Si Jesucristo es la Llama de Amor ¿Qué es lo nuevo de la Llama de Amor?

La falta de oración diaria (o frecuente) en familia es la razón principal de las crisis que llevan los hogares a la destrucción, a la perdición de sus miembros y a una “vida cristiana” familiar fracasada, aburrida y sin sentido. Pareja que no ora, no se realiza como matrimonio cristiano. Familia que no se reúne para bendecir, alabar, agradecer, reparar, pedir y manifestar a Dios el amor que Él se merece, es una familia que cae fácilmente bajo el ataque del mundo de la oscuridad.

Conocemos familias que cada semana se reúnen para “pasarla bien”. Juegan, conversan, oyen música, almuerzan, ingieren licor, ven televisión, salen juntos a pasear, etc. Tristemente no se reúnen para orar, cuando en realidad es lo que más necesitan. En nuestra cultura actual hemos perdido la oración en familia. El punto más urgente de la pastoral familiar es que se enseñe a padres e hijos a orar juntos y a utilizar los recursos que la Iglesia nos da para la santificación de su familia. En el designio divino la familia ocupa el primer lugar para la evangelización de los hijos de Dios. Es muy difícil evangelizar la familia desde afuera. Quienes están llamados a evangelizarla de primera mano son los esposos y padres. Ellos deben estar conscientes de que desde el momento en que aceptaron la vocación del matrimonio tienen ante Dios una misión fascinante, al mismo tiempo que el apoyo y ayuda de Su gracia. No están solos. El Señor está con ellos; eso es suficiente garantía. Simplemente hay que tomar los medios que Dios les da.

Entre esos medios está el “nuevo instrumento” de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María. Se va descubriendo el poder de esta gracia cuando se la va poniendo en práctica: hay que experimentarla.

Partamos del punto más importante: el amor del Padre celestial. Dios es nuestro Padre. Él nos ama infinitamente. Desea nuestra salvación. Quiere que seamos felices. Quiere darnos todo lo que necesitemos y aún más. Quiere que le hablemos como hijos que somos, para darnos lo que le pidamos. Del Padre viene absolutamente TODO. Del Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo nos vienen todas las gracias. Del Hijo hacia el Padre en el Espíritu Santo suben nuestras súplicas. Esta es la regla básica de la oración eficaz. “Todo lo que pidáis a Padre en mi Nombre, el Padre os lo concederá”, dice Jesús. Los papás deben poner en práctica este gran principio para que los hijos aprendan a dirigirse hacia Dios como a nuestro verdadero Padre.

Al leer el Diario Espiritual de la Llama de Amor nos encontramos con cantidad notable de pasajes en los que Jesucristo pide y reclama nuestro amor, nos manifiesta una ternura única; es verdaderamente conmovedor leer esos pasajes en los que se transparenta un amor total, absoluto, sin límites hacia el hombre. Pues bien, no es solamente Jesús el que habla, sino sobre todo el Padre Celestial porque Jesús simplemente repite lo que escucha del Padre. Cuando habla Jesús, esta hablando nuestro Padre Celestial y su Espíritu Santo.

Al estudiar el Diario nos damos cuenta de que la Virgen María en esencia no ha pedido a Dios Padre nada que no tuviésemos ya, porque la Llama de Amor es SU HIJO JESUCRISTO; y ese Hijo es el DON permanente del Padre a la humanidad. El Padre al darnos la gracia de la Llama de Amor (por las súplicas de la Virgen María a través de las llagas de Cristo. P. 44) nos está dando lo que desde siempre nos dio: Su Hijo. Entonces ¿cuál es la originalidad de la Llama de Amor? Consiste en una intervención milagrosa del Padre Celestial (una gracia extraordinaria) que se opera en el fondo de los corazones encendiéndolos (p 44) hasta que se convierte en un incendio que con su fulgor ciega a Satanás.

Aquí podemos ver dos cosas: a) se enciende individualmente cada corazón y b) al pasar la llama se encienden los demás corazones. Se trata de un efecto individual, de un efecto familiar y de un efecto social comunitario que se extiende más allá de la familia. ¿Qué se enciende en los corazones? La presencia del Espíritu Santo que hasta ahora ha estado aletargada en muchísimos bautizados y en la totalidad de los no bautizados.

La Llama de Amor no se puede “definir” como hacemos con las cosas. La Llama de Amor es un “misterio de Fe”. Es de orden divino porque se trata de una gracia; es como un diamante de miles de facetas que embestido por el sol refleja innumerables destellos. Se la va captando poco a poco. Es imposible encerrarla en unos cuantos conceptos. La Llama de Amor se va viviendo día a día y su finalidad es conducirnos a la intimidad con el Padre Celestial, objetivo último del ser humano.

El efecto colateral, secundario, pero muy importante de la gracia, es cegar a Satanás. Al principio nos puede parecer que la finalidad de la Llama de Amor es cegar al Demonio. A medida que la comprendemos nos vamos dando cuenta de que el Demonio no es más que un obstáculo a vencer y que no vale la pena centrarnos en él, sino que debemos poner nuestros ojos en lo esencial: el amor al Padre Celestial, que es el objetivo último de toda existencia.

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