El amor de Jesús y de María por los sacerdotes

En el Diario de Isabel Kindelmann descubrimos el inmenso amor de Jesús y de María por los sacerdotes. Son los llamados a entregar la gracia de la Llama de Amor a todos los fieles. Si bien Isabel es quien la recibe de primero, Nuestra Señora le indica que busque al obispo y a doce sacerdotes, los más fervorosos de Hungría, para que entreguen la Llama de Amor de manera oficial en doce Iglesias. Se trata de que esta Llama se extienda como un reguero de pólvora que envuelva a toda la humanidad en su fulgor. El camino más rápido para lograr esta expansión está en los sacerdotes y en las parroquias. Si los sacerdotes se abren a esta gracia el deseo de la Virgen se cumplirá. La Iglesia se renovará rápidamente desde el interior y el mundo entero se verá libre de la dominación de Satanás.

Isabel, en medio de muchas contradicciones, obedecerá las órdenes de Jesús y de María. Irá hablando de la Llama de Amor al obispo y a los sacerdotes que se le indica. En unos encontrará acogida, en otros indiferencia, en otros rechazo. Si hoy encontramos la “Devoción-Instrumento” en expansión dinámica por toda la tierra es gracias a estos actos de obediencia y de humildad de Isabel Kindelmann. Le costó muchos sufrimientos y humillaciones, mucho dolor del alma, a esta pobre viuda, ama de casa y obrera el contacto con los sacerdotes y consagrados. 

En el Diario Jesús se queja de la indiferencia y pereza espiritual de muchos de ellos. La Virgen alaba a los carmelitas por su entrega generosa en la evangelización. El camino está trazado para que la Llama de Amor llegue a toda la Iglesia. Es necesario y urgente un doble trabajo apostólico. En primer lugar llegar a los obispos y sacerdotes y ayudarles a descubrir la gracia de la Llama de Amor para que la comprendan de manera integral y se comprometan con la Virgen a expandirla oficialmente desde su templo o parroquia. En segundo lugar debemos pasarla de corazón a corazón a todas las personas que podamos.

El demonio se opone radicalmente a la expansión de la Llama de Amor. Quiere impedir que se la conozca y se la acoja. Uno de sus métodos es cegar la inteligencia y crear rechazo afectivo a la gracia para que no se la comprenda. Por esa razón es importantísimo orar por los sacerdotes a quienes se les va a llevar la información. María pide a Isabel doce semanas de oración y penitencia por los doce sacerdotes que iniciarán la entrega de la Llama de Amor. El gran error al hablar de esta gracia es presentarla como una “devoción más”. 

La Virgen pide que se la presente como un “nuevo instrumento” por medio del cual Dios cegará a Satanás y restaurará la Iglesia y salvará al mundo. El primero que se verá beneficiado con esta gracia es el sacerdote que la acoja en plenitud, porque inmediatamente experimentará la fuerza milagrosa que la Virgen da en el combate contra los espíritus malignos. La acción apostólica del párroco se reflejará en las familias que comenzarán a ser liberadas de los ataques diabólicos. Una parroquia que enseña a los fieles a utilizar la Llama de Amor como “un nuevo instrumento” para la liberación y santificación de las familias, se convierte en una parroquia evangelizadora “para adentro” y misionera para afuera.

En el ministerio sacerdotal es fácil apoltronarse y convertirse en un “funcionario” de lo “religioso”. Cuando el sacerdote descubra que es también víctima de la acción diabólica y que el “efecto de gracia de la Llama de Amor” lo puede liberar, entonces la acogerá con entusiasmo. Epeñémonos en llevar la gracia de la Llama de Amor a todos los seminaristas y sacerdotes para que nuestro país se salve y la Iglesia se convierta.

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