EL ESTILO DE VIDA DE LA LLAMA DE AMOR

LA ACCIÓN DE LA LLAMA DE AMOR EN EL CORAZÓN DE LOS CRISTIANOS Y ESPECIALMENTE EN LA FAMILIA

La gracia de la Llama de Amor es un “estilo de vida” que tiene por objetivo cegar a Satanás por el poder de las Sacratísimas Llagas de Nuestro Señor Jesucristo. Al pie de la Cruz la Virgen María recibe de su Hijo la vocación de la maternidad espiritual sobre toda la humanidad y  el discípulo de Cristo “acoge” a María en su casa.  La palabra “cegar” significa la victoria total de Cristo, Luz del Mundo, sobre el reino de las tinieblas. El capítulo doce del Apocalipsis simbólicamente describe el triunfo de Jesucristo sobre el Dragón Rojo y el Anticristo. Ese triunfo se da en intima relación con la Mujer, la Madre que lo lleva en su seno, que lo engendra en medio de grandes sufrimientos. La Iglesia y María Madre de la Iglesia están íntimamente unidas en el misterio de la Redención del hombre. El Dragón vencido y lanzado a la tierra va a combatir a los hijos de la Mujer.

En toda esta simbología comprendemos que el seguimiento de Cristo implica el terrible combate contra el enemigo de nuestra salvación. La victoria contra Satanás y los suyos es el fruto de la pasión de Nuestro Señor en la cual debemos “sumergirnos”. El cristiano debe llevar amorosamente la Cruz de Cristo. Este es el “estilo de vida” que la Llama de Amor nos pide.  La acción del Inmaculado Corazón de María no nos propone nada diferente de lo que constituye la vida normal de todo discípulo de su Hijo. El “efecto de gracia”, la gracia nueva, única, extraordinaria, milagrosa o “casi milagrosa” consiste en una intervención propia de María para estos tiempos, INTERVENCIÓN  que no llegamos a comprender totalmente pero que llevará a la Iglesia al triunfo contra Satanás. 

EL PECADO DE LA INDOLENCIA, EL PECADO MÁS GRAVE

El pecado de indolencia que Jesús y María denuncian como el más grande en la Iglesia y en la humanidad entera consiste en atenerse a que pueda haber un camino de salvación diferente al que Cristo nos propone.  El único camino que Jesús nos ofrece es el de la Cruz. Fuera de Jesucristo crucificado no hay salvación, no hay victoria contra Satanás. La fuerza que vence al demonio y libera al hombre del poder de las tinieblas es la Sangre de Cristo. La Llama de Amor es eminentemente liberadora porque su objetivo es llevarnos a la Fe perfecta en Jesucristo crucificado (y resucitado)  vencedor de la Muerte. Indolentes son aquellos que habiendo sido bautizados se han desprendido de la Cruz para buscar otros dioses: la inteligencia humana, las propias fuerzas, el poder, la política, la ciencia, el dinero, la cultura, la vanidad, el placer, la magia, el satanismo, el recurso a las tinieblas, …etc. Allí donde no se han asumido “las llagas de Jesucristo”, reina Satanás. La liberación personal individual, de la familia, del entorno, de la Iglesia y de la humanidad entera viene en la medida en que asumimos la dolorosa lucha contra “el pecado”en todas sus formas. El Inmaculado Corazón de María interviene iluminando la inteligencia e inflamando la voluntad de sus hijos para que renuncien a su propia voluntad y acojan la voluntad de Dios en su vida y para toda la humanidad. 

CÓMO LIBERA LA LLAMA DE AMOR

En el Diario Espiritual Dios ha querido ponernos un “ejemplo” llamado Isabel Kindelmann por medio del cual descubrimos la acción de Satanás en contra de las almas. Muchos otros ejemplos encontramos en la literatura espiritual. En el caso que nos ocupa, Isabel además de ser el canal por el que nos es dado el conocimiento de la gracia de la Llama de Amor, es nuestro espejo. En ella podemos ver cómo el Demonio nos combate y para qué. Cuando rezamos las “oraciones de liberación” nos centramos en lo “concreto” que nos agobia: las diversas manifestaciones de la acción diabólica, como son la “angustia, desesperación, ruina económica, vicios, opresiones físicas, enfermedades, maleficios, maldiciones, etc… Corremos el peligro de “ser liberados” y de olvidarnos de lo esencial, para volver después a otras oraciones de liberación. Y eso no está mal, pero no es suficiente. La Llama de Amor va más allá, a la raíz de toda la acción del Enemigo. El Demonio solamente persigue una cosa: que rechacemos a Jesucristo para que lo adoremos a él como a nuestro dios y señor.  Todo el resto es secundario. 

La acción liberadora del Inmaculado Corazón de María nos centra en lo esencial: en Jesucristo. Nos lleva a la entrega total del alma a su Hijo. Su  acción es iluminadora; nos lleva a identificar las diversas maneras de actuar de Satanás y nos fortalece y sostiene en el combate. Quiere unir a todos sus hijos para convertirlos en  un aguerrido ejército que enfrente al enemigo y lo derrote. La acción de María es sanadora y liberadora. Nos sana de las heridas y debilidades recibidas a lo largo de nuestra historia. Interviene directamente protegiéndonos de las asechanzas del Maligno. Su Rosario es el instrumento liberador por excelencia que nos lleva a la victoria. Es la mejor oración de liberación porque integra  todos los elementos. Fundamentalmente su estrategia consiste en sanar espiritualmente a cada familia y convertirlas en instrumento de evangelización de los hogares vecinos para establecer en ellos el reinado de su Inmaculado Corazón, que es el de su Hijo. La calidad de “nuestra libertad” depende de la calidad de nuestra entrega a Jesucristo.

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