CARTA No.270: Desde Lima Perú, José dice: Soy joven, pertenezco a un movimiento juvenil de mi parroquia.

¿Es suficiente el sacramento de la confesión para quedar liberado de la acción de los espíritus malignos? Yo me confieso con frecuencia, ya no sé qué más decir al sacerdote, y sin embargo estoy dominado por un espíritu de sexualidad. Abuso de mi cuerpo con frecuencia; hay una fuerza que me obliga a hacerlo. Yo no quiero pero dentro de mí hay algo que me arrastra. Yo quiero ser un buen cristiano y guardar los mandamientos de la Ley de Dios. Es lo mismo con la pornografía. Estoy atado, hay una fuerza que siento en el pecho que me lleva a ver pornografía. Esto me agobia, me quita la paz, no vivo en paz a pesar de que me confieso. 

Respuesta: La vida del discípulo de Cristo es una permanente lucha contra las tentaciones que provienen del mundo, del demonio y de la carne. El sacramento de la reconciliación no tiene como objetivo suprimir los ataques de los espíritus malignos. Sin embargo, antes de darte la absolución, el sacerdote puede hacerte un pequeño exorcismo contra los espíritus malignos de lujuria que te están obsesionando. Esto es muy eficaz para quebrantar las atracciones persistentes. Cuando vamos a los pies del sacerdote vamos a los pies de Cristo para recibir su misericordia y quedar espiritualmente sanados y fortalecidos en el combate espiritual. El sacramento tiene efecto en la medida en que hay de nuestra parte profundo arrepentimiento y la firme voluntad de renunciar a todo lo que ofenda a Dios. Muchas veces la confesión no produce grandes efectos porque se recibe sin preparación y sincero arrepentimiento. Este maravilloso sacramento es un instrumento formidable contra la acción diabólica, no la elimina pero sí la quebranta y disminuye. Igualmente la sagrada comunión al cuerpo y sangre de Cristo nos alimenta con el Pan de Vida, nos sana espiritualmente y nos fortalece. Sin embargo no nos exime totalmente de la influencia del maligno.

¿Serán ineficaces? ¡No! ¿Por qué permite el Señor que el Demonio nos perturbe tanto? La respuesta es: para que ganemos méritos para la Vida Eterna. La tentación es una ocasión para que crezcamos en santidad. Dios la permite para nuestro mayor bien. Es necesario utilizar todos los medios que la Iglesia pone a nuestra disposición para que enfrentemos victoriosamente al maligno que nos asedia. No basta la confesión, ni la comunión. Jesús dice que debemos vivir intensamente la fe para vencer a Satanás. Oración, ayuno, vigilancia personal, penitencias, guarda de los mandamientos, escucha de la Palabra de Dios, Sacramentos, sacramentales, oraciones de liberación, exorcismos, ayuda fraterna, entrega total de sí mismo a Jesucristo, alejamiento de las ocasiones, participación en la vida eclesial, etc. nos protegerán contra la tentación. Las desviaciones inmorales que el hombre y la mujer experimentan en el ámbito de la sexualidad manifiestan la presencia de diversos demonios. En los exorcismos se ven obligados a dar su nombre. Entre ellos tenemos a uno llamado “Deseo” que está en los ojos y abre las puertas a los demás. Otros se llaman: Asmodeo, Lilith, Kundalini, lujuria, adulterio, fornicación, promiscuidad, pornografía, homosexualidad, lesbianismo, masturbación, etc. Ellos dicen dónde están. Con frecuencia los encontramos en los ojos, manos, genitales, el recto, la vagina, columna vertebral y otras partes del cuerpo. 

En tu caso personal creo que necesitas oraciones de liberación para quebrantar su influencia. Debes fortalecerte con todos los medios antes mencionados. Especialmente la jaculatoria de la Llama de Amor y el Rosario son los instrumentos que la Virgen te da para debilitarlos y expulsarlos. Somos consagrados a Dios por el bautismo y templos del Espíritu Santo. Los espíritus malignos buscan sojuzgar la mente y los sentidos para tener una puerta abierta por la cual penetrar y profanarnos. El discípulo de Cristo debe estar bien formado en la moral. Saber lo que es pecado en materia de sexualidad. La ignorancia hunde en la duda y lleva al pecado. La masturbación es pecado, profana el cuerpo, lo saca del dominio de Jesucristo. Igualmente la pornografía. El demonio “Deseo” que está en los ojos abre el alma a los espíritus malignos de lujuria. El cuerpo y la intimidad, creados por Dios, son rebajados a la condición de objetos de placer y espectáculo comercial. Los pecados de lujuria producen grandes sentimientos de culpabilidad. La Virgen protege la mente y el corazón contra la acción de estos demonios. Rompe sus cadenas y los expulsa. Ella cegará a Satanás. Todos los jóvenes deben conocer la Devoción a la Llama de Amor.

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