Los católicos vivimos una crisis de Fe en la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento
Los padres de familia han de ser los pastores y primeros directores espirituales de sus hijos. De la madre y del padre los pequeñitos aprenden las actitudes fundamentales hacia Dios. Por eso los papás han de ser como libros de piedad siempre abiertos que los niños puedan leer constantemente. La Palabra de Dios la deben leer los hijos en la conducta diaria de los padres. Debemos estudiar detenidamente el Diario Espiritual para ir entresacando de los párrafos y de las páginas aquellas lecciones que nos ayudarán a convertir el hogar en un verdadero Santuario Familiar. En este caso Isabel Kindelmann es como nuestro libro. Debemos estudiarla. Su conducta, sus actitudes, sus palabras. No para copiarla sino para inspirarnos en ella y poder adaptar a nuestras circunstancias aquellas enseñanzas que se acomodan a nuestras condiciones prácticas y al tiempo y cultura en que vivimos.
Isabel vivió en una época muy diferente a la nuestra. Sus circunstancias son otras, pero los deseos del Señor son los mismos. En la p 27, bajo el párrafo LA PRIMERA HORA SANTA nos encontramos con una lección de extraordinaria importancia para la familia católica: La adoración al Santo Sacramento. (Vertambién págs. 40, 75, 106, 107, 124, 194, 209, 212, 213, 286, 320.)
En comentarios anteriores decíamos que debemos organizar cuidadosamente la vida de piedad de nuestra familia de manera que los hijos vayan aprendiendo el culto que se le debe al Dios verdadero. Pues bien, uno de los elementos fundamentales en la piedad de un católico es rendir a Jesús Sacramentado el homenaje de la adoración.
Muchísimos bautizados no saben lo que es el Santísimo Sacramento. No tienen ni idea de que en medio de nosotros está Jesús vivo, presente, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad bajo las especies del pan consagrado. Piensan que la Hostia es un pedazo de pan; ¡no creen que Jesús está vivo! Basta ver cómo se comportan cuando llegan a la iglesia. Sin reverencia, sin respeto. Hablan, cuentan chistes, ríen, conversan de cosas anodinas, le dan la espalda. Los niños corren y juegan en torno al altar y los padres no los corrigen ni les enseñan que allí está Jesús y que es preciso adorarlo, reverenciarlo, respetarlo, amarlo.
Adorar al Santísimo Sacramento es dar a la Hostia la reverencia y el culto que le corresponde a Dios, porque la Fe Católica nos dice que Jesucristo es Dios verdadero y Hombre verdadero y se encuentra real y verdaderamente en las especies sacramentales del pan y del vino consagrados. Esa conciencia se está perdiendo cada vez más en el Pueblo de Dios.
En el Diario Espiritual de la Llama de Amor la Eucaristía ocupa un puesto central. Isabel (Kindelmann) adora a Jesús Sacramentado con el mayor respeto. Habla con Él de corazón a corazón. Le confía todas sus preocupaciones. Pasa las noches en la Parroquia con Él, en conversación amorosa. Descubre el grandioso poder de la adoración reparadora sobre los espíritus malignos.Para el Católico el centro de su vida es la Eucaristía. El que no cree en la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento no es católico. Es un hereje, un falso católico, un protestante.
La crisis que se vive en el catolicismo es simple y tristemente una crisis de Fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La Llama de Amor nos lleva directamente a renovar la familia en el amor a Jesús Sacramentado. En primer lugar a guardar el precepto de la asistencia dominical a la Misa; a comulgar frecuentemente y en gracia de Dios; a participar en las “horas santas” que en cada parroquia se celebran al menos los jueves. Los padres de familia son los primeros que deben llevar a sus hijos a adorar al Santísimo Sacramento, a hacer las tradicionales visitas personales y silenciosas de adoración al Santísimo. A descubrirse y hacer la seña de la cruz en signo de reverencia a Jesús sacramentado cuando se pasa frente a la iglesia. A hacer la genuflexión al pasar delante del sagrario.
El protestantismo de las sectas evangélicas está avanzando vertiginosamente en nuestros países porque se ha perdido la fe en la Presencia real de Jesús en la Hostia. Cuando ellos descubran que el capítulo 6 de San Juan es Verdad, se convertirán en masa y tendrán la felicidad de poder adorar y comer el cuerpo y beber la sangre de Cristo.
Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed. (Juan 6:35)
La familia que vive la Llama de Amor es como un bastión inexpugnable ante la arremetida diabólica contra los hogares. Tratemos pues padres de familia de organizar en las parroquias los actos de adoración al Santísimo Sacramento, de formar a nuestros hijos en la convicción firme de la Presencia real, en el amor a la comunión frecuente. Organizar en la casa la adoración reparadora y en la Parroquia la adoración perpetua.
“En todas las parroquias hay que organizar urgentemente las comunidades de adoración reparadora “ (p 320). De la adoración eucarística brotan todas las bendiciones. De la frialdad hacia la eucaristía brotan todas las desgracias en la vida familiar.