Nuestro amor al Padre Eterno está distorsionado por el miedo (III)
La idea que nos hacemos de Dios, influye de manera determinante en nuestra manera de relacionarnos con Él. El Mensaje del Padre a sus hijos, a través de Sor Eugenia Ravasio, es de trascendental importancia para nuestra vida espiritual. El Padre Eterno se queja de que no lo conocemos y de que no lo amamos como Él mismo quiere ser conocido y amado. Atribuye esa falta de amor al “miedo”. Le tenemos miedo a Dios.
El fruto primero del pecado es “alejarnos” de Dios. Llevamos en el alma una idea equivocada del Señor. Para cambiar esa manera de ver a Dios, el Padre Eterno nos habla de Sí mismo y a decirnos lo que ya sabemos por las Sagradas Escrituras, pero que desgraciadamente hemos olvidado: Dios es un Padre amoroso para todas sus criaturas y especialmente para los hombres, para cada hombre.
Él no quiere que le sirvamos como esclavos. Dios nos ama hasta el punto de habernos dado a su Hijo para nuestra salvación. “¡Yo soy el mejor de los padres! …¡Venid, venid a Mí con confianza y amor! ¡Yo estoy tan cerca de vosotros!” (p18-19)…
“Nadie ha comprendido todavía los deseos infinitos de mi corazón de Dios Padre de ser conocido, amado y glorificado por todos los hombres, justos y pecadores”… “Dándoos la vida ¡he querido crearos a mi imagen y semejanza! Por lo tanto, ¡vuestro corazón es sensible como el mío y el mío como el vuestro!” (P 20)…
“Yo soy un Padre buenísimo y no un Padre terrible como vosotros creéis, es más, que soy el Padre de todos los hombres actualmente vivientes, y de los que todavía crearé hasta el fin del mundo. Sabed que quiero ser conocido, amado y sobre todo glorificado- Que todos reconozcan mi bondad infinita para todos y sobre todo para los pecadores, los enfermos, los moribundos y todos los que sufren. Que sepan que no tengo otro deseo más que el de amarlos, donarles mis gracias, perdonarlos cuando se arrepienten, y sobre todo no juzgarlos con mi justicia sino con mi misericordia, para que todos se salven y sean incluidos en el número de los elegidos… Llamadme con el nombre de Padre, con confianza y amor, y recibiréis todo de parte de este Padre con amor y misericordia” (p 21).
Las palabras que el Padre Eterno están llenas de infinita ternura y misericordia. Dios es Padre y ama al hombre como a su hijo. “Como creador y Padre del hombre siento la necesidad de amarlo. No es que yo necesite de él, pero mi amor de Padre y Creador me hace sentir esta necesidad de amar al hombre. Por lo tanto yo vivo cerca del hombre, lo sigo por todas partes, lo ayudó la en todo, proveo a todo. …mi felicidad más grande es la de socorrerlo y salvarlo”. “Los hombres creen que yo soy un Dios terrible, y que precipito a toda la humanidad en el infierno. Quisiera que todas mis criaturas se convenzan de que hay un Padre que vela por ellas y que quiere hacerles pregustar, aún aquí abajo, la felicidad eterna” (p 22-23).
Dios quiere ser llamado con el nombre familiar de “Padre”. Quiere establecerse en cada familia como un Padre providente que responde a todas sus necesidades: infinitamente bueno, inmensamente rico y muy misericordioso. Desea que su “imagen” sea expuesta en cada familia.
“Deseo que cada familia se ponga bajo mi protección muy especial, para que puedan glorificarme más fácilmente” (p 24). Quiere ser conocido, amado y glorificado con un culto especial. Un día o un domingo consagrado para “glorificarme, en modo muy particular, con el nombre de Padre de toda la humanidad. Quiere una Misa y una función apropiada, el primer domingo de Agosto o el día 7 del mismo mes.
Dios Padre pide que los sacerdotes vayan por todas partes llevando a los hombres “la llama de mi paternal amor”…que todos los hombres, que son sus hijos, “vean brillar esta llama” (p 27). Dios quiere ser amigo y confidente del hombre. “Llamadme solo con el dulce nombre de Padre y yo vendré a vosotros” (p 32). “…vengo para proclamarme Padre de todos y el más tierno de los padres, y para corregir el amor que me dais y que está falseado por el temor“. “…para corregir la idea de que tenéis un Dios terriblemente justo, pues veo a todos los hombres transcurrir su vida sin confiarse en su único Padre, que quisiera hacerles conocer su único deseo, que es el de facilitarles el pasaje de la vida terrena para darles después el cielo, la completa vida divina” (p 35).
Dios se lamenta de que nosotros sus hijos no lo conocemos como lo que Él es: como nuestro Padre infinitamente amoroso. La idea de que Dios es un Dios terrible, justiciero, castigador, condenador, vengativo, lejano, legalista, cruel, extremadamente exigente con los seres humanos, no corresponde a la verdad. Dios no es así. Dios es todo lo contrario: amoroso, misericordioso, perdonador, infinitamente bueno, totalmente cercano a sus hijos los seres humanos.
Los hombres rechazan a Dios y se alejan de Él porque lo conciben de una manera totalmente equivocada. Debemos cambiar nuestra manera de ver a Dios. El gran promotor del alejamiento de Dios es el demonio. La Llama de Amor lo deja ciego.