La Llama de Amor nos lleva a re descubrir la única Iglesia de Cristo

Aunque la gracia de la Llama de Amor está destinada a todos los seres humanos sin excepción, la primera oferta está hecha a los católicos. Siendo una gracia eminentemente misionera hay que considerar a la familia católica como la “plataforma” de la Virgen María para la iluminación del mundo entero. “Entregar la Llama de Amor, hijita mía, sea la meta principal de tu vida. Esto tiene que avanzar como la corriente de agua. Nadie ni nada puede impedirlo. Esta corriente de agua es Mi gracia que purifica, destruye cuando hace falta o salva y da vida, pero debe correr porque ¡Dios lo quiere! Dile esto a tu padre espiritual, esta es Mi petición a él y a todos aquellos que son llamados a poner en marcha la causa” (P 244).

El primer paso de la Llama de Amor es dar identidad católica a la persona individual y a la familia que la recibe. Solamente si somos verdaderos católicos podremos transmitir la Llama de Amor con eficacia. El hecho es simple. Si no tenemos una Fe católica, es decir, completa, íntegra, perfecta en sus enseñanzas (dogmas) y en la práctica, vamos a transmitir ambigüedad y errores al proponer la Llama de Amor. No nos vamos a sentir con seguridad al llevar el mensaje, al explicar el sentido del efecto de gracia.

El punto de partida es comprender el papel de la Virgen María en el misterio de la Redención.

I- Es Madre de Dios porque su Hijo Jesucristo es Dios.

II- Está viva y actuante porque fue asunta al Cielo en cuerpo y alma.

III- es Inmaculada porque en Ella no hay la menor mancha de pecado desde su concepción.

IV- es Virgen porque su alma y su cuerpo han pertenecido desde siempre y exclusivamente a Dios.

Estos son los cuatro dogmas fundamentales que explican el por qué de la acción de María Santísima en el misterio de nuestra salvación. A esto hay que agregar que María es Co-rredentora porque está inseparablemente unida a su Hijo en el Misterio de nuestra redención y lógicamente es Madre de la Iglesia al ser Madre del Redentor.

Para el que no tiene una fe católica (excepto los ortodoxos que tienen una fe muy próxima a la Iglesia católica aunque no están en comunión en ciertos puntos) María Santísima no tiene ninguna intervención en nuestra redención, lo que significa que tendrá mucha dificultad en abrirse a la Llama de Amor. (Me refiero especialmente a los protestantes de todas las denominaciones). Si nosotros que nos decimos católicos no estamos claros que la intercesión de María ante su Hijo (y por su Hijo al Padre, en el Espíritu Santo), es todopoderosa, no tendremos consistencia ni convicción al proponer la Llama de Amor a otras personas. Necesitamos pues convertirnos en auténticos católicos: llenar los baches que tiene nuestra fe, instruirnos en la Palabra de Dios y en el Catecismo Católico, y sobre todo llevar a la práctica esa fe. Este proceso de perfeccionamiento de la Fe se debe dar a nivel familiar. Por eso hay que tomar los medios que nos ayuden a lograrlo. En el Diario se nos señalan algunos muy sencillos, prácticos y eficaces: la oración diaria del Rosario en familia, la fidelidad a la Misa, confesión, comunión; la adoración al Santísimo Sacramento, la lectura y compartir de la Palabra de Dios, la vida parroquial, etc.

El problema que tenemos como católicos es la peligrosa contaminación a nivel del pensamiento tanto del ateísmo secularista como del protestantismo. El ateísmo nos propone claramente la negación de Dios y el materialismo en todas sus formas. ¡Sabemos a qué atenernos! En cambio el protestantismo nos propone un verdadero fraude de la Fe cristiana que tiene la apariencia de bondad. Es más peligroso el protestantismo que el ateísmo, porque el protestantismo destruye la fe católica dejando en aquellos que lo han abrazado la sensación de que están bien, y son mejores que “los católicos”. El gran San Ignacio de Antioquía (martirizado en el año 110), Padre de la iglesia, y mártir excelso decía: “no es cristiano quien no tiene una fe católica”. Es un fraude que está acabando en muchísimos corazones con lo esencial de la Iglesia de Cristo: la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre del Señor, los sacramentos, la unidad en la fe, la comunión en la caridad, el perdón sacramental de los pecados, la recta interpretación de la Palabra de Dios, etc. Hay una verdad evidente: “donde no está el Cuerpo de Cristo, no está la Iglesia”. Mis palabras podrán parecer a algunos excesivas, radicales, integristas, anti ecuménicas… ¡Pero esa es la triste verdad! Si no somos verdaderos católicos se cumple el adagio: “Católico ignorante, futuro protestante”.

La Llama de Amor nos lleva a re descubrir la única Iglesia de Cristo con todas sus riquezas y tesoros por vivir y explorar. La verdadera Devoción a María Santísima es ante todo un compromiso con nosotros mismos para adquirir la catolicidad de la Fe y transmitir esa catolicidad a los que no la tienen porque la han perdido o porque nacieron fuera de la Iglesia católica. Es a partir de las familias que viven su fe católica de manera testimonial y evangelizadora que la Llama de Amor conquista los corazones y se convierte en un haz de luz que ciega las seducciones satánicas que están destruyendo la Iglesia. La Virgen cuenta con nosotros en esta gran empresa. Seamos fieles.

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