El principal apostolado de los progenitores está en el seno de su hogar

En el Diario Espiritual Jesús llama a los padres y madres de familia a colaborar con Dios en la creación. Esa colaboración es doble: engendrar biológica y espiritualmente a los hijos. Biológicamente dándoles la vida física y espiritualmente transmitiéndoles la Fe. En primer lugar el respeto a la vida. El niño no pertenece a los padres biológicos: es ante todo un hijo de Dios que el Creador confía a sus cuidados. Engendrar a un hijo es una grandiosa responsabilidad de la que Dios pedirá cuentas. Abortar a un niño es radicalmente a la vocación de la paternidad y maternidad. en segundo lugar la gran misión de introducirlo y guiarlo en el camino a la santidad cristiana. 

El Diario Espiritual tiene un objetivo: formar espiritualmente a los padres de familia para que puedan cumplir su vocación de pastores de sus hijos. En las Pág. 233 – 234 Jesús compara el valor del trabajo de las madres de familia al sacerdocio. “El trabajo de Uds. no es de menor valor que el trabajo de las personas elevadas a la más alta dignidad sacerdotal. Entiendan ustedes, madres de familia, la sublime vocación que les he confiado. Ustedes son las llamadas a poblar mi Reino y llenar los puestos de los ángeles caídos. De su corazón, de su regazo parte cada paso de mi Santa Madre Iglesia. Mi Reino va creciendo en la medida en que ustedes, madres, se ocupan de las almas creadas. Ustedes tienen el trabajo más grande y que reclama mayor responsabilidad. Sean plenamente conscientes de que he puesto en las manos de ustedes el trabajo de conducir multitud de almas a la salvación”. 

En el plan de la Redención, la mujer y en especial aquella que es madre, tiene una vocación extraordinaria: conducir a sus hijos a la patria celestial. No podemos considerar que estas palabras sean excluyentes para los padres de familia varones. Hombre y mujer son “una sola carne” no sólo en  la intimidad matrimonial, sino también en todo lo que respecta a las responsabilidades hogareñas. Los papás tienen igual responsabilidad que las mamás en la evangelización de los hijos. Sin embargo a la mujer, por estar en el corazón del hogar y en permanente contacto con los niños, Dios la ha dotado de gracias especialísimas para infundir en ellos el amor a Dios. Para los padres (varones) Jesús habla de una especial bendición: “A aquellos padres que en esta gran obra de la creación colaboran Conmigo y aceptan mi santa voluntad, denles en cada ocasión una especial bendición. Esta bendición es única y sólo se puede dar a los padres de familia. Al nacer cada hijo derramo gracias extraordinarias sobre estas familias.”

La familia según Jesucristo hace al hombre y a la mujer “corresponsables» en el misterio de la santificación del hogar. Cada uno tiene sus propias gracias orientadas a la finalidad que Dios ha dado a la familia: la salvación de las almas. Llegamos a la conclusión de que el principal apostolado de los progenitores está en el seno de su hogar. Si los padres cumplan a conciencia su deber de educar la fe de sus hijos han hecho el mejor apostolado. Cuando se descuida la familia para privilegiar otros valores menos importantes (trabajo, vida social, diversión, amistades, deporte, etc. etc …) viene el desastre espiritual de los hijos. La ausencia de los padres explica la perdición de legiones de jovencitos que se despeñan en los vicios y la muerte de la fe. Es indispensable que los padres de familia. 

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