TESTIMONIO ESPIRITUAL DE UNA HIJA DE MARIA SANTISIMA

Tengo 36 años. Desde muy niña fui educada con principios católicos muy profundos, educada en internados de religiosas. A la edad de 16 años mis pasos se apartaron de mi creador, mi buen padre Dios Todopoderoso, mi vida comenzó a oscurecerse en medio de múltiples pecados, principalmente la fornicación y el adulterio. En medio de esta oscuridad, tuve dos hijos, los cuales hoy en día son el motor de mi vida y mi razón de existir. Después de que ellos nacieron mi vida continuaba incierta en el torbellino de tinieblas lejos de la presencia de Dios. Tenía un fuerte morbo acerca de las películas de terror y una profunda curiosidad por conocer todo sobre demonios. Me metía a páginas de internet y pasaba largas horas investigando, las películas sobre exorcismos me llamaban demasiado la atención. Cuando mi segunda hija tenía 2 años de edad, me embarace por tercera vez de un hombre casado, quién me incitó a abortar mi embarazo. Hoy con lágrimas en mis ojos y llena de total arrepentimiento, recuerdo que no fui capaz de defender la vida de mi propio hijo y lo aborté. 

Qué momento tan duro aquel día, en que mi vientre se convirtió en un cementerio en donde quedó enterrada el alma de mi propio hijo. Sumida en un total arrepentimiento meses después me acerque al sacramento de la reconciliación y fui perdonada por Jesús Misericordioso a través del sacerdote quién sin dudarlo me absolvió de mi pecado en una penitencial de semana santa. Sin embargo, mi vida nunca más fue la misma. Pues tenía dos hijos vivos y uno muerto. Que dolor tan grande. Ya hubiera querido yo que ese fuese el final de mi vida oscura y alejada de Dios. Continué pecando en la fornicación y en muchas otras formas de ofensas hacia Dios. Cuando tenía 22 años de edad, conocí a un hombre casado, quién dejo a su esposa por quedarse conmigo. Convivimos en adulterio durante 11 años, sin embargo, nunca fue una relación estable ni feliz. 

A pesar de que él era un buen hombre, él tenía vicios de licor, casinos, apuestas y mucha lujuria. Después de 8 años de estar conviviendo con él, conocí la Devoción a la Divina Misericordia, la cual me hizo enamorarme profundamente de Jesús, tras conocer que su Misericordia es Inagotable y me invitaba nuevamente a tomarme de su mano y levantarme. No fue nada fácil el proceso, comencé a sentir un fuerte dolor de mis pecados, temor de haberle ofendido tanto y una ardiente deseo de no ofenderlo más y agradarlo. Ya mi alma se acercaba cada vez más a él y sufría profundamente por no poder comulgar en la Eucaristía. Aún recuerdo como mi hija menor limpiaba mis lágrimas cada vez que llegaba la hora de la comunión y yo me quedaba de rodillas sufriendo por no poder acercarme a recibirlo. 

Pasaron 3 largos años, que para mí fueron una eternidad, tiempo que Dios utilizó para prepararme para lo que vendría después. Hice varios intentos por dejar esa adultera relación y era inútil, pues con mis propias fuerzas nada lograba, hasta que un día me abandoné por completo a él y rendida le dije: PADRE NO PERMITAS QUE TE OFENDA MAS, YO QUIERO AGRADARTE. NO ME DEJES MORIR EN PECADO MORTAL. El, lleno de Misericordia no se hizo de rogar y poco tiempo después me dio la gracia para dar el gran paso, hasta que pude separarme de este hombre. Con mucha alegría me acerque nuevamente a la reconciliación total con Dios, y con el alma llena de Gracia de Dios, pues había recuperado la comunión con él, mi alma inició un proceso de camino en las sendas de sus pasos. Tenía seis meses de haber entrado en su voluntad, cuando una noche, por primera vez, vi un hombre en mi habitación, vestido de negro, muy alto y con un sombrero puesto. Él estaba parado justo frente a mi cama, yo no le presté mucha importancia y me dormí. 

Esa misma noche, a la 1 de la mañana, me desperté sintiendo que tenía a alguien sobre mí teniendo relaciones sexuales conmigo, y sentía mucho placer sexual; como era de esperarse, me asuste muchísimo y llore sin parar. Le conté lo sucedido a mi madre y ella me llevó donde un sacerdote exorcista. Yo esperaba que me dijera que necesitaba visitar a algún psiquiatra o algo así, pero no fue lo que escuché. Él me dijo que cuando el demonio se manifestaba de esa manera era porque traía un propósito firme y que debía armarme de la oración, ayuno, penitencia y sacramentales como la medalla de San Benito y El escapulario del Carmen. 

Pasaron seis meses consecutivos y sufría tormentos nocturnos todos los días, sentía presencias que no me dejaban dormir, sentía olores a podrido de aguas sucias, olores a quemado. Cuando lograba quedarme dormida, me jalaban los pies y me despertaba con sensaciones feas y marcas en el cuerpo. Me aventaban las puertas de mi cuarto y aparecían gusanos. El sacerdote exorcista Me dijo que efectivamente estaba siendo víctima de vejación demoníaca, que había espíritus que solamente se vencían con ayuno y oración, así que inicié el proceso de liberación en obediencia a sus instrucciones. Me habló del efecto de gracia de la llama de amor del Inmaculado Corazón de Maria, de cómo esta gracia obtenida de la Santísima trinidad a través de Maria Santísima tenía el poder de cegar a Satanás y su efecto maligno en los hijos de la Virgen. Comencé a hacer el cenáculo de la llama de Amor todos los días antes de dormir y de esta manera, los ataques nocturnos dejaron de atormentarme. 

Deseo recalcar que antes de que me ocurriese esto, yo no era muy devota de la virgen, había conocido el amor de Dios a través de la Devoción a su Divina Misericordia y yo me auto llamaba CRISTOCENTRICA, criticaba incluso a aquellos que le rendían una exagerada devoción a la virgen. Hermanos, cuán grande es el lugar que el mismo Dios le dio a la más humilde de sus hijas, que le dio el honor de llevar en sus entrañas a su Divino hijo. Tuvo Dios que permitir en mi vida esta vejación satánica para que yo pudiera comprender el poder de intercesión que tiene la madre de Dios ante el trono de su Hijo. En muchas de las oraciones de liberación que tuve sentía que me ahogaba, que me golpeaban, incluso muchas veces terminaba las oraciones con dolores tan profundos y un cansancio tal que hasta fiebre me daba. 

Una de las causas por las cuales me atormentaban los demonios era por el aborto que había cometido, puesto que al abortar, inconscientemente había hecho un pacto de sangre con satanás. Jesús en su Misericordia me había rescatado de las puertas del infierno y los Demonios reclamaban mi alma.
En una ocasión, me estaban haciendo una oración de liberación y mi cuerpo cayó al suelo frente al santísimo, yo sentía que muchas manos espirituales me manoseaban con morbo y yo aterrada suplicaba que me dejaran en paz, recordé la jaculatoria y comencé a pedir con humildad: Madre mía DERRAMA EL EFECTO DE GRACIA DE TU LLAMA DE AMOR, DERRAMA EL EFECTO DE GRACIA DE TU LLAMA DE AMOR, DERRAMA EL EFECTO DE GRACIA DE TU LLAMA DE AMOR, entonces sentí una luz muy fuerte desde el cielo, y pude ver a la Dama del cielo vestida de blanco con un manto azul, dos luces brotaban de sus suaves manos y me envolvían toda, en ese momento los espíritus que me atormentaban huyeron y me dejaron en paz. 

Hermanos, muchos más detalles podría yo relatar respecto al Efecto de Gracia de la Llama de amor del Inmaculado Corazón de Maria, su amor es incalculable y verdaderamente existe. Desde entonces, mi amor por la madre del cielo no tiene comparación hoy quiero decirte hermano, todo lo que Dios permite en nuestra vida, es para nuestro propio bien. No dejes pasar nunca ni uno solo de tus sufrimientos, sean del origen que sean, sin ofrecerlos al Hijo a través de las manos de su madre, para que el Hijo los una a sus sufrimientos así, los pueda ofrecer al Padre. De esta manera, el Padre los recibe con mayor agrado y tu sufrimiento tendrá entonces un verdadero sentido. 

Ofrece tus penas y sufrimientos por la salvación de todas las almas, no te canses nunca de orar, no reniegues nunca de lo que no tienes y ofrece todo lo que Dios te da. Dale Gracias siempre y en todo momento, pues el señor tu Dios te ama. Recuerda, Dios que te creo sin tu consentimiento, no te puede salvar sin tu consentimiento.No te canses nunca de rezar el Rosario, la Virgen esta presta frente al ejército de almas que se unen para luchar contra el mal.

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Un comentario

  • Qué grande Madre Celestial, qué Gran Dios tenemos. Gracias Dios.
    Yo quisiera encontrar los artículos que en este blog vi sobre la oración de la Llama de Amor: QUE NUESTROS PIES VAYAN JUNTOS… vi que explicaban cada una de las expresiones de esta oración, y quisiera compartirla con mis hermanitas de la parroquia, donde rezamos el Rosario, en este mes de mayo, yo la incluí para rezarla, junto con otras oraciones que nos han dado la Santísima Virgen y Nuestro Señor Jesucristo. Pero no quiero que la digamos mecánicamente, sino teniendo conciencia de lo que implica cada postulado de esta oración. Muchas gracias.

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