LA NOCHE OSCURA DE UNA ESPOSA

TESTIMONIO No. 2

Les cuento un caso, como tantísimos, de noche oscura en el hogar: la pareja se casa aparentemente muy enamorada. Al cabo de unos días el hombre se revela como lo que realmente es. Violento, egoísta, bebedor, tirano. Las palabras duras golpean el alma mucho más que los manotazos. Deja a la muchacha sola para irse con sus amigos. Soledad en la casa y en el corazón. Así van pasando los años. El amor va muriendo. Ella lucha por mantener su matrimonio pero lo que está viviendo por tantos años es en realidad un terrible calvario. Las humillaciones son diarias, y por cualquier cosa. El esposo no tiene ningún sentido de Fe. Por más que la mujer trata de acercarlo a Dios, él huye, se ciega, rechaza. Se hunde en el alcohol, en el adulterio. El matrimonio se vuelve una rutina. En el corazón de la mujer hay una total oscuridad. El deseo de abandonar el matrimonio y dejarlo todo, aún los hijos se va volviendo una obsesión. Aparece un amigo del esposo que comienza a hablarle a la mujer con palabras cariñosas. 

Poco a poco en ese corazón llagado va renaciendo el amor, pero para el amigo. La mujer de principios cristianos bien firmes se tambalea, no sabe qué hacer, de un lado el marido, del otro la oferta de un amor que parece sincero pero que es ilícito. El demonio va haciendo su camino. La quiere conducir a la desesperación. Su conciencia le remuerde porque ha dejado que nazca un amor que se va convirtiendo en una bestia que pronto no podrá dominar. En su impotencia acude al sacerdote. Eso la salva. En la oración de exorcismo aparece una mujer que la odia y que ha pagado a un santero para que la destruya. El santero, en desdoblamiento durante el exorcismo, revela los hechizos que le ha hecho. Matarla. Arruinarla. Destruirla.  

Ese es el objetivo. Durante la oración de liberación se rompen los hechizos. La calma vuelve al corazón y con ella el deseo de llevar una vida matrimonial de fidelidad. Pero la situación con el marido continúa; es indispensable que el esposo se convierta, cambie de vida y ofrezca a la esposa unas condiciones favorables para la realización del objetivo del matrimonio: la salvación de los cónyuges y su santificación. Un exorcismo no basta aunque rompa muchas cadenas espirituales. Es necesario el esfuerzo de las personas afectadas y del entorno familiar. Este es un caso como hay muchísimos, infinidad de infinidades de casos como éste. Cantidad de matrimonios fracasan porque uno de los cónyuges, o los dos, van al sacramento sin las disposiciones de Fe correspondientes. 

Es decir no saben que el sacramento del matrimonio implica un compromiso mutuo y con Dios de llevar una vida conforme al Evangelio. Muchos se casan por la Iglesia simplemente por convicción social, no entienden que el sacramento es un signo del amor de Cristo por la Iglesia y de la entrega de la Iglesia a Cristo. Solamente con una Fe viva se puede llegar al matrimonio sacramental con garantía de éxito. Sin la Gracia de Dios la acción diabólica en sus diferentes aspectos conduce a los cónyuges a un callejón sin salida. Los esposos deben saber que el mundo de las tinieblas no cejará en su empeño hasta destruirlos como pareja porque un matrimonio “realizado en Cristo” es para Satanás un fracaso terrible. Tristemente hay muchos matrimonios aparentemente felices, y los esposos se sienten bien, pero en el interior son un verdadero fracaso porque no han realizado el objetivo del sacramento: la santificación de los esposos y de los hijos. En el caso que nos ocupa yo veo dos acciones diabólicas. La primera en el marido. Es un individuo que vive fuera de Cristo. Su vida no tiene por centro y Señor a Jesucristo. 

El demonio de la ceguera lo tiene agarrado en sus facultades de discernimiento. Además podemos inmediatamente ver otras acciones diabólicas: violencia, orgullo, soberbia, dureza de corazón, embriaguez, adulterio, sordidez espiritual etc. etc. La acción diabólica no es simplemente lo que se llama la “posesión” sino que la tentación se extiende a toda la vida de la persona, en diversos grados y en diversas zonas. Este hombre no produce los frutos del Espíritu Santo, signo de que quienes “lo mueven interiormente” son los espíritus inmundos correspondientes. El Demonio tiene sus frutos también. Al ver lo “frutos del Demonio” uno descubre al Demonio que los “produce”. En el caso de la mujer vemos que durante muchos años su Fe bien vivida ha sido la fortaleza que le ha permitido llevar adelante un matrimonio fracasado de raíz. 

Cuando entra en juego el maleficio que una pariente suya le hace para afectarla y destruirla, se acrecientan las tentaciones de abandono y de adulterio. Aparece sorpresivamente un personaje que pretende aprovechar los vacíos afectivos de la mujer para convertirla en su amante. La vida se le vuelve entonces a ésta un “súper infierno”. Ya vivía un infierno con su marido, ahora con la tentación agravada, se le vuelve insoportable. Si no recibe ayuda colapsará irremediablemente. Terminará por hacerse amante del amigo de su marido. Su corazón y su conciencia cristiana, desesperados, la arrastran a la búsqueda de ayuda espiritual y queda al descubierto la estrategia diabólica. Es allí donde todo sacerdote debe ejercer sus dones de liberador por derecho de ordenación. En este caso no basta la confesión para producir una liberación, no bastan los consejos. 

El recurso a las oraciones de liberación será importante. La jaculatoria de la Llama de Amor repetida constantemente cegará a los espíritus infernales. También será necesario un acompañamiento que sirva de apoyo a la mujer en crisis espiritual. Aquí señalamos la importancia de vivir la Fe en “pequeña comunidad” o en “grupo de oración” o mejor aún “en familia”. TODOS NECESITAMOS VIVIR LA FE EN PEQUEÑA COMUNIDAD. Todos necesitamos tener amigos y amigas espirituales que nos ayuden a combatir nuestros demonios. Los “cenáculos de la Llama de Amor” pueden ser una respuesta a esa necesidad de todo cristiano. 

Comparte la Llama de Amor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *