LA LLAMA DE AMOR NOS LLEVA A RECHAZAR EL PECADO EN LA FAMILIA

Mucha gente busca afanosamente oraciones de liberación porque se sienten mal. Experimentan la acción de los espíritus malignos en su mente, en su corazón, en su cuerpo, o en su entorno.  Sienten dolores físicos, angustias, desesperación, inquietud, las cosas les van mal económicamente.  Se dan cuenta de que éstos fenómenos tienen un origen espiritual y buscan ayuda. Sin embargo su comprensión del problema que las agobia es superficial. Quieren ser aliviadas de los “síntomas” dolorosos pero no captan que la raíz de tanto sufrimiento está en el pecado personal y en los pecados familiares actuales y ancestrales. San Pablo nos dice: “En castigo por el pecado, apareció la muerte en el mundo”(Ro 5:12). El Demonio tiene poder sobre los hombres en la medida en que éstos están atados al pecado. La raíz de la acción diabólica está en primer lugar en el “pecado original” y en los “pecados personales” de los vivos y de los muertos. 

Toda familia proviene de una cadena ininterrumpida de generaciones y generaciones. De una manera misteriosa que no podemos comprender totalmente las “consecuencias de todo  pecado” se transmiten a las generaciones siguientes. No se trata de que la “culpa” se transmita, sino que hablamos de las “consecuencias”. Todo pecado “abre puertas” en nuestra alma, en nuestro cuerpo y en nuestro entorno a la influencia de los miembros del mundo de las tinieblas.  La gracia de la Llama de Amor “ciega” los “ojos” de los demonios y demás espíritus malignos, nos explica la Virgen: “Este será el milagro que convirtiéndose en un incendio con su fulgor cegará a Satanás” (DE 13-4-1962). Se trata de una gracia “eminentemente liberadora” porque su objetivo es cegar los ojos de Satanás y hacer que los espíritus malignos inferiores queden imposibilitados para actuar. 

Es necesario ir aprendiendo a utilizar el instrumento de la Llama de Amor para que esta gracia pueda rendir sus frutos en los hogares y transformarlos desde el interior. En el Diario queda bien claro que lo primero es erradicar el pecado en nuestra vida personal y familiar. Los progenitores tienen ese deber urgentísimo de discernir la acción del pecado en el interior de su familia para contrarrestarlo. La recitación del Rosario con frecuencia golpea tanto a los espíritus malignos que los participantes experimentan malestares físicos y emocionales. Eructos, mareos, ganas de vomitar, dolores físicos, inquietud, ganas de irse, aburrimiento, rechazo a la oración, etc. Estos son signos de la presencia de espíritus malignos en las personas. Hay que tenerlos en cuenta para llegar a la raíz de la manifestación.  

Entre los pecados que peores consecuencias traen para las familias tenemos los relativos al campo de la superstición: recurso a adivinos, lectura de cartas, invocación de los muertos (espiritismo), visita a brujos y brujas para obtener la cura de enfermedades, para tener algún beneficio como es dinero, trabajo, conquistas amorosas. Las peores consecuencias se dan cuando se hacen maleficios para perjudicar a prójimo o para luchar contra alguien que está utilizando artes mágicas contra nosotros. Estos pecados son verdadera idolatría. Este recurso a los poderes diabólicos es gravemente pecaminoso y trae sobre las personas y las familias enteras verdaderas maldiciones que van pasando de generación en generación. La meditación del Diario nos lleva a comprender que la prioridad en nuestra vida es que todos en el hogar vivan en gracia de Dios y que se erradique todo lo que signifique pecado en el seno de la familia.

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