CARTA No.210: Continúo respondiendo a Roberto de México.

Además del rezo del Rosario en familia con la jaculatoria de la Llama de Amor, es conveniente establecer una reunión familiar semanal en la que los padres puedan compartir con los hijos la Palabra de Dios. Es necesario que los miembros del hogar oren unos por otros invocando la poderosa intercesión de Nuestra Señora. El rezo exclusivo del Rosario o de oraciones escritas tiene el peligro de volverse como una camisa de fuerza que impida el desarrollo de otras formas de oración y de los carismas. El Rosario debe ser un punto de partida que nos permita abrirnos a otras expresiones orantes tal como la espontánea que nos sale del corazón, la oración con los salmos, la oración en lenguas, el canto en lenguas de las que nos habla la primera Epístola a los Corintios 12,10, la oración de sanación y de liberación. Debemos progresar en el conocimiento de la Palabra de Dios. Una reunión familiar en la que se alabe al Señor con cantos llenos de unción, se lea, medite y comparta un texto escogido y significativo de la Biblia se convierte en la gran oportunidad para que los padres, los hijos y otros miembros puedan orar por sanación y liberación con la Llama de Amor. Al consagrar el hogar a los Sagrados Corazones estamos pidiendo a Jesús y María que vivan con nosotros en el Santuario familiar. Es allí donde la Virgen hará milagros en el fondo de los corazones (DE 19-10-1962).

Es importante meditar el texto de 1 Cor. 12,4-11 en el que se nos explica cómo actúa el Espíritu Santo repartiendo sus carismas en el seno de la Iglesia. La familia es una “pequeña Iglesia” y allí deben ir naciendo y desarrollándose los carismas. Este tiempo en familia es de trascendental importancia para lograr el pastoreo espiritual de los padres sobre los hijos. Momentos preciosísimos en los que los padres podrán explicar la Palabra y aplicarla a la vida de la familia y de los hijos. Aquí es donde se hace la verdadera catequesis permanente. Es en la intimidad de la familia donde podemos acompañar a María en su oración por cada uno de los miembros del hogar. La Virgen como Madre de la Iglesia irá sanando el interior de los corazones y si es necesario pondrá en evidencia la presencia de los espíritus malignos, de los maleficieros y de las almas u otros elementos espirituales que perturban la vida del hogar o que están presentes. Iremos aprendiendo a utilizar el instrumento que María pone en nuestras manos. Comenzamos con gran humildad pidiendo a Nuestra Señora que sea Ella quien vaya sanando los corazones con su Llama de Amor. Se va orando por cada uno de los miembros de la familia que lo necesiten.

La jaculatoria “derrama el efecto de gracia…” nos servirá modificándola a conveniencia y pidiendo por las necesidades concretas de cada uno. Tengamos en cuenta que el instrumento de la Llama de Amor no es excluyente frente a otras formas de oración por sanación y liberación. Siempre es Jesús el que sana física, interior y espiritualmente. Se irá adquiriendo la experiencia que nos permitirá dejarle a la Virgen el protagonismo para que sea Ella la que sane y libere. Lo importante es que a través de la oración en familia el Santuario vaya madurando y floreciendo en los carismas y frutos propios de la vida cristiana. La Iglesia necesita urgentísimamente un nuevo estilo de familia, una nueva manera de vivir el misterio de la familia cristiana. Es necesario ir a la Epístola a los Efesios y reflexionar ese maravilloso mensaje de San Pablo que nos insta a edificar una familia según Jesucristo (Ef 5,21-6,4). Allí mismo, unos versículos más adelante nos enseña que para lograrlo es indispensable endosar la armadura y combatir a los espíritus malignos que vuelan por los aires (Ef 6,10-20). Ese combate espiritual en el seno de la familia lo preside el Inmaculado Corazón de María con las gracias de su Llama de Amor.

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