Isabel Kindelmann: profeta de esperanza (III)
Queridos hermanos, si Isabel Kindelmann es profeta porque trae de parte de Dios un mensaje para la Iglesia y la humanidad entera, es un PROFETA DE ESPERANZA. En estos últimos tiempos en los que ha entrado en el corazón de muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos un sentimiento de desánimo, desconcierto y miedo por el presente y futuro de la Iglesia, Isabel nos trae un mensaje de esperanza.
Nos parece estar oyendo los vibrantes oráculos de Isaías que habla al corazón de un Israel abatido por el infortunio y el desánimo. (Is. 40…). Dios no abandona a su pueblo. No es un futuro de ignominia el que nos espera, muy al contrario, es un Nuevo Pentecostés, el que aguarda a la Iglesia. Así como Israel tuvo que ser purificado de sus pecados, este tiempo que estamos viviendo con sus dolores de parto, presagia un tiempo de gracia como nunca se ha visto antes.
Nuestro Señor Jesucristo dice (fragmentos tomados del Diario Espiritual de la Llama de Amor): “Te escojo a ti, hijita mía, para que seas portadora de Mi Misericordia. Llénate a ti misma de la abundancia de Mi divina Misericordia y cuando abras tu boca para hablar, anuncia la Misericordia de Mi Corazón que casi se quema por el deseo que tiene de los pecadores. Que toda tu vida sea un sólo anhelo por medio de la oración, el sacrificio y el deseo de participar en Mi obra salvadora” (p 57).
“Despierten en sus almas la confianza hacia Mí. Lo que más me duele es que no confíen en Mí. …Pide a mis hijos que despierten valor en sus almas. Diles cuán querido es para Mí el que lucha. Que las almas no abandonen la lucha, porque la lucha ininterrumpida aumenta en ustedes mis gracias” (p 57).
“¡Confía hijita mía! Los proyectos de Dios nadie los puede desbaratar” (p 88).
“¡No se queden pasivos frente a mi causa santa! A través de los pocos, los pequeños y los humildes debe comenzar esta efusión grande de gracias que conmoverá al mundo…todos ustedes son mis pequeños instrumentos” (p 203-204).
“Vamos a apagar fuego con fuego”. “Yo haré en unión con ustedes un milagro que los sabios del mundo en vano intentarán hacer esto; nunca estará al alcance de ellos. Sí, hijita mía, apagaremos fuego con fuego: ¡El fuego del odio con el fuego del Amor! El fuego del odio de Satanás lanza sus llamas tan alto que cree que su victoria ya es segura, pero mi Llama de Amor cegará a Satanás. Esta Llama de Amor entregué en tus manos y pronto llegará a su destino y las Llamas que brotan de mi Amor apagan el fuego del infierno. Mi Llama de Amor con una claridad inimaginable y con un calor saludable, inundará a redondez de la tierra. Hijita Mía, para eso necesito Yo el sacrificio, tu sacrificio, el sacrificio de ustedes para que las mentes y corazones en los que arde el odio infernal, reciban la mansa luz de mi Llama de Amor”. “Formen, pues, una fila estrechamente apretada porque la fuerza del sacrificio y de la oración quebranta la llama del odio infernal. Los malignos se reducirán cada vez más, su llama que arde de odio se apagará y el resplandor de mi Llama de Amor llenará todas las regiones de la tierra” (p 266).
“Les doy fuerzas para seguir adelante. Mi causa a pesar de muchísimas impugnaciones y estorbos mal intencionados se realizará. Los sufrimientos que mandaré sobre ti: dolores corporales, tormentos espirituales, excesiva sequedad en tu alma, acéptalos pues a cambio, estarás protegida de todo pecado. …Hacemos que tus faltas y miserias sirvan para el bien de tu alma. …”(p 87).
El triunfo de la Llama de Amor es ante todo la conversión de los corazones: la salvación de las almas. En los mensajes todo gira no en torno a la paz externa de las naciones y de los pueblos, sino a la paz del corazón de cada ser humano: el Reino de Dios. Allí está el sentido de los sufrimientos que trae consigo la gracia de la Llama de Amor. “Y tu hija mía, con todas la fuerzas y sacrificios de tu vida, anhela sin cesar la llegada de Mi Reino; que la Llama de amor de mi querida Madre se inflame y se propague por las chispas de Amor” (p 46).
Es un tiempo de lucha y por lo tanto de sufrimiento, pero con la certeza de la victoria.
Satanás tiene que ser derrotado en cada corazón humano, en cada familia y debe reinar el Corazón de Jesús. “El quedarse ciego Satanás, significa el triunfo mundial de Mi Divino Corazón, la liberación de las almas y que el camino se abrirá en toda su plenitud” (p 262). Ese gran milagro que va a hacer la Virgen María que los sabios del mundo no comprenderán será la conversión masiva de los corazones a nivel mundial. Ese es el gran milagro que inundará con fuerza la tierra. Ese será el Nuevo Pentecostés. ¿Será posible?
Todo mundo pensaba que el muro de Berlín y la disolución del comunismo en Rusia eran imposibles sin gran derramamiento de sangre. No se disparó un tiro, no se vertió la sangre. Un Milagro de la Virgen María que ha sorprendido a todo mundo. Pero muchísima gente oró y se sacrificó para ello. El Nuevo Pentecostés de la Llama de Amor que esperamos será el fruto de muchísimas almas entregadas en oblación, como Isabel Kindelmann. (cfr. p 268).
El gran milagro que María hará.