CARTA No.68: Varias madres (y padres) de familia de diferentes países me han escrito contándome su problema que resumo de la siguiente manera

“Tengo un hijo (a) que se ha vuelto homosexual (transexual, transgénero), está en total rebeldía con la religión) para mí y mi esposo es un profundo dolor. No sabemos qué hacer.

Respuesta No. 1: Queridas madres y padres de familia que expresan desde lo profundo de su corazón, como cristianos, el dolor que sienten al ver que sus hijos se identifican con las ideologías de género y que algunos se declaran homosexuales o lesbianas. En primer lugar, siguiendo al Santo Padre Fancisco les digo: ¿quién soy yo para juzgar? Esta expresión de ninguna manera significa “Yo apruebo”. El Papa quiere decirnos que no podemos asumir una postura condenatoria para el hijo o cualquier persona que se afirme como homosexual. El Papa nos quiere llevar a asumir la actitud de Jesús en el Santo Evangelio: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Tenemos que distinguir entre la persona y las tendencias o actos o pecados. Como discípulos de Cristo nuestra arma más eficaz para cambiar al mundo y a las personas es el amor, lo que no significa aprobar, ni favorecer, ni reconocer como bueno lo que es malo, lo que de por sí se aparta de la Palabra de Dios. El Papa se refiere a la “persona” en cuanto “persona”. El criterio para valorar nuestros sentimientos, juicios, acciones es “amarás a Dios…y a tu prójimo como a ti mismo”. Por lo tanto mi primer consejo para Uds. es: “amen a su hijo en la Verdad”.

Para nosotros la Verdad es lo que dice la Palabra de Dios respecto a los actos humanos, entre ellos los actos que entran
dentro de la categoría de homosexuales. Digo “respecto a los actos”. No existen los “homosexuales”, sino “personas” que tienen estas tendencias y quieren llevarlas a la práctica. Hay personas que tienen tendencias muy fuertes a ingerir bebidas alcohólicas pero no ingieren licor. No los podemos llamar alcohólicos. La Verdad está en la Palabra de Jesucristo. Amar a
alguien significa “procurarle el bien”.
¿Cuál es el “bien supremo” para una persona? La salvación eterna. No aprobamos los actos que se apartan de la Ley de Dios, pero amamos a las personas. Hay muchos actos y actitudes más graves que los actos homosexuales. Por ejemplo “abortar a un niño” porque es un asesinato. Es mucho más grave y pecaminoso ante Dios abortar y favorecer el aborto que pecar contra el sexto mandamiento. Es muy difícil, es una grandísima prueba, es una verdadera cruz para un padre de familia cristiano tener a un hijo que camina por sendas equivocadas que llevan a la muerte. Ej: el alcoholismo, la ruptura del matrimonio y el adulterio, la adición a drogas, la pertenencia a bandas delictivas, el ateísmo, etc. Sin embargo la Ley de Dios nos lleva a amarlos procurándoles el bien.

El Santo Padre Francisco nos quiere llevar a crecer en lo esencial: el amor a Dios y al prójimo. Quiere que renunciemos al “juicio” que condena desde el interior y a la ofensa que se expresa por palabras recriminatorias o los actos de rechazo. Todo esto sin dejar de ser evangelizadores de los hijos y testigos de Cristo en el seno del hogar. Esto es muy difícil porque hoy la conducta homosexual está siendo elevada a la categoría de derecho humano. Los padres de familia cristianos no pueden renunciar a enseñar la Verdad de Cristo a los hijos. Desde que son pequeños deben ir conociendo la Palabra de Dios de los labios de sus padres. Allí se nos dice, en los diez mandamientos y en otros pasajes, lo que es agradable a los ojos de Dios y lo que se aparta de su Ley. Es necesario instruirse de corazón y aceptar la enseñanza de la Palabra de Dios: Gn 19,4-9; Rom 1,18-32; 1Co 6,9; 1Ti1,10, etc. San Pablo nos dice en Romanos 1,26-27 que el alejarse de Dios es causa de que las mujeres y los hombres queden a merced de las pasiones sexuales vergonzosas. Emplea una expresión muy fuerte: “Dios los entregó”.

Es decir al alejarse de Dios no tuvieron las gracias necesarias para vencer las tentaciones. Creo que el primer paso para proteger a los hijos de toda desviación es “enseñarles a orar” intensamente desde niños para que puedan obtener la gracia eficaz y vencer las tentaciones. Si el niño va conociendo la Palabra de Dios explicada de acuerdo a su capacidad de comprensión tendrá una gran defensa contra los ideólogos de los derechos sexuales y reproductivos. La práctica de la homosexualidad ha existido siempre; era común en los países paganos de todos los continentes. Los ideólogos LGBT+ quieren volver al paganismo. La Divina Revelación nos enseña que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. El camino para protegerse de las ideologías de género es la firme convicción de nuestra dignidad de ser hijos de Dios y templo vivo del Espíritu Santo. La Llama de Amor ciega a los demonios de lujuria.

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