LAS CONSECUENCIAS DEL RECURSO A LA MAGIA

El fruto principal del recurso a la magia es la ceguera del entendimiento, el endurecimiento del corazón y la perversión de las costumbres morales.  Magia y esoterismo están íntimamente relacionados. Ambos tienen un mismo origen: la acción de los espíritus malignos. La Palabra de Dios condena con rigor toda práctica mágica porque es darle culto a los demonios. El Catecismo de la Iglesia Católica en los números 2115 – 2117 nos pone en guardia contra ese gran pecado que es verdadera idolatría y tiene gravísimas consecuencias sobre las familias. La Palabra de Dios condena todo recurso a los demonios: “Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé tu Dios te da, no aprenderás a cometer abominaciones como las de esas naciones. 

No ha de haber dentro de ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, que practique la adivinación, la astrología, la hechicería o la magia, ningún encantador, ni quien consulte espectros o adivinos, ni evocador de muertos. Porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yahvé tu Dios y por causa de estas abominaciones desaloja Yahvé tu Dios a esas naciones a tu llegada (Dt 18:9–12; Ex 22,18, etc.). Uno de los deberes más importantes de los padres es instruir a los miembros de su familia acerca de la gravedad de las prácticas mágicas,  erradicar de la casa todos aquellos objetos que tengan relación con ellas y proteger especialmente a los niños de las numerosas ocasiones que el mundo actual les presenta. Muchas personas, especialmente las que tienen cierta cultura moderna, consideran que todo lo referente a la magia es pura charlatanería y la reducen a mero folklore. 

Están muy equivocadas. La verdadera magia consiste en invocar a los demonios. La realidad es que éstos actúan y dañan tremendamente a las personas que recurren a ellos. Como cristianos debemos creer en lo que la Palabra de Dios y la Iglesia  nos enseña y apartarnos completamente de todas aquellas prácticas sospechosas. En la medida en que se pierde la Fe en Nuestro Señor Jesucristo  avanza el recurso al mundo de las tinieblas. Hay lugares en los que la población entera vive inmersa en la brujería. Las personas se vuelven esclavas de los brujos y hechiceros por el miedo que éstos les infunden. Los consultan para todo, les compran sus pócimas y “hechizos”, siguen sus perversas orientaciones, viven prisioneras de la malicia de estos servidores de Satanás. 

La magia es un tremendo negocio en el que tanto el brujo como el cliente salen perjudicados. El brujo porque es prisionero de los demonios, el cliente porque recibe daños espirituales y materiales en vez de beneficios.  Millones de individuos, grupos y organizaciones viven de la magia. Es una “profesión” en la que el objetivo consiste en ganar dinero engañando y dañando a la gente sencilla.  Los brujos son gente sin amor a Dios ni al prójimo. No les duele hacer daño, lo que les importa es el dinero. Quien recurre al mundo diabólico se encuentra envuelto en una maraña de mentiras y de explotación económica. La peor de las consecuencias es el alejamiento de Dios. Los espíritus malignos enfrían el corazón y lo predisponen contra todo lo que es verdadera piedad y amor al Señor y al prójimo. Quien recurre al mundo diabólico pronto se encuentra envuelto en la angustia y pierde la paz. Sobre todo cuando se emplea la magia para dañar a las personas y a familias enteras por medio de los maleficios. 

Las personas afectadas por la acción de los demonios sufren verdaderos ataque físicos, espirituales, materiales, emocionales. Es una realidad auténtica y quien lo niegue y se burle es simplemente un ignorante. Cantidad de posesiones diabólicas son fruto de los maleficios. Cuando se ignora la Palabra de Dios y no se viven los mandamientos del Creador, cuando no se recurre a los sacramentos con sinceridad, cuando no se ama verdaderamente al Señor, entonces se es víctima de los propios miedos y se recurre a buscar ayuda en la acción de los demonios. Es en este campo donde se descubre y se palpa el terrible combate que las tinieblas lanzan contra los hijos de la Luz. El Señor es el Señor y no se peca impunemente contra el primer mandamiento. 

La única y auténtica defensa contra este mundo que nos rodea es vivir intensamente la Fe. Todos los dardos encendidos del enemigo se estrellan contra la Fe viva cimentada en la Palabra de Dios y en la oración. La humanidad va caminando hacia un momento muy grave. El mundo diabólico se va quitando la careta y cada vez más se hace evidente. Los cristianos estamos débiles en la Fe. Necesitamos recuperar la Fe plena y luminosa para vencer. La Llama de Amor es el gran instrumento que Dios nos da para vencer a las tinieblas. Debemos darla a conocer a todas las familias para que se recuperen de la indolencia espiritual en que viven.

Comparte la Llama de Amor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *