CARTA No.312: EL PRINCIPAL FRUTO DE LA LLAMA DE AMOR ES LA PAZ EN EL INTERIOR DE LAS FAMILIAS

La señora Cecilia, de San Francisco, California dice: “querido Padre Sergio. …Ud. que promueve tanto la Llama de Amor podría decirnos cuál es, según su manera de ver el fruto más importante de la devoción a la Llama de Amor? 

Respuesta: Creo que el fruto principal que trae consigo esta maravillosa devoción es la PAZ (LA FELICIDAD) EN LOS HOGARES. Ese es el gran milagro que Jesucristo, por medio de su Santísima Madre, realiza en el fondo de los corazones. En el Diario Espiritual, en numerosos pasajes, encontramos que la principal obra de Satanás para estos últimos tiempos es la destrucción de las familias. El demonio siembra la división, la amargura, la tristeza, la desesperación, de múltiples formas, con un solo objetivo: destruir las familias y conducir a sus miembros a la condenación eterna. Este es el principal dolor del Corazón Inmaculado de María. La Virgen, Madre de Dios y de la Iglesia expresa su infinita tristeza en varios pasajes por la destrucción de los hogares. Recordemos que cada familia en Cristo por el sacramento del matrimonio es una “iglesia doméstica” que está llamada a proclamar el Reino de Dios en este mundo pasajero. En el matrimonio cristiano el hombre y la mujer son “una sola carne”, un solo corazón y una sola alma. El hombre representa a Jesucristo, la mujer a la Iglesia. Por ese motivo la corrupción o destrucción de una familia es la obra principal del mundo de las tinieblas. Cuando se da la separación se profana el sacramento, se destruye su significado, se debilita a la Iglesia y las almas son heridas por satanás de una manera dolorosísima. 

Igualmente cuando los espíritus malignos se enseñorean de una familia, aunque esta permanezca aparentemente unida, en el interior no reina Jesucristo. Quien gobierna los corazones es Satanás: produce en ellos pensamientos, sentimientos, recuerdos, acciones totalmente fuera del compromiso bautismal con el Evangelio. Esa familia en vez de ser un santuario se vuelve en todo lo contrario: una pocilga de vicios y de pecados. El gran milagro que hace la Virgen María en aquellas familias que acogen su Llama de Amor y ponen en práctica su programa de santificación de los hogares es el cegamiento progresivo de Satanás. Jesús, por la poderosa intercesión de su Madre, ilumina las mentes, los corazones, la memoria, otorga las gracias de conversión. Esa Llama de Amor la mirada de Jesús transforma las almas de una manera impactante. Por ese motivo la Virgen habla de que Ella actuará de manera “milagrosa”, es decir obtendrá gracias extraordinarias, fuera de las expectativas de las ciencias humanas. La Paz es la felicidad producto de la acción del Espíritu Santo en el interior de las almas. No es la paz del mundo, es la Paz que proviene de la victoria de Cristo contra las obras de la carne. Las familias están divididas por las obras de la carne (Rom 8,13; Gal 5,19). Cada uno, esposos, hijos, demás miembros del hogar, quiere hacer su propia voluntad. De allí se generan las divisiones, pleitos, contiendas, vicios, etc. que destruyen la felicidad de las familias. 

Cuando los miembros del hogar acogen el mensaje de la Llama de Amor y se deciden a poner en práctica los requerimientos entran en un estado de permanente conversión. El problema fundamental de las familias es que no oran y por lo tanto no reciben las gracias de Dios. Cuando se reúne la familia y ora tal como la Virgen lo pide, con el arma más eficaz contra Satanás que es su Rosario, se da inicio a una cadena de milagros espirituales: la transformación de los corazones. La acción diabólica no es un mito. Es una tremenda realidad, más peligrosa cuanto más oculta y desapercibida. El demonio actúa en la mente, en los sentimientos, en la memoria, en las facultades humanas, en las relaciones. Las “desconfigura”, empleando un término muy de moda en informática, es decir las saca del orden natural impreso por el creador. En vez de servir al Creador el hombre termina expresando en su vida los “pensamientos, sentimientos, maneras de proceder” de Satanás. Lo que las familias necesitan para ser felices es “configurarse a Cristo”, vivir según Cristo, vivir en Cristo. El resto viene por añadidura. Desgraciadamente infinidad de familias fundadas en el sacramento viven desorientadas por su propia culpa: no se vuelven hacia Dios por la oración, la Palabra, los Sacramentos y demás exigencias de la fe católica. La Llama de Amor es una devoción de combate espiritual en contra de los propios demonios y los de la familia. Es una devoción de victoria, de triunfo, que convierte los hogares en evangelizadores con poder para llevar a otras familias la Luz de Cristo.

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