EL GRAN LLAMADO DE MARÍA SANTÍSIMA A LAS FAMILIAS (4)

EL ATAQUE DE SATANÁS CONTRA LA INTELIGENCIA DEL HOMBRE

La inteligencia nos permite hablar con Dios, relacionarnos con Aquel que nos creó como criaturas que aman a su Creador. Nos lleva a descubrir cuál es la Voluntad de Dios y nos dispone a hacerla. Los animales, los vegetales, los minerales no pueden establecer con el Señor una relación de amigos, y mucho menos de hijos.  Al crearnos “seres racionales” Dios espera que nosotros entremos en comunicación amorosa con Él y hagamos su Santísima Voluntad que es nuestra felicidad.  El Demonio quiere impedir toda comunicación entre los hombres y Dios.  Quiere que los seres humanos queden reducidos al nivel de los animales: simples criaturas encerradas en sí mismas.  Por eso se empeña en convencer al hombre de que sus facultades no están capacitadas para conocer a Dios. Esa es la tentación del agnosticismo. No sabemos si Dios existe o no existe. Por lo tanto no podemos creer en Dios ni  amarlo.  En la misma dirección encontramos el ateísmo: negar la existencia de Dios. ¡Dios no existe!

Los filósofos se han enzarzado durante siglos y siglos en innumerables estériles discusiones sobre la existencia o no existencia de Dios. En los últimos dos siglos ha habido un fenómeno singular: se ha pasado de un ateísmo teórico indiferente a la religión a un ateísmo práctico impositivo, militante que tiene por objetivo eliminar por la fuerza a Dios de la mente y del corazón de los seres humanos. Ese ateísmo militante tiene su expresión más alta  en la práctica del marxismo -leninismo. La religión, dicen ellos es “el opio del pueblo” y por lo tanto hay que eliminarla. Y como la religión no existe en sí misma sino que está en el corazón de los hombres, pues se elimina físicamente a los creyentes. Millones de personas han sido asesinadas en los campos de concentración de países sometidos a las ideologías ateas sólo por el hecho de creer en Dios.  Actualmente el ateísmo ha invadido prácticamente todos los ambientes: el científico, el político, el universitario, el cultural, el educativo, el comercial, etc. 

La Virgen María en Fátima predijo esto: que Rusia expandiría sus errores por todo el mundo si no nos convertíamos de corazón al Señor Dios. El evangelio es claro: Dios solamente se revela a los humildes de corazón, a los que se hacen como niños. Los divinos misterios están cerrados para los soberbios y orgullosos. El gran dilema está en hacer la Voluntad de Dios o en hacer la voluntad del hombre. El soberbio orgulloso, a la imagen de Satanás, rechaza la Voluntad de Dios y quiere su propia voluntad. Si hacemos la Voluntad de Dios nos realizamos como criaturas y somos felices en esta tierra e infinitamente dichosos en la eternidad; si hacemos nuestra propia voluntad nos despeñamos en una cadena de desastres que llevan a la humanidad a la miseria temporal y a la condenación eterna. Así de fácil.

La acción de Satanás sobre el mundo se concentra pues en una sola dirección: Llevar a los hombres a hacer la propia voluntad de cada uno y a rechazar la Voluntad de Dios. De esta manera Satanás precipita a toda la humanidad en el caos, en el conflicto, en la violencia, en el egoísmo, en el odio porque cada uno tiene un solo objetivo hacer su propio gusto. La estrategia demoníaca en todos los niveles consiste precisamente en esto: cegar la inteligencia del hombre para que no pueda descubrir cuál es la Voluntad de Dios, y así la rechace, y trate de convertirse en su  pequeño dios: “yo soy mi propio  dios”. La Llama de Amor va dirigida al centro de este problema: a destruir el imperio de Satanás en el corazón de cada ser humano.

Siendo la familia la que en el plan de Dios debe educar el corazón de los hijos, la Virgen quiere sanear la familia, restaurarla de acuerdo al designio divino. En el interior del hogar los progenitores deben en primer lugar hacer la Voluntad de Dios y no la suya; en segundo lugar deben educar a sus hijos para que renuncien a su propia voluntad y hagan la Voluntad del Señor. Aquí se sitúa nuestro  gran combate contra Satanás. El infierno entero no tiene otro interés más que éste: confundir al hombre y hacerle creer que será feliz si hace su propio gusto en vez de hacer la voluntad de Dios. La verdadera victoria de la Santísima Virgen contra el Demonio está en que nosotros renunciemos a hacer nuestra propia voluntad y amorosamente colaboremos en el Plan de Dios sobre su creación.

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