María Rosa Mística: Madre de toda la Iglesia y de la Humanidad

Otro punto de confluencia importantísimo entre la Llama de Amor y la Rosa Mística es la Maternidad Espiritual de María Santísima sobre toda la Iglesia y toda la humanidad. María es Madre de la Iglesia. Es Madre de toda la Humanidad. Antes de que el Concilio Vaticano II proclamase a María como Madre de la Iglesia, Nuestra Señora había revelado este Misterio a Pierina Gilli y a Isabel Kindelmann. 

En el Diario Espiritual de la Llama de Amor el título de Madre se va desplegando a través de sus páginas y aunque explícitamente María no es proclamada como Madre de la Iglesia, su maternidad espiritual se extiende a  toda la Humanidad. Ella es Madre espiritual de todos los pueblos y naciones (p 194). Cristo llama a María “Mi Madre querida” (p 44; 100), afirma  su íntima relación filial hacia María: “Yo y mi Madre” (p 139); hablando con Isabel le dice: “dirígete a nuestra Madre Celestial” (p 33), “refúgiate bajo el manto de nuestra Madre” (p 33), “busca a nuestra Madre” (p 95). 

Al ser Madre de Cristo, Cabeza de su Cuerpo Místico, María lo es de toda la Iglesia. La maternidad espiritual de María se encuentra presente en todas las páginas del Diario de Isabel Kindelmann. Jesús proclama a María como la Madre de las gracias (p 41), y desea que se la venere  en la tierra como se la venera en el Cielo; la Virgen se presenta como Madre bondadosa y comprensiva (p 43); es Madre de Misericordia y Madre Dolorosa (p155) que sufre actualmente por la pérdida de las almas, no sólo en el día de la pasión de su Santo Hijo. 

Ella es Madre espiritual de todos los seres humanos y lo proclama en la jaculatoria que nos da para cegar a Satanás: “Derrama el efecto de gracia sobre TODA LA HUMANIDAD”. Con este título comprendemos que Ella participa de una manera especialísima en el Misterio de la Redención, unida íntimamente a su Hijo Jesucristo. No que Ella sea la Redentora, sino que por designio divino, está íntimamente unida a los padecimientos redentores de su Hijo desde el momento del Fiat de la Encarnación. 

María no es como los “demás Santos”. Su condición de Madre de Dios la coloca en un puesto excepcional de santidad y le otorga un poder de intercesión único ante su Hijo. En el Diario Espiritual de Pierina Gilli es la misma Virgen María la pide ser nombrada “Rosa Mística Madre de la Iglesia”. “Yo soy la Madre de Jesús y a madre de todos Uds.”, dice la Virgen (p 106). La Rosa, la más bella de las flores y la preferida de la Santísima Virgen, representa al Cuerpo Místico de Cristo. El mensaje de Rosa Mística es doble: i)  a los consagrados a Dios en los Institutos de Vida Religiosa y Sacerdocio, ii) a la Iglesia total, Cuerpo Místico de Cristo. 

El mensaje de la Rosa Mística no es una iniciativa de la Virgen sino del mismo Jesucristo:
“¡Soy Jesús Nazareno, Hijo de Dios Trino! ¡He escogido Montichiari tierra predilecta para manifestar a Mi Madre María, la madre de todas las almas! ¡La Mediadora de la gracia y de mi misericordia! (P 231). María por su parte se presenta numerosas veces con el  título de su maternidad divina y espiritual: “Yo soy María Madre de la Iglesia. Por Ella (la Iglesia), por el Papa…por los Sacerdotes… por los hijos que la componen, vengo para pedir… oración…oración…oración… con el fin de que vuelva a los  corazones la  verdadera fe,  el verdadero amor al Señor…la caridad,…la caridad”  (p 365).  “Sí…Yo soy María…Rosa…Cuerpo Místico, Madre de la Iglesia… ¡Este es el Mensaje que desde hace años te ha sido manifestado pobre criatura! (p 380). 

Las palabras de María Rosa Mística son una fortísima llamada a la conversión dirigida a  toda la Iglesia, en especial a los religiosos y sacerdotes. María es el “Instrumento” escogido por Dios para otorgar las gracias necesarias a esa conversión. Por medio de Ella vendrá la conversión de la Iglesia, que es su hija.  Para lograr esas gracias es necesario que todos los miembros del Cuerpo de Cristo tomemos parte con nuestras oraciones, sacrificios y penitencias para reparar las numerosas ofensas contra el Señor.
“Es verdad que tantos hijos no oran más, no creen y ofenden gravemente al Señor…he aquí el grave peligro del ateísmo que avanza terriblemente y que está llevando al mundo a la ruina…son tiempos tan dolorosos y llenos de confusión para tantas almas en las que se ha apagado la luz del Señor” (p 399).
La Rosa Mística y la Llama de Amor expresan con claridad el Mensaje de Fátima. 

Son las dos caras de la misma medalla: ambas van juntas y son complementarias en la gran lucha de la Iglesia contra el opresor mundo de las tinieblas que busca destruir en los hombres la Fe en Dios. 

Los Diarios Espirituales de Pierina Gilli e Isabel Kindelmann son verdaderos tesoros que dan los elementos para que la Iglesia se renueve y recupere todo el esplendor de la verdadera Fe católica. Nos corresponde a nosotros estudiarlos y llevar sus enseñanzas a la práctica; sobre todo debemos darnos cuenta de que somos verdaderos hijos espirituales de María.

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