CARTA No.103: ¿Cómo actúa el efecto de gracia. Ud. dice que cuando uno experimenta la tentación debe repetir muchas veces la jaculatoria?

Juan de México dice: Quiero que me explique cómo actúa el efecto de gracia. Ud. dice que cuando uno experimenta la tentación debe repetir muchas veces la jaculatoria.

Respuesta: No soy yo quien lo dice. Es la Virgen. Además no pide que sea solamente durante la tentación. Ella pide que sea como una “respiración permanente”. Pedir que el “efecto de gracia de su Llama de Amor se derrame sobre toda la humanidad ahora y en la hora de nuestra muerte” no debe ser solamente un recurso que hay que emplear cuando viene la tentación. Debe ser una respiración constante. Jesús dice que debemos orar sin interrupción para no caer en la tentación (Lc 18,1). Con esta expresión la Virgen quiere introducirnos en la oración contemplativa permanente. Nuestra alma ”respira” todo el tiempo “Dios” así como nuestros pulmones inspiran y expiran constantemente el aire. En vez de llevar pensamientos o reflexiones o sentimientos o emociones de todo tipo, nuestra alma y corazón van repitiendo la jaculatoria todo el día y en la noche durante el sueño. Es el fruto de la “oración del corazón” tal como lo explica la tradición hesicasta del oriente. Es la oración constante. Para entender la acción de la jaculatoria hay que ver cómo actúan los espíritus malignos. Los demonios buscan controlar el pensamiento y los sentimientos para que esa inteligencia y voluntad que Dios nos dio al crearnos en vez de alabar todo el tiempo al Creador se ocupen de cosas de poco valor. Eso es lo que interesa a los espíritus malignos: distraernos.

Así mantienen vacías de Dios las dos facultades (inteligencia y voluntad) pensamientos y sentimientos. Al mantenerlas vacías entonces encuentran el campo abierto para introducir pensamientos y sentimientos que nuestra persona no puede controlar. Jesús dice que es del corazón que brotan “las intenciones malas fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre” (Mr 7,21-23). El mundo moderno está lleno de ruidos cacofónicos. Música estridente, juegos virtuales obsesivos, infinidad de ocasiones para que el alma “viva fuera de sí”. No hay silencio interior. La Virgen nos da el instrumento para producir ese silencio del alma que nos permite contemplara Dios. Al repetir constantemente la jaculatoria los espíritus malignos no pueden introducir en nosotros sus inspiraciones perversas. Los espíritus malignos trabajan para “desviar” las facultades del alma fuera de su destino fundamental que es la glorificación permanente del Señor. Todo ser humano está destinado por su constitución psicobiológica (alma y cuerpo) a adorar, alabar, glorificar constantemente a su Creador.

En otras palabras a mantener una vida permanente de intimidad amorosa con el Dios vivo que nos habita. Es notorio que los esposos verdaderamente enamorados el uno del otro llevan en su corazón el fuego ardiente que los hace pensar todo el tiempo en el ser amado. Esos amores humanos sublimes son tan poderosos que realmente funden dos almas en una sola. Se cumple lo que dice la Biblia: “serán los dos una sola carne”. Místicos son aquellos en los que el Espíritu Santo actúa de tal manera que su inteligencia y voluntad están completa y permanentemente unidos, fundidos, con la Santísima Trinidad. Es la gracia de la contemplación permanente de Dios. Ese es el objetivo del efecto de gracia. Por eso el Demonio queda cegado cuando lo enfrentamos siempre con la Llama de Amor. Jesús le dice a Isabel: “mira mis ojos. Soy Yo quien ciego a Satanás en ti con mi mirada”. Podríamos equivocarnos si reducimos la finalidad de la devoción al Corazón Inmaculado de María a una simple victoria de su Llama de Amor contra Satanás. La razón última de esta Devoción se resume en la oración que Jesús enseña a Isabel: “Que nuestros pies vayan juntos…que nuestras miradas se compenetren profundamente fundiéndose la una en la otra….” .

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