CARTA No.211: Continúo respondiendo a Roberto, de México: ¿Qué debemos hacer para utilizar la Llama de Amor?
Renovar nuestra Fe en Jesucristo, Creer que es el Hijo de Dios, es el punto más importante para emprender el proceso permanente de sanación y liberación de nuestras familias con las gracias de la Llama de Amor. La crisis que está afectado a la familia y consecuentemente a la Iglesia se resume en una sola palabra: crisis de Fe. Si no creemos que Jesucristo es Dios verdadero y hombre verdadero, que se encarnó en el seno purísimo de la Virgen María siguiendo el Plan de Dios concebido desde toda la eternidad, que por obediencia al Padre se entregó a la muerte de cruz para redimirnos de nuestros pecados y destruir el reino de Satanás. Si no creemos que Jesucristo resucitó de entre los muertos, que está vivo y sentado a la derecha del Padre, que tiene en sus manos todo el Poder y la gloria, que ha de venir al final de los tiempos para juzgar a vivos y muertos, si no creemos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, su Esposa, por medio de la cual Él se hace presente a toda la humanidad, entonces el mensaje de la Llama de Amor no tiene ningún sentido. El Diario Espiritual de Isabel Kindelmann no tiene prácticamente nada nuevo respecto a la Fe católica de todos los tiempos. El objetivo de Jesús y de María Santísima en las comunicaciones dirigidas a Isabel es que todas las familias se renueven en la Fe que recibieron en el Bautismo para vivir en plenitud las enseñanzas del Evangelio y se conviertan en sal de la tierra y luz del mundo.
Cuando la Virgen María nos habla del ataque frontal que Satanás está dirigiendo contra las familias para reinar en ellas y destruirlas, tampoco nos dice algo totalmente nuevo. Desde siempre el Demonio solamente ha tenido un objetivo: impedir que Jesucristo sea reconocido, amado y aceptado como el Señor de nuestras vidas y de todo el universo. Sin embargo María presenta su Llama de Amor como un instrumento nuevo, único, extraordinario que no había sido dado antes a la Iglesia y a la humanidad. Este instrumento tiene por objetivo detener en seco el propósito diabólico de someter a las familias a su influencia. La Virgen denuncia que las familias están siendo prácticamente destruidas porque no han utilizado los elementos fundamentales de la Fe católica. Una frialdad y una indolencia rampantes en el corazón de los bautizados respecto de la práctica sincera de las responsabilidades bautismales explica el desastre que está arrastrando a tantas almas a la condenación eterna. La Virgen nos da la solución: que recurramos a la poderosa intercesión de su Inmaculado Corazón. Ella, por designio divino, está llamada a ser el instrumento privilegiado del Hijo para derrotar al Dragón. La Virgen viene a desenmascarar la acción demoníaca que está actuando solapadamente en las vidas de los bautizados.
Nuestra fuerza para enfrentar la acción de los espíritus malignos es la Fe viva en Jesucristo. En la medida en que creamos en Jesús tendremos serenidad y paz frente al Demonio y los suyos. Comenzaremos a utilizar el instrumento (Rosario y jaculatoria) para cegar a Satanás. Este cegamiento no se realiza sin un combate personal y familiar contra ese enemigo. Isabel lo combate arduamente. Ella vive fielmente las prácticas de la Fe católica: Palabra, Sacramentos, oración, ayunos, adoración, reparación, vida parroquial, evangelización, etc. Todo esto se ha perdido para las familias que están en crisis. Es una pérdida culpable; en el Diario Espiritual Jesús y María se quejan de la indolencia de las familias. Los espíritus malignos se manifestarán en ese combate de la oración porque no van a dejar el campo sin reclamar sus falsos derechos. En estos momentos el Rosario y la jaculatoria se convierten en instrumentos de verdadera sanación espiritual y liberación. La familia se vuelve sanadora y liberadora para sus miembros. Es necesario entonces aprender a utilizar todos los instrumentos para cegar a Satanás y sacarlo del ámbito familiar. Este aprendizaje se va dando en la medida en que los padres de familia y los demás miembros del hogar van progresando y creciendo en la Fe, en la medida en que van naciendo y se van desarrollando los carismas de los que San Pablo nos habla. Estamos apenas en el inicio de la Llama de Amor. Las familias deben pasar de la pasividad e indolencia ante los ataques diabólicos a convertirse en soldados que se revisten de la armadura y enfrentan el combate (Ef 6,10…).