EL PADRE DE FAMILIA DEBE SER EL PRINCIPAL PROMOTOR DE LA LLAMA DE AMOR EN EL INTERIOR DEL HOGAR

Para que la Llama de Amor tenga éxito transformando a las familias desde el interior es indispensable que los cónyuges, hombre y mujer, la acojan en su hogar de manera consciente y comprometida. Las cosas a medias funcionan mal y dan pocos frutos. Que una o dos personas “recen” el rosario en la familia no significa que se haya acogido a la Llama de Amor en el hogar. El Evangelio nos habla de la batalla en el interior de las familias cuando nos dice: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa (Mt. 10:34–39)”. 

El texto evangélico se refiere a la familia judía en la cual unos creen en Jesús y otros lo rechazan. En la familia católica este problema no debería darse porque al recibir el Sacramento del Matrimonio los cónyuges están proclamando públicamente que van a vivir según Cristo. Jesucristo dice: “sea la venida de mi Reino la meta de sus vidas” (DE 8 Ag. 1962). Sin embargo hay una grandísima anomalía en la época que estamos viviendo. La mayoría de los hombres no asume su papel de Cabeza de la Iglesia Doméstica que es la familia. Dicen: la religión es “cosa de mujeres”. El hombre se ocupa de cosas más serias e importantes. ¡Como si guiar a la familia en las relaciones con Dios no fuera lo más importante! La ausencia del hombre como “Sacerdote” de esa Iglesia Doméstica es la raíz más profunda de la crisis de la familia en la Iglesia Católica.  

Los varones no quieren asumir el papel que en el plan de Dios les corresponde: el de hacer presente a Cristo en el matrimonio (Ef 5,22-33). Es erróneo que la mujer sea la cabeza del hogar. No es bíblico. Es interesante que Isabel Kindelmann es viuda. Cualquiera diría que ella, viuda, es la cabeza de su familia. ¡Pues no!, no es Isabel la cabeza de familia. En el Diario Espiritual es Cristo la cabeza de la familia de Isabel Kindelmann! Cristo la orienta, la guía, la aconseja, la consuela, la fortalece, la corrige, la protege del ma- ligno, la socorre, y es su providencia para todo lo material. Cristo hace el papel de es- poso de Isabel, haciendo en cierto sentido, presente, a su marido difunto. Dios quiso que el esposo muriese para enseñarnos que en el matrimonio cristiano el esposo representa a Cristo. En la expansión de la Llama de Amor hombre y mujer deben funcionar “como una sola carne”. Sería el padre de familia el que en cada reunión de ora- ción familiar encendiera la candela bendita y pasara a todos los de su casa la Llama de Amor. 

En la realidad cotidiana del hogar son las mujeres las más sensibles y las que se adelantan a conducir y vivir esta espiritualidad, pero eso es imperfecto. La sabiduría de las mujeres las debe llevar a darle a su esposo el lugar que les corresponde: el de cabeza espiritual de la familia. Muchas veces esto parece casi imposible porque muchos hombres están sumamente alejados de Dios. Sin embargo, cuando la mujer suplanta al hombre, lo anula. Éste se sienta cómodamente a observar, o sufre molesto la intromisión religiosa en su casa. El hombre es quien debe evangelizar a su esposa e hijos; los debe conducir a Cristo, debe velar por la santificación de los suyos, por la salvación de sus almas. Sin embargo casi siempre el hombre no se siente a la altura. Es en estas circunstancias cuando la mujer debe animarlo y ayudarlo sin pretender suplantarlo y anularlo. Muchísimos varones tienen que ser evangelizados en el interior de la pareja y puedan entonces sentirse felices de conducir su hogar como Cristo conduce a la Iglesia universal.

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