CARTA No.242 Juanita, de California, dice: Padrecito, estoy feliz y sorprendida. 

Ya le he hablado de mi hija Cecilia de veintidós años. Cómo padecía de dolor de espalda, de náuseas, de ahogamiento durante la noche. Durante meses me decía que alguien le apretaba la garganta, la asfixiaba y que no la dejaba dormir. Los médicos nunca le encontraron nada. Pues mire Ud. qué pasó. Seguí su consejo. Tomé aceite exorcizado y le froté la espalda, el vientre y la garganta. Comencé a decir: Madre mía, derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre mi hija. Lo dije muchísimas veces. De repente mi hija como que se durmió y salió una voz horrible de ella que decía: “cállate maldita, cállate maldita, la voy a matar”. A mí no me dio miedo sino que seguí orando en voz alta la jaculatoria. Mi hija comenzó a vomitar y se le quitó el dolor de espalda. Después le ungí el vientre, y lo mismo. Salió una voz llorosa, alguien llorando que decía: “Me quité la vida, Dios no me va a perdonar, y lloraba y lloraba pobrecita”. Yo la consolé y le dije que tuviera confianza en Dios, que el Señor la amaba, que la iba a perdonar. Dijo que se había quitado la vida por era muy infeliz. Al cabo de unos minutos mi hija vomitó y algo salió de ella y se le quitó el dolor de estómago y las náuseas. Después le froté la garganta con aceite exorcizado y comencé a decir: “En el nombre de Jesucristo, por su Sangre preciosa, te ordeno, sal de mi hija”. Cecilia comenzó a eructar y eructar, a toser y a vomitar. Su garganta quedó liberada. Gracia a Dios y a sus consejos. 

Respuesta: Me alegro muchísimo de que estés aprendiendo a orar por liberación con la Llama de Amor. Lo que tu hija tenía en la espalda era con mucha probabilidad el demonio “muerte”; en el estómago un “alma de suicida” que se había refugiado en ella, y en la garganta otro espíritu maligno de ahogamiento y parálisis. Como he dicho tantas veces en estos comentarios a la gracia de la Llama de Amor, todas las familias, todas las personas sin excepción debemos enfrentarnos a la acción de los espíritus malignos con las gracias que María Santísima nos ha obtenido del Padre Eterno. Hasta que vivimos la experiencia de una liberación comprendemos que somos víctimas del mundo de las tinieblas tanto en nuestra inteligencia, en los sentimientos, en el cuerpo como también en las casas de habitación. Nos damos cuenta de que la jaculatoria de la Llama de Amor es poderosísima para expulsar a los demonios, y a los brujos y también para ayudar a las almas sufrientes que se refugian en nosotros. Te felicito y te invito a orar también por tu esposo y por tus otros hijos. Si la familia entera se reúne cada día para orar con verdadera piedad el Santo Rosario con la jaculatoria de la Llama de Amor el hogar va siendo protegido. La Virgen rodea a la familia con su manto y los espíritus malignos huyen. Por supuesto que hay casos de casos. Ese mundo espiritual que nos rodea y que no vemos nos influye de infinitas maneras. 

El modo de proceder para contrarrestar su acción es siempre el mismo: invocamos al Señor por medio de la intercesión de su Santísima Madre.  Me preguntas ¿Cómo se le metieron a mi hija esos demonios y esa alma? Mi respuesta es no sabemos. Son tantas las circunstancias por las que pasamos que es imposible decir con exactitud cómo y cuándo esos espíritus malignos nos penetran y se aposentan en nosotros. Es muy importante orar por los hijos desde que son niñitos. Algunos espíritus malignos los afectan desde esa época: ira, enojo, violencia, resentimientos, etc. Me he encontrado muchos casos de niños que son afectado por la presencia de almas de difuntos, de “duendes”, de espíritus burlones, etc. Niños angustiados, que no duermen, que son atormentados durante el sueño. Hay que protegerlos con los sacramentales y sobre todo orar por ellos imponiéndoles las manos y reprendiendo a los espíritus malignos. La Virgen María ha querido dar a toda la humanidad el instrumento de su LLAMA DE AMOR para ayudarnos a rechazar el mundo de las tinieblas y expulsarlo de nuestra vida. Debemos ir aprendiendo a utilizar la jaculatoria par protegernos y liberarnos de la maldad.