LA METODOLOGÍA DE JESÚS Y DE MARÍA

La Virgen desea que la familia de Isabel se convierta en un Santuario donde su Hijo reine. Sin embargo no le da un “manual”. No le dice, mira para establecer la Llama de Amor de mi Corazón Inmaculado en tu familia y en las demás familias, tienes que hacer primero esto, después eso y más allá aquello. ¡Qué fácil hubiese sido si Nuestra Señora hubiese procedido así! La pedagogía del Cielo es diferente a la nuestra. Las primeras páginas del Diario nos muestran a una madre de familia agotada, casi desesperada, en medio de un ataque terrible de los espíritus malignos que quieren llevarla al abandono de la Fe. Isabel en las primeras páginas de su Diario habla de una “lucha espiritual larga, espantosa…”. En medio de esta tortura que dura tres años empieza a orar con profundo fervor. Comienza a oír la voz de Jesús que se le va revelando gradualmente.

El Señor no le pide que se entregue a prácticas devocionales concretas, le pide actitudes del corazón. Isabel entra en la “escuela del Divino Maestro” donde Jesús la va formando al amor; le pide renuncia a sí misma, aceptación de sufrimientos, entrega total a Él, desprendimiento del mundo, gran humildad, arrepentimiento profundo de los pecados propios, de los de su familia, del mundo entero, y además pide reparación de los pecados. Jesús le va exigiendo cada vez más: “no te canses nunca de contemplar mis Santas llagas”, le pide “adoración al Santísimo Sacramento”, oración nocturna por el alma de los sacerdotes que están en el purgatorio, intercesión por la conversión de los pecadores, que solicite gracias para sí misma y para otros,  que consagre su familia a su Sagrado Corazón, que no se separe nunca de Él en su obra redentora, que ayune a pan y agua cada jueves y viernes; le ofrece grandes sufrimientos y le pide que los acepte; que renuncie al sueño y que cada noche se levante y durante dos horas haga vigilia de oración…

María Santísima le dice “adora y repara a mi querido Hijo”, acepta con amor las humillaciones, dolores y sufrimientos que el Señor te enviará para el triunfo y expansión mundial de la Llama de Amor;  le pide que ame profundamente a la Iglesia y esté en comunión y obediencia a los legítimos pastores. La invita a tener una fe profunda en el poder de la oración y del sacrificio para obtener las gracias; una total confianza en el poder de Nuestro Señor Jesucristo y de Ella misma en el combate contra Satanás. Pide la Hora Santa de Reparación en la Familia; que enciendan todos los corazones en todo el país. Como vemos estas peticiones de Jesús y de María van directamente a lo profundo del alma. Más que prácticas concretas de devoción Jesús y María piden en primer lugar actitudes del corazón.

Las prácticas vendrán después y tendrán muchísima importancia en el proceso permanente de conversión del hogar en un Santuario de la Llama de Amor. Las devociones, por muy ricas y bellas que sean, corren el peligro de estancarse y de morir cuando se pone el énfasis en las prácticas concretas y no en el desarrollo de las actitudes del corazón. Si el rezo del Santo Rosario no está inspirado en un amor profundo a la Virgen María y a la Palabra de Dios, se puede convertir tanto para los niños como para los adultos en un momento aburrido del cual todos huyen.  Comprendamos que el camino de la Llama de Amor es ante todo un encuentro místico, vivo, profundo, palpitante con los Sagrados Corazones de Jesús y de María.  Todas las prácticas concretas que iremos pepenando de las páginas del Diario Espiritual y de la vida de Isabel tienen ese objetivo, que nuestra devoción nos lleve a la intimidad permanente con Cristo y su Madre.

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