LA LLAMA DE AMOR NOS PROTEGE, NOS DEFIENDE Y NOS AYUDA A VENCER A SATANAS (1)

La devoción a la Llama de Amor nos protege de los ataques del Maligno y cuando somos atacados, nos defiende. El efecto de gracia nos lleva a prever los futuros ataques para impedirlos de antemano. Es una gracia de protección, defensa y ataque contra el príncipe de este mundo. La vida del cristiano es una “milicia”. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se nos habla de esta guerra a muerte entre dos contendientes: la luz y las tinieblas. Ya en el prólogo de su Evangelio San Juan nos dice que las tinieblas combatieron a la Luz pero no pudieron vencerla. Los católicos debemos abrir los ojos y reflexionar profundamente sobre la historia de la humanidad desde este punto de vista. Las tinieblas quieren destruir la Luz para establecer su reino. Si nos habituamos a mirar todo lo que nos sucede con este “lente” comprenderemos mejor la historia del mundo y la nuestra propia. 

En la Iglesia en general, en estos últimos tiempos, ha habido un enceguecimiento, tanto en los pastores como en los fieles, acerca de la doctrina sobre la acción diabólica. Esto es muy grave porque si no vemos al enemigo y si no conocemos sus objetivos y sus tácticas, estamos derrotados. Si el pastor niega la existencia del lobo y lo confunde con un perro el lobo terminará por devorar el rebaño. La pastoral de la Iglesia, sin caer en la obsesión, debe partir precisamente de lo más urgente: detectar al lobo, enseñar a los fieles a defenderse de sus astucias y perseguir al lobo hasta alejarlo en cuanto sea posible del rebaño. Desgraciadamente las estrategias del lobo han penetrado en la mente de muchos pastores que han convertido la pastoral en “un montón de pastorales” en las que frecuentemente lo más importante es la “acción humana”. No se va a la raíz del problema.  Son innumerables los ejemplos. Para lo que nos atañe con la Llama de Amor debemos tener en cuenta un principio básico: “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo” (1 Jn 3:8). 

Toda la acción pastoral de Jesús parte de este principio: al evangelizar y anunciar el Reino de Dios el Señor hace siempre dos cosas que van inseparablemente unidas. Sana espiritual y físicamente expulsando los demonios. Sana y exorciza poniendo en evidencia que detrás del mal está el maligno. Ejemplos: el pecado de Adán y Eva, las desgracia de Job, la mujer encorvada, Ananías y Zafira, Judas, etc.  En el Diario Espiritual vemos cómo Isabel desde los primeros párrafos se nos presenta sumida en la oscuridad de un tremendo combate: “la lucha era larga, espantosa, se me crispaban los nervios”.  En todo el Diario se nos habla de este enfrentamiento de Satanás contra Isabel. Jesús y María son los maestros que le hablan a Isabel del Demonio. Ellos le dan el instrumento para cegarlo. A través de la historia de Isabel Kindemann el Señor llama a los Obispos, Sacerdotes y a todos los fieles, a tomar muy en serio la acción de los espíritus malignos y de manera particular la gracia de la Llama de Amor. 

Los padres de familia deben abrir los ojos y asumir su gran misión de pastores en el interior de su pequeña “iglesia doméstica”. Ellos también están llamados a imitar a Jesús sanando y liberando a sus hijos de la acción del maligno. La primera gracia que Isabel recibe tal como el Diario Espiritual lo relata es un encuentro vivo, íntimo con Jesús sufriente.  “Hace tanto tiempo que te esperaba”. Jesús se le presenta “con el rostro desfigurado y su cuerpo torturado”. Le pide dos cosas: “Cree en Mí y adórame”. “Renuncia a ti misma”. Es toda una iluminación interior la que esta madre de familia va a recibir. Debe ante todo a renunciar al pecado, a arrepentirse y a reparar. Con gran paciencia Jesús y María van “educando” a Isabel en el camino de su propia conversión. Le van dando los instrumentos para lograrla y la van fortaleciendo en medio de los sufrimientos que este camino de santidad exige. La conversión exige la renuncia a Satanás tal como el Bautismo lo pide. No se puede seguir a Cristo sin el repudio sincero al príncipe de este mundo. 

Este abusivo patrón se cree con derechos sobre Isabel y la atormentará de manera inaudita para hacerla volver a su reino de tinieblas. La vida de esta sierva de Dios, como la de innumerables santos, es un combate lleno de sufrimientos contra las huestes del maligno. La gracia de la Llama de Amor no nos exime del dolor, de la cruz, de las humillaciones. El combate para liberar nuestras personas y nuestros hijos de la acción Satánica dura toda la vida y es doloroso porque es el seguimiento de Cristo: “el que quiera venir en pos de Mí que cargue con su cruz y me siga”. A muchos padres de familia se les olvida esto. Están acostumbrados a un cristianismo “light”. Piensan que es posible vivir con un pie en Cristo y otro en Satanás. Lo primero que hace la gracia de la Llama de Amor es ayudarnos a descubrir el pecado en nuestras vidas y a rechazarlo definitivamente.

Comparte la Llama de Amor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *