LOS ESPOSOS CATÓLICOS DEBEN EDIFICAR UNA FAMILIA SEGÚN JESUCRISTO

Los “Guías de alta montaña”  se someten a una sabia disciplina que los convierte en expertos en la escalada de las más difíciles cumbres del mundo. No son escaladores aficionados. Son profesionales de gran calidad. Para ejercer su peligrosa profesión necesitan años de pesados entrenamientos y un título reconocido por los Gobiernos. Su trabajo consiste en capacitar a los deportistas aficionados hasta convertirlos en verdaderos alpinistas y en guiar las expediciones que ascienden hacia los picos de las altas cordilleras. Es una profesión muy riesgosa. Saben a qué se enfrentan. Cuando les llega el momento de partir hacia las cumbres no los detiene nada.  Ni las fatigas, ni los dolores, ni las privaciones. Aceptan con gozo todos los sufrimientos y son capaces de hacer cualquier sacrificio, hasta el de la propia vida, para cumplir con sus objetivos y hacer honor a su profesión. Ellos tienen un firme propósito en lo más profundo de su corazón que los sostiene y anima en medio de las borrascas del camino: llegar a la cumbre. 

La vida del cristiano, del discípulo de Cristo, es parecida a la de un Guía de alta montaña. De manera especialísima la de los padres de familia. De ellos depende “entrenar” a  sus hijos para la escalada del reino de los Cielos. Quienes se sienten llamados por Dios a formar una familia deben emprender este “ministerio” con gran decisión. En el fondo de su alma deben haber formulado un firme propósito: el de edificar una familia tal como el Padre celestial la desea. Esta sólida decisión les ayudará a subir hasta la cumbre sin desfallecer en medio de las borrascas de la vida. ¡Y qué duras y dolorosas son algunas!  Tan duras que la tentación de abandonar el propósito se vuelve obsesiva. Muchísimos “católicos” emprenden una familia y al cabo de unos años se separan. Su propósito no estaba sólidamente asentado sobre el poder del Espíritu Santo. Solamente contaban con los sentimientos y emociones del corazón humano.

Destruida la familia sus hijos con frecuencia se precipitan en los abismos de las “montañas” por falta de un experto guía.  En el Diario Espiritual de la Llama de Amor Nuestro Señor Jesucristo es el Guía de alta montaña. Desde las primeras páginas comenzará entrenando a Isabel hasta  convertirla en una experta. Igual que los alpinistas noveles esta madre de familia común y corriente tendrá que ir paso a paso subiendo la montaña de manera dolorosa hasta llegar a la cumbre de la más alta santidad. Los peligros y ataques que deberá enfrentar son impresionantes. Las fuerzas espirituales negativas que la atacan son despiadadas. Si no hubiera tenido en el fondo de su corazón el firme propósito de seguir a Jesucristo no hubiera aguantado. La Virgen pide a los padres de familia católica el firme propósito de edificar una familia según la desea el Corazón de Su Hijo. Les pide que renuncien a edificar la  familia “a su manera” y que asuman la manera de pensar, de sentir y de actuar de Cristo Jesús.  

Muchos dicen ser cristianos a “su  manera”.  Es decir no son verdaderos discípulos de Cristo. Por ese motivo fracasan en su vida privada y destruyen sus hogares. El mundo, el demonio y la carne son los tres enemigos de la “excelencia” de la vida cristiana. Lo primero que Jesús nos pide es que renunciemos a ser discípulos “a nuestra manera” para convertirnos en verdaderos discípulos suyos. Esto es para todo: en primer lugar a renunciar a la propia voluntad. La decisión fundamental es la de formar un objetivo:  edificar una familia verdaderamente según Cristo. La de someter todo a Cristo, especialmente la relación de amor entre los cónyuges y la sexualidad como instrumento de dar la vida a los futuros miembros del Reino de los cielos. El resto es importante pero secundario. Necesitan los esposos documentarse estudiando  en el Catecismo Católico los término “vida, amor, continencia, castidad, aborto, etc..”  para adquirir los criterios que les  ayudarán a actuar como verdaderos discípulos de Jesús.

Cargamos la cruz de Cristo cuando nos sometemos a sus criterios. Cargamos la cruz del mal ladrón cuando dejamos de lado la de Cristo para fabricárnosla a nuestra medida. La enseñanza de los Papas sobre el uso de los anticonceptivos es iluminadora. Nos dicen que no es correcto la utilización de los medios químicos para evitar los hijos. Nos apartamos del pensamiento de Jesús. La mayor parte de estos productos son abortivos. Igualmente la llamada inseminación artificial es gravemente pecaminosas porque además de salirse del camino natural de la fecundación implica la muerte de varios embriones, lo que es equivalente a abortar. Cuando los cónyuges renuncian a los deseos y pensamientos propios o ajenos que se oponen a la voluntad de Dios reciben las grandes bendiciones. La Llama de Amor nos lleva a estas renuncias, muy dolorosas y difíciles algunas, pero que tienen como fruto la paz, la santidad y la felicidad.

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