CARTA No.302:  LOS SACRAMENTALES NOS AYUDAN A VIVIR MEJOR LOS SACRAMENTOS

Cecilia, de Bucaramanga, Colombia, dice: Le agradezco que hable de los sacramentales y de cómo nos ayudan a edificar el santuario familiar. Soy una madre de familia joven y quiero educar a mis hijos en la piedad cristiana. Mi marido y yo solamente estamos casados por la ley civil porque tenemos miedo de fracasar en el futuro y quedar después amarrados por la Iglesia. ¿Puedo utilizar los sacramentales en mi hogar? Quisiera casarme por la Iglesia pero  mi esposo y yo dudamos mucho. Él es un buen hombre pero tiene poca fe. ¿Qué puedo hacer?

 Respuesta: Su situación es desgraciadamente muy común. Cantidad de jóvenes como tú y tu marido que fueron bautizados en la fe católica por sus padres llegado el momento de formar familia no dan el paso al sacramento del matrimonio. Se contentan con el matrimonio civil. Tú lo dices muy bien: tenemos miedo a fracasar y quedar amarrados por el sacramento. Te pregunto: ¿Qué le dirías al atleta que quiere ganar medalla de oro en las olimpiadas y no se inscribe en la competencia por miedo a lo duro de los entrenamientos? ¡Cuánto sufren los atletas! ¡Cuántas privaciones se imponen! ¡Cuántos sacrificios! Y todo para ganar una medalla de oro. Pero, qué satisfacción más grande, qué honor tan maravilloso ser premiado ante todo el mundo con el oro, ¡qué gran gloria para el país! El que no quiere sufrir no se arriesga, pero tampoco consigue el oro. Vivir el sacramento del matrimonio es una gloria, un triunfo, que está al alcance de la mano de todos los que le piden a Dios su gracia.  ¿Puedes utilizar los sacramentales aunque no estén casados por la Iglesia?

Claro que sí porque los sacramentales nos llevan al sacramento. Ustedes tienen fe, aunque no sea una fe perfecta. Están abiertos a la bendición del Señor, van a misa, oyen la Palabra de Dios, rezan juntos, han bautizado a sus niños. Les falta comprender lo grandioso de vivir en gracia de Dios. Tienen el deseo de recibir el sacramento pero no se atreven por miedo a fracasar. La razón de esta incertidumbre es que les falta fe, como a San Pedro, que por falta de fe se iba hundiendo en las aguas. “¡Hombre de poca fe, por qué dudaste!” (Mat 14,31) le dice Jesús agarrándolo de las manos. Es necesario que ustedes dos crezcan en la fe teologal. El sacramento es el camino a la Vida Eterna. Si se quedan sin el sacramento, por mucho que se amen humanamente hablando, no realizarán el designio de Cristo: que sean sus testigos ante el mundo; además ponen en peligro su salvación eterna. Vivir unidos por la ley civil es en realidad “fornicación”, es obra de la carne (Gál 5,19). Podrán tener una familia feliz según la carne pero no gozarán de la acción todopoderosa del Espíritu Santo que nos da sus frutos, entre ellos “la alegría” y  “la paz”.

Los sacramentales les ayudarán a crecer en la fe y en el amor a Dios. Principalmente el rezo diario del Santo Rosario que con la jaculatoria de la Llama de Amor irá cegando el miedo al sacramento. Ese miedo es fruto de los espíritus malignos que atacan la inteligencia y el corazón. Ciegan el entendimiento, ensordecen los oídos a la Palabra de Dios, confunden los sentimientos provocando pleitos, división, mutuo rechazo, depresión, tristeza, inseguridad, temor. Los demonios provocan la ruptura de los matrimonios que no viven intensamente la fe. Principalmente el demonio llamado Leviatán provoca la división entre los cónyuges. Los sacramentales ayudan a vencer a los espíritus malignos contrarrestando su acción y presencia. Los animo a acercarse al Párroco y conversar con él su situación. El sacerdote es como un “sacramental viviente” porque a través de él Jesucristo actúa bendiciendo, enseñando, animando, fortaleciendo, alimentando a sus ovejas.

Los animo a orar juntos, especialmente el Rosario. Al invocar a María obtenemos todas las gracias que necesitamos. Coloquen en las habitaciones de sus casas el Santo Crucifijo y las imágenes sagradas y bendecidas porque rechazan la presencia de los espíritus malignos, lleven las medallas protectoras (Sagrado Corazón, medalla milagrosa, de San Benito, etc.), el escapulario. Utilicen los tres sacramentales agua, sal y aceite benditos y exorcizados para rechazar las presencias malignas. Deben tener en cuenta que  los sacramentales no remplazan el sacramento sino que son un camino al sacramento. Llegará el momento en que su alma y su corazón los llevarán a tomar la mejor decisión: vivir en santidad por la vivencia del sacramento del matrimonio, o a vivir en castidad, o a separarse si no es posible el matrimonio. El Señor siempre responde a los que actúan con rectitud de corazón.

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Un comentario

  • Antonia de León Esparza

    El tener miedo al fracaso ya con la palabra miédo no es De Dios aparte Que no hubo vida espiritual en su casa desde pequeña por eso entra el miedo Gracias estoy aprendiendo mucho más De Dios .

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