LOS PÁRROCOS Y SACERDOTES DEBEN ENTREGAR LA LLAMA DE AMOR

Para establecer en las familias el “efecto de gracia de la Llama de Amor” la Virgen María nos enseña que la Parroquia es el punto de partida.  Parroquia y familia son los dos polos a partir de los cuales esta gracia se debe encender y desarrollar hasta convertirse en el reguero de pólvora que ha de incendiar e iluminar la tierra. Nos habla directamente de la fiesta de la Candelaria en donde los sacerdotes deben pasar esa Llama encendiendo las candelas a los fieles (DE 4-5-1962). Éstos la deben llevar a su casa y transmitirla en el seno del hogar a los demás miembros y así comenzar la oración en familia. Es llamativo que Nuestra Señora está hablando en presente pero con una visión de  futuro, ya que en el momento en que da estas indicaciones a Isabel la Iglesia es perseguida en Hungría.

Recordando la historia de esta noble nación húngara nos damos cuenta de que fue víctima, durante largos años, en primer lugar de la política de la Alemania nazi y sobre todo más tarde,  de la opresión del comunismo ateo militante  promovido por la unión soviética (1945-1989) que buscaba la erradicación de la religión según las teorías de Lenín. Varios obispos fueron perseguidos, encarcelados y torturados, entre ellos el Cardenal Mindszenty, muchas iglesias y conventos fueron cerrados, las congregaciones religiosas suprimidas, las escuelas católicas fueron confiscadas, muchos sacerdotes y religiosas asesinados, otros huyeron del país (entre ellos el P. Gabriel Rohna que se trasladó a Ecuador, en donde tradujo el Diario Espiritual al español e inició el Movimiento de la Llama de Amor), no se permitían reuniones, no hubo libertad de culto.

 El régimen comunista reprimió brutalmente a pueblo húngaro cuando intentó recuperar su libertad en diversas ocasiones. Este noble pueblo no alcanzará la libertad sino hasta en 1989 cuando fue abolido el régimen socialista soviético. En este clima recibió Isabel Kindelmann la gracia de la Llama de Amor, como una luz en medio de la oscuridad. Las profecías de la Virgen de Fátima se cumplieron: “Si no se convierten Rusia expandirá sus errores…” Los doce sacerdotes a quienes María confía su Llama de Amor no todos se conocieron, ni se pudieron reunir como un grupo, ni tuvieron libertad para transmitir la Llama de Amor.  Las reuniones religiosas estaban vigiladas.  Cada uno hizo lo que pudo para transmitir la gracia. María mira hacia el futuro de la pastoral del mundo entero: le toca a los Párrocos expandir la gracia de la Llama de Amor, darla a los fieles para que éstos la lleven a las familias y éstas se transformen desde el interior. El papel del párroco es fundamental en el plan de la Virgen María.

La Llama de Amor es una gracia para la Iglesia Universal y no una devoción privada. Es la Iglesia misma la que debe entregarla a todos los fieles, no sólo en la Iglesia católica, sino también a los no católicos y a los no cristianos. Es una llamada universal a toda la humanidad. Si bien es cierto que la Llama de Amor debe ser transmitida de corazón a corazón, el punto de partida debe ser el Obispo y después los párrocos. Las prácticas devocionales que Jesús y María piden a Isabel están primordialmente ligadas a la Parroquia y reciben su fuerza espiritual de la vida comunitaria parroquial. En la medida en que las familias tengan vida parroquial  el Santuario Familiar se irá convirtiendo en una verdadera escuela de vida cristiana.

Las familias que vivan intensamente las gracias de la Llama de Amor fortalecerán su Parroquia ya que las enseñanzas de Jesús y María van directamente orientadas al corazón de los valores de la comunidad cristiana. Uno de los principales apostolados de los miembros del Movimiento de la Llama de Amor es el de informar debidamente a sus párrocos de todo lo referente a esta gracia. Muchos sacerdotes tienen ideas equivocadas, entre ellas que la Llama de Amor no está reconocida por la Iglesia y por ese motivo le tienen desconfianza. El Cardenal Primado de Hungría la ha oficialmente reconocido, numerosos Obispos lo han han hecho en sus diócesis. El proceso pontificio está en marcha. Cuando el Papa la reconozca y la proponga de manera “oficial” este instrumento de liberación espiritual de la Iglesia dará los frutos que el Inmaculado Corazón ha profetizado.

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