¿QUÉ SIGNIFICA SER TESTIGO DE CRISTO?

“Todo cuanto han aprendido y recibido y oído y visto en mí, pónganlo por obra y el Dios de la paz estará con ustedes (Fil 4,9)”. Con estas palabras San Pablo se pone como ejemplo de vida para los fieles que él ha engendrado en Cristo con su predicación. El Señor llama a los padres de familia a ser sus testigos fieles en el seno de la familia. Cuanto han “aprendido, recibido, oído y visto” de mí, pónganlo por obra, dice el Apóstol. Los padres de familia deberían decir lo mismo a sus hijos. ¡Cuán importante es el ejemplo de los padres para sus hijos! Se enseña más por la conducta personal que por las palabras. Podemos ser testigos fieles o testigos falsos. Podemos ser testigos de Cristo o testigos de otro, o de otra cosa. Para ser testigos de Cristo debemos conocerlo íntimamente. Pero a Cristo no lo hemos visto y por lo tanto no podemos dar testimonio de Él. Sin embargo, a los cristianos se nos dice que debemos dar testimonio de Cristo con nuestras vidas. Tampoco los que nos han precedido, nuestros padres, abuelos, bisabuelos, ancestros han visto ni oído a Cristo Jesús. Sin embargo nos han dado testimonio. 

Si hoy creemos en Jesús es porque ellos nos lo han presentado con su palabra y con su vida. El primer paso para que en nuestras familias reine Jesucristo es el testimonio de vida de los padres. Ellos son el espejo en el que se miran los hijos. Ya desde el inicio nos damos cuenta de lo difícil que es la misión confiada a los padres de familia cristianos. ¿Quién podría ser un testigo auténtico de Jesús en el seno del hogar? En la última cena Jesús dijo a sus discípulos que le dejaría  al Espíritu Santo quien los habría de introducir  como un guía en la Verdad. Jesús pidió a esos imperfectos discípulos que fueran sus testigos. El Evangelio nos presenta a un grupo de personas completamente ineptas para dar testimonio de Cristo con sus vidas; estaban muy lejos de ser imágenes de Jesús. Sin embargo hoy los veneramos como Santos.Y si hoy creemos en Jesús nuestro Salvador es porque ellos nos transmitieron lo que Cristo enseñó.

Jesús no pide a los padres de familia que desde el inicio sean santos, perfectos. Jesús les dice lo mismo que a los Apóstoles: “Les dejaré un consolador, el Espíritu Santo, que los introducirá como un guía en la Verdad”. Isabel Kindelmann en el Diario Espiritual no se nos presenta como santa, ni perfecta. Su biografía nos habla  una niña rebelde, de mal carácter, independiente, irritable. Sufrió mucho en su infancia por la pobreza, la muerte de sus padres, su orfandad, la miseria en que vivió. Y en la edad adulta varios de esos rasgos quedaron en su personalidad. Sin embargo será beatificada y canonizada con el correr de los años. No fue perfecta como madre de familia. Ella hizo sinceramente lo que pudo para educar a sus hijos. En su Diario vemos los grandes esfuerzos que hizo Isabel para poner en práctica las enseñanzas de Jesús y de María. Seguramente no lo hizo a la perfección. Hizo lo que estuvo a su alcance. 

Lo mismo el Señor nos pide a nosotros, seres imperfectos, pecadores, ineptos para ser testigos creíbles de Jesucristo. El Señor ve nuestra buena voluntad y eso es lo que cuenta. En definitiva no somos nosotros los que hacemos la “Obra de Dios”, es el Espíritu Santo. La salvación de nuestras familias depende en último término de la “gracia de Dios”. Por eso lo primero que es necesario para los padres de familia es que oren, que le pidan al Señor las gracias que necesitan para convertirse en un matrimonio ejemplar para sus hijos. El peor testimonio y la peor enseñanza que los cónyuges pueden darles es la división, el pleito, la falta de amor entre ellos, la separación, el divorcio. Cuando en familia se ora intensamente, se ayuna, se suplica con humildad y Fe, Dios responde y da su gracia. Con la gracia de Dios se puede todo.

Comparte la Llama de Amor

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *