En los Santuarios Familiares aprenderemos a amar al Padre Eterno (VIII)
¿Por qué se ha opacado en los hombres la imagen del Padre, siendo así que Jesucristo nos lo ha revelado? En las primeras páginas del Diario Espiritual de la Llama de Amor, Isabel Kindelmann nos relata cómo para ella el rostro de Dios se fue debilitando hasta parecerle “muy borroso”. Dice que el trabajo agotador por sacar adelante a sus hijos y el agobio de su vida familiar, fueron ocasión de que su alma se apartase gradualmente de Dios. Su vida espiritual se fue opacando; se debilitó su fe. Llegó a experimentar la pérdida del sentido de la vida espiritual.
La idea de no orar y de no asistir más a la Iglesia se le presentó obsesivamente. La Santa Misa le parecía vacía. No sabía cómo dirigirse a Dios. Un día decidió dejar sus ejercicios espirituales. “Un silencio oscuro, frío y mudo me rodeaba por todas partes. Rompí a llorar: Dios ya no quiere saber más de mí”. Gran angustia interior. Deseos de blasfemar. (P 19 a 21). Durante tres años soporta esos terribles asaltos del Demonio que intenta alejarla de Dios. Isabel logra salir adelante. Hay mucha gente que no logra vencer esa tentación y sucumbe. Termina poniendo a Dios a un lado. El Enemigo quiere conducir a todos los hombres al rechazo de Dios. Ese es su principal objetivo.
Si estudiamos los últimos siglos de la historia de la humanidad nos damos cuenta de que existen muchos movimientos y organizaciones que tiene por objetivo expulsar a Dios de la vida del ser humano. En ninguna otra época de la historia el ideal del hombre ha sido “vivir de manera absolutamente independiente de Dios”. Una cultura atea como la que ha sido promovida, primero por el comunismo y ahora por el mal entendido “estado laico”, es algo propio del siglo XX. Ya lo habían expresado los revolucionarios franceses: ni Dios ni amo.
Los seguidores del materialismo dialéctico (lo material sobre la conciencia y lo espiritual) quisieron llevarlo a la práctica y promovieron gobiernos que persiguieron por todos los medios la religión como opio del pueblo. Los ateos actuales están organizados para expulsar a Dios de todas partes: de la política, de la cultura, de la universidad, de la escuela, del ejército, de los hospitales, del mercado, de los negocios, de la familia, de la moral, del derecho, de los tribunales, etc. Si pudieran expulsarlo de la Creación se sentirían totalmente realizados.
Esto no es obra humana. Es obra diabólica. Solamente al demonio se le puede ocurrir semejante insensatez. Pero la verdad es que muchas personas caen en esa trampa y se han diseñado un mundo y una vida sin Dios. Pero, como dice el salmo, Dios se ríe de sus enemigos. Está en juego la salvación de las almas y Dios no va a permitir el triunfo de sus enemigos, porque eso significaría la condenación eterna de millones de personas débiles e ignorantes.
El camino que el mundo va siguiendo lo llevaría irremisiblemente a la autodestrucción si Dios no interviniese para salvarlo. El mensaje del Padre Eterno es lo opuesto al planteamiento de los ateos. Estos se han fabricado un Dios opresor del ser humano y nos quieren vender esa imagen repugnable, odiosa elaborada en los vericuetos de su miseria interior.
Cuando el Padre habla de Sí mismo nos revela una visión maravillosa de la divinidad. Los dos pequeños mensajes a Eugenia son un himno esplendoroso a un Dios que es puro amor y ternura por sus hijos. “¡Yo soy el Padre que os ama más de lo que ninguna otra criatura podrá nunca amaros! Refugiaos cerca, cerca de Mí, confiadme vuestros pensamientos y deseos. Yo os amaré tiernamente” (ER 25).
El programa del Padre consiste en estar presente en todos los ámbitos de la vida de sus hijos. “Quisiera establecerme en cada familia…Con mi paternal bondad os daré todo, como verdaderamente hago…siempre que todos sepan considerarme como un verdadero Padre viviente en medio de mis hijos…Deseo también que cada familia exponga a la vista de todos la imagen que más tarde haré conocer a mi hijita. Deseo que cada familia se ponga bajo mi protección, muy especial, para que puedan glorificarme más fácilmente. Allí, cada día, la familia me hará conocer sus necesidades, sus trabajos, sus penas sus sufrimientos, sus deseos y también sus alegrías, porque un Padre tiene que saber todo lo que se refiere a sus hijos” (ER 24-25).
Al leer estos textos nos referimos inmediatamente a los Santuarios Familiares que la Virgen pide en el Diario Espiritual: “Ella quiere que cada familia sea un santuario, un lugar maravilloso donde en unión con ustedes obre sus milagros en el fondo de los corazones. Pasando de corazón en corazón, pone en sus manos la Llama de Amor de su Corazón que por medio de sus oraciones, acompañadas de sacrificios, cegará a Satanás que quiere reinar en las familias” (p 213).
El gran trabajo del Movimiento de la Llama de Amor debe orientarse a convertir a todas las familias en Santuarios Familiares para que ese incendio se propague por el mundo a gran velocidad. El mensaje del Padre Eterno a Eugenia Ravasio y el Mensaje de la Llama de Amor a Isabel Kindelmann van de la mano. Esforcémonos por conocer ambos para que nuestro gran apostolado rinda todos los frutos que Dios espera de nosotros. Los Santuarios Familiares son el instrumento para que el Padre sea amado por toda la humanidad.