AYUDA A LAS ALMAS DEL PURGATORIO

En el Diario Espiritual tanto Jesús como la Virgen Santísima manifiestan en diversos pasajes un gran amor y preocupación por las almas del purgatorio. Jesús quiere que “cuanto antes puedan contemplar” su Rostro y para ello pide a Isabel que los lunes ayune a pan y agua por ellas. “Cada movimiento tuyo esté marcado con el deseo de querer ayudarlas y que ore intensamente por ellas una parte de la noche”. “Quien ayuna a pan y agua el lunes, librará cada vez un alma sacerdotal del lugar del sufrimiento”. Además, quien practica ese ayuno recibirá la gracia de ser liberado del lugar de las penas antes de los ocho días de su muerte. Eso mismo lo pide Nuestra Madre. Ella apelando a su Llama de Amor me obliga a esto” (DE44,108,120,195). 

Se trata de palabras muy importantes para todos. El purgatorio existe. Es un misterioso estado de purificación y sufrimiento. Jesús quiere que las almas puedan salir lo más pronto posible.

El purgatorio debe ser fruto de la misericordia del Padre Celestial. En mi experiencia de exorcista he tenido mucho contacto con las almas del purgatorio. Desde entonces oro constantemente por ellas. Las oigo hablar cuando oramos por las personas afectadas por entes maléficos. Hay personas a quienes el Señor les ha dado el carisma de ver y escuchar a las almas del purgatorio. Todo esto es muy misterioso. Yo no logro comprender muchas cosas. Mi interés es transmitirles a Uds. varias ideas que puedan ayudarles a mejorar su percepción sobre lo que está más allá de la muerte y sobre todo a AMAR GRANDEMENTE A LOS DIFUNTOS. 

A mi manera de ver hay que erradicar la creencia de que las almas cuando mueren “ya están gozando de Dios”. Se les hace su novenario de misas y “ya cumplimos”; al año otra misa, y eso es todo. Decimos que ya está en el cielo. Todo eso es falso. Cuántas veces oigo decir: “pobrecito, sufrió tanto antes de morir; ahora ya está descansando, contemplando a Dios.” No y No y No. Muy pocas almas van directamente al cielo. La inmensa mayoría entra en un estado de purificación propio que se caracteriza por grandes sufrimientos. Oscuridad, soledad, tristeza, dolor indecible. Y pasan largos años, muchos años en ese estado. Se sienten abandonados por los suyos. Dicen que los han olvidado. Piden oraciones, Misas, Rosarios, Viacrucis. 

Yo tengo una larga lista de difuntos que han dado su nombre, apellido, año en que murieron y han pedido que les perdone sus pecados. Todos se presentan llorando. Ellos solamente hablan lo que Dios les permite decir. Otra cosa que he descubierto es que las almas están muy cerca de nosotros y con frecuencia se “meten en nuestro cuerpo” o se quedan en la casa, con los suyos. Andamos las almas de nuestros parientes y también otras almas en nuestros cuerpos y nos hacen experimentar sus estados de ánimo y sus dolores. Están localizadas aunque a algunos esto pueda parecerles absurdo. Las personas que tienen el carisma de ver las almas me dicen: Hay un señor en su espalda, dice que se llama Fulano de tal, lo está abrazando. A otro alma la veo en su pecho, dice que necesita tres misas y un rosario. Mengana de tal está en su cabeza, etc. etc. Veo a un esposo difunto que tiene abrazada a su esposa por la espalda y sus brazos aprietan el pecho de ella. Yo conocí a ese anciano, lo asistí en el momento de morir, y le dije: fulano es bueno que te vayas hacia Jesús y dejes a tu mujer. Me respondió: Yo no me quiero ir. Yo quiero quedarme aquí con ella para protegerla. 

Tuve que emplear un largo razonamiento con él para ayudarlo a desprenderse de su mujer. Al irse me pidió que protegiera a su ancianita esposa. Dijo que estaba en el purgatorio por haber sido infiel. Y fue saliendo suavemente por la boca de la persona. Dios permite a estas almas manifestarse así para que oremos intensamente por ellas. Las almas del purgatorio son prioridad para la Iglesia. Deben ser prioridad para todos nosotros porque son nuestros parientes y necesitan de nuestra ayuda. El ayuno estricto, los sacrificios, las limosnas, las buenas obras, las oraciones y sobre todo las misas y comuniones ofrecidas por los difuntos les ayudan enormemente. Siempre piden misas. El protestantismo ha hecho un daño inmenso a las almas del purgatorio. Los pastores evangélicos enseñan que no hay purgatorio. 

Eso es un gravísimo error. Han echado a la basura las indulgencias, cuando éstas son un inmenso auxilio para los difuntos. Hay almas de pastores evangélicos que aparecen durante las oraciones de liberación y siempre lloran y pide perdón por haber enseñado errores. Jesús nos enseña el gran valor de la oración por los difuntos. Recordemos que esas almas por las que oramos nos ayudan. Ellas no pueden obtener nada para ellas mismas, pero sí pueden interceder por nosotros. En consecuencia debemos evitar hasta el más mínimo pecado para no manchar nuestras almas y no “ganar” purgatorio. Debemos hacer muchas obras de caridad para disminuir nuestro purgatorio. Aprovechemos para ganar el mayor número de indulgencias, parciales y plenarias.

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