente arrastraría a Adán lejos del Plan de Dios, y no solamente a Adán sino también a toda la tierra (Gn.1,29-30). El hombre, nacido de mujer (Job 15,14;25,4) nace herido. El pecado destruye el plan de Dios e introduce en la familia el desorden: la maternidad de la mujer se hace en el dolor (Gn 3,16) y el hombre se le impone con violencia hasta hacer de la mujer su propiedad,(Gn 4,19-24) como si se tratara de un objeto. Es Dios mismo quien va a intervenir para salvar al hombre y a la mujer del dominio de Satanás. Lo hará a través de la Mujer. Se enfrenta el Señor con la serpiente y la pone bajo el pie de la Mujer: “pondré enemistad entre ti y la Mujer…Ella (su descendencia) te aplastará la cabeza(Gn 3,15). Es en Jesucristo, nacido de Mujer, que se cumplirá está profecía (Gal 4,4). La Iglesia nos enseña a ver en esa Mujer que aplasta la cabeza de la serpiente a la Virgen María.

El mensaje de la Llama de Amor nos remite a este tremendo drama que vivimos los descendientes de Adán y Eva: el pecado original y sus consecuencias sobre toda la humanidad. Este drama se vive de manera muy especial en el interior de la familia. El plan de Dios para poblar el Cielo tiene su raíz en la íntima relación del hombre y la mujer: el hogar. Los cónyuges son los instrumentos privilegiados de Dios para preparar las almas para la Vida Eterna. Si el hogar es un Santuario en donde Dios reina, los hijos fácilmente encontrarán el camino del Cielo; si la familia es un lugar en donde reina Satanás las almas estarán en grave peligro de condenación. Por esa razón el Demonio busca por todos los medios pervertir a la familia. Quiere reinar en ella para destrozar el Plan de Dios y arrastrar al mayor número de almas al infierno. El Diario Espiritual trae un mensaje destinado a todas las mujeres, y especialmente a aquellas que son madres: la vocación de las madres de familia es comprable a la más alta dignidad sacerdotal. “entiendan ustedes, madres de familia la sublime vocación que les he confiado. Ustedes son las llamadas a poblar mi Reino y llenar los puestos de los ángeles caídos. De su Corazón, de su regazo, parte cada paso de mi Santa Madre Iglesia”.

Mi Reino va creciendo en la medida en que ustedes, madres, se ocupan de las almas creadas. Ustedes tienen el trabajo más grande y que reclama mayor responsabilidad. Sean plenamente conscientes de que he puesto en las manos de ustedes el trabajo de conducir multitud de almas a la salvación (DE234). A esta vocación de la mujer corresponde una especial bendición dada a los esposos: Por su parte, los padres de familia (los varones), merecen una bendición especial, única que solamente se puede dar a ellos porque colaboran con Dios en la obra de la creación. Cuando un niño nace Dios derrama gracias extraordinarias sobre la familia (DE 24 -5-1963). Hombre y mujer están estrechamente unidos por esa bendición en la realización del plan de Dios. El feminismo ateo, producto de las ideologías materialistas, denigra la maternidad y la consideran como algo despreciable. La maternidad según la visión cristiana es una inmensa gracia de Dios; las madres de familia que traen al mundo los hijos y los educan en los caminos del Señor son merecedoras del más profundo respeto y dignidad.

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