Examen de conciencia familiar para la sanación y el combate espiritual

El proceso de liberación y sanación espiritual de la familia se inicia con el examen de conciencia. Entonces tomamos conciencia de que estamos siendo víctimas de un mundo espiritual que no conocíamos bien y que está empeñado en destruir nuestra felicidad temporal y eterna. De repente caemos en la cuenta de que muchas cosas que nos afectan “no son normales”. No tienen su origen en nosotros mismos, en nuestra voluntad. Comenzamos a captar que hay pensamientos, sentimientos, obsesiones e impulsos nefastos que nos arrastran a cosas que no queremos: al suicidio, a la depresión, a la tristeza, a la violencia, al odio, a la infidelidad, al rechazo a Dios y a los demás, a auto agredirnos, herirnos, destruirnos, etc. Caemos en la cuenta de que muchas cosas que nos afectan “no son normales” 

Comenzamos a inquietarnos porque en la familia se respira un clima inexplicable de discordia, pleitos, ofensas, malas palabras, insultos. Es imposible vivir en paz, en armonía. La familia se vuelve un pequeño infierno. Se siente rechazo al cónyuge, incapacidad para las relaciones íntimas, distanciamiento emocional, celos irracionales… La esposa o el esposo al que se amaba intensamente se convierte en poco tiempo en alguien extraño e indiferente. El marido ejemplar se enreda obsesivamente con una mujer que lo lleva a la ruina y no hay medio que pueda dejarla, por más que quiera. Hay algo más fuerte que lo arrastra. Los hijos entran en rebeldía contumaz contra los padres; entre hermanos se da odio, rivalidad y violencia inexplicables; jóvenes que antes eran modelos de vida cristiana de repente se abren inexplicablemente a los vicios; se rodean de amigos perversos, aprenden a beber alcohol, se vuelven adictos a estupefacientes, están como ciegos y sordos a los consejos de los padres. 

Dios a quien antes se amaba, se adoraba, se le agradecían sus bondades, es ahora rechazado, tirado a la basura. Para la Iglesia a la que se respetaba y escuchaba lo que ahora se siente es un gran desprecio y rechazo; la fe que se profesaba de niño ya no tiene sentido. Hay una ruina económica persistente; todo fracasa, todo negocio que se emprende termina en desastre; el dinero se hace agua. En la casa se mueven las cosas, se siente un clima extraño de opresión; se ven sombras que pasan; hay ruidos inexplicables; mientras dormimos sentimos que nos aprietan la garganta y no nos podemos mover como si alguien quisiera asfixiarnos; alguien se sienta en nuestra cama, a nuestro lado, nos tocan; algunas personas sienten que abusan sexualmente de ellas, otros se sienten observados y escuchan palabras ofensivas o que las invitan a suicidarse, etc.etc.etc. 

También hay otro fenómeno sobre el que debemos reflexionar. En la historia de una familia se pueden descubrir rasgos que se repiten de generación en generación: alcohólico el tatarabuelo, el abuelo, el hijo, el nieto, el bisnieto…; cadenas de divorcio, suicidio, violencia asesina, promiscuidad, homosexualidad, brujería, ruina, madresolterismo, incapacidad para contraer matrimonio, impiedad, aborto, enfermedades psíquicas, enfermedades físicas, …etc. etc. 

Todo esto puede ser explicado de manera “natural”, como producto de la cultura en la que se vive. Los psicólogos son muy hábiles para “explicar esto a partir de muchas teorías, igualmente los psiquiatras. No dudamos de que tengan mucha razón. Sin embargo hay que dejar abierta la puerta para encontrar una explicación complementaria: los espíritus malignos, de los que nos habla la Palabra de Dios, son capaces de intervenir también en la vida de los seres humanos y de sus familias para arrastrarlas a la infelicidad. No hay que ver siempre al Diablo en lo que nos sucede, pero hay que verlo cuando está presente. Por eso las ciencias humanas deben ir de la mano de los auxilios espirituales que Dios nos da para encontrar la explicación y la solución. 

En el campo que me corresponde, la sugerencia que doy a todos los que quieren caminar por la senda de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María, es que comiencen por analizar su vida personal tratando de descubrir las tendencias, las pasiones, los problemas internos, los pecados que los agobian; que juntos analicen a los miembros del hogar, los que conviven bajo un mismo techo, especialmente entre cónyuges; que estudien en la medida de lo posible los rasgos que de generación en generación se han ido transmitiendo a lo largo de la historia de la familia. Este examen de conciencia personal y familiar les va a ayudar en buena parte a tomar conciencia de la estrategia que los espíritus malignos están utilizando para destruir espiritualmente a la familia.
Cuando uno sabe dónde le aprieta el zapato está en mejores condiciones para enfrentar a los espíritus de la oscuridad con la Llama de Amor. 

La devoción al Inmaculado Corazón de María debe llevarnos a rechazar de nuestra vida todo lo que significa la “esclavitud” del mundo de las tinieblas. Lo más importante es tomar conciencia de los pecados que hemos cometido desde el principio de nuestra vida, descubrirlos como lo que son: verdadero rechazo a Dios, rebeldía contra el Creador y Señor de nuestras vidas. A partir de allí entrar en la actitud de profundo dolor y arrepentimiento. A partir de allí viene la sanación.

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