LA DEVOCIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

LA SANTA MISA:

La más importante de las expresiones prácticas de la devoción a la Llama de Amor es la celebración de la Sagrada Eucaristía. La presencia del Señor en la vida eclesial reviste diversas formas. La más importante de estas presencias de Jesús en medio de su Pueblo es sin duda alguna la celebración litúrgica. La Sagrada Eucaristía es la presencia de Cristo por excelencia en el corazón de la Iglesia y de las familias católicas. La misa es lo que más ayuda a cegar a Satanás. El sacrificio eucarístico es la expresión más perfecta del misterio de la Llama de Amor ya que es Jesucristo quien se entrega al Padre como Hostia de reparación y satisfacción por nuestros pecados. Si queremos que el mundo se salve es preciso que el “efecto de gracia” llegue a todos los hombres. 

El “efecto de gracia” es el misterio de la Redención: es el amor infinito de Jesucristo para todos y cada uno de los hombres en el momento de su muerte en la Cruz. En una síntesis perfecta debemos decir: ¡es la Sangre de Cristo! Lo que constituye lo esencial de la gracia de la Llama de Amor es el acto de voluntad de Jesús de entregarse al Padre por nosotros en el momento de morir. En ese momento el reino de Satanás cae derrotado, destruido, ciego, aniquilado. Su Imperio de las tinieblas es destruido. Por eso la Virgen María dice: “Yo el Rayo hermoso de la Aurora cegaré a Satanás”.  María está perfectamente unida a Jesús su Hijo en el sacrificio del Calvario. 

Es de urgentísima necesidad que las familias católicas redescubran la misa, su infinito valor, su formidable impacto sobre cada uno de sus miembros, el poder único que tiene contra Satanás y sus demonios. La misa es la principal devoción de Isabel. Debe ser la principal devoción de cada cristiano, y especialmente la misa dominical. El más importante trabajo evangelizador de los padres de familia es instruir y educar  correctamente a sus hijos sobre la Santa Misa, para que la comprendan, la amen y hagan de ella su principal devoción. El fruto de la devoción a la Llama de Amor, más deseado y el más importante para toda la Iglesia y toda la humanidad es la renovación de la Fe en la Eucaristía.

 LA COMUNIÓN AL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

 La celebración litúrgica de la misa nos lleva al culmen de ese misterio de la La Llama    de Amor que es la comunión al Cuerpo y Sangre de Jesús. El alma es alimentada y cubierta con la Sangre de Cristo y se hace una sola con Él:  “ ¡Ya no soy yo quien vivo sino que es Cristo quien vive en mí!”. Aquí cabe la preciosa oración que Jesús da a Isabel: “Que nuestros pies vayan juntos, que nuestras manos recojan unidas, que nuestros corazones latan al unísono, que nuestro interior sienta lo mismo, que el pensamiento de nuestras mentes sea uno, que nuestros oídos escuchen juntos el silencio, que nuestras miradas se compenetren profundamente fundiéndose la una en la otra, y que nuestros labios supliquen juntos AL ETERNO PADRE para alcanzar misericordia”. 

En estos últimos tiempos la crisis de Fe en la Iglesia ha llevado a un oscurecimiento de la Eucaristía en cuanto celebración y de la comunión al Cuerpo y Sangre de Cristo. La inmensa mayoría de los católicos han perdido la Fe en la presencia real de Señor, no van a misa, no comulgan. Solamente un diez por ciento a nivel mundial creen y son fieles. Es indispensable revertir este desastre; el gran milagro de la Llama de Amor está precisamente aquí, en transformar los corazones y volverlos amantes de la Eucaristía, del Cuerpo y la Sangre del Señor.  Debemos poner todo nuestro empeño en llevar a todas las familias a redescubrir la Santa Misa. La renovación litúrgica en cada Parroquia debe ser fruto de la Llama de Amor.

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