CARTA No.265: Me llamo Rolando. Tengo cuarenta años. Vengo de una familia que ha practicado mucho la brujería. Soy de Panamá.

Leí la carta No.263 de la Sra. Socorro, que también es de Panamá. Coincido con ella. En mi país hay enormemente brujería. Mucha gente tiene su “brujita” como si fuera su consejera espiritual. No hacen nada sin consultar a su brujita. Dependen de ella, para todo. Lo ven como natural, como tener un médico de cabecera. Al leer sus comentarios he ido cayendo en la cuenta de lo grave que es la bujería para la vida del cristiano. Yo he sido católico a mi manera, pero ahora quiero ser católico de verdad. Es difícil ser católico cuando se ha vivido de generación en generación creyendo en brujería y en supersticiones. A mí me preocupa mucho eso de las herencias ancestrales. ¿Qué opina Ud. de eso? ¿Será cierto que se pasan los espíritus malignos, las maldiciones, de generación en generación? ¿De qué sirve la Llama de Amor en estos casos? ¿Las oraciones de liberación? 

Respuesta: Es necesario ir a la Palabra de Dios para tener los criterios Cristo y de la Iglesia frente al mundo de las tinieblas. No debemos dejarnos llevar por las opiniones de personas que no son verdaderamente cristianas. Igualmente muchas publicaciones afines al esoterismo o a la magia están llenas de enseñanzas erróneas que nos van a desviar del recto camino. Debemos acoger las enseñanzas de la Palabra de Dios y creer en ellas. La primera gran enseñanza es que es abominable a los ojos de Dios todo recurso, toda creencia en los poderes de las tinieblas. Es necesario e indispensable cortar radicalmente con todo lazo de brujería. Numerosos textos bíblicos maldicen a los “brujos” y “brujas”, es decir a aquellas personas hombres o mujeres, que pactan con los demonios y utilizan sus poderes para obtener beneficios o maleficios. Practican las llamadas “magias” negra, blancas y de diversos colores. Todas esas cosas son diabólicas, satánicas e intrínsecamente perversas y destructoras de paz del corazón. Las personas que tienen sus “brujitas” como consejeras caen completamente bajo su poder. Se convierten en esclavas espirituales y están a la merced de sus caprichos.

Además de que las explotan económicamente las mantienen dominadas por el miedo al Demonio y a los males que les pueden sobrevenir. Los cristianos hemos sido liberados por Jesucristo del poder de las tinieblas. “Para ser libres nos liberó Jesucristo” dice San Pablo (Gal 5,1). Es necesario romper con todas esas dependencias de “maestros espirituales”, “guías espirituales”, “ángeles guías”, “consejeros astrales”, “brujos, magos, profesores, santeros, hechiceros, espiritistas”, “indios con poderes extraordinarios” , etc. que pululan en las redes sociales ofreciendo sus “servicios”. Todos son verdaderos estafadores. Su único motivo es el dinero. Se aprovechan de las angustias de personas desesperadas que no tienen fe en el poder de Jesucristo y son como hojas llevadas por el viento.  Buscan la ayuda espiritual donde solamente encontrarán muerte y esclavitud. Como discípulos de Cristo nuestra verdadera libertad está solamente en Jesus. He leído artículos negando las herencias espirituales que nos vienen de los ancestros. En mi experiencia las herencias espirituales negativas provenientes de los pecados de los ancestros son una terrible realidad.

Sobre todo cuando los antepasados han estado metidos en la invocación de los demonios, en la magia negra, en la práctica de la brujería. Los brujos consagran a algunos de sus descendientes a Satanás. En realidad todos los descendientes salen afectados de una u otra manera. Es un combate verdaderamente difícil y prolongado para poderlos liberar de las consecuencias del pecado de hechicería. La Llama de Amor ejerce un gran papel en la santificación de las familias, en la liberación de las ataduras provenientes de los pecados de los ancestros.  No hablamos aquí de la “culpa” sino de las consecuencias psíquicas, espirituales, materiales, sociales que provienen del pecado de la magia sobre los descendientes de quienes han ejercido las artes mágicas. El primer paso para liberarse de eso es la total renuncia, el arrepentimiento sincero, la confesión de los pecados al sacerdote, la reparación de los pecados de la familia,  las oraciones de liberación o si es necesario  exorcismos hasta que hayan desaparecido las afectaciones de diversos tipos que van apareciendo en los descendientes. Es necesario combatir frontalmente esa “cultura esotérica” que desgraciadamente se ha apoderado de muchos ambientes sociales. Todo eso es perverso y completamente anti cristiano.

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