Objetivos de la Llama de Amor

¿Cuáles son los objetivos que tiene la Virgen María al darnos la gracia de la Llama de Amor?

En primer lugar proteger en nosotros el estado de GRACIA SANTIFICANTE. Por la Fe y el Bautismo somos transformados en hijos de Dios. Recibimos la vida divina. Hay una total transformación en nuestra alma: de la oscuridad del pecado a la luz de la Gracia, de la esclavitud de Satanás a la Libertad de Jesucristo, de la muerte del alma a la Vida Divina. El empeño fundamental de Satanás es hacernos regresar a su esclavitud. Las tinieblas lucharán todo el tiempo contra la Luz para arrastrarnos otra vez a la muerte y a la oscuridad envolviendo nuestras vidas en la amargura que proviene del pecado (Cfr San Juan 1). El cristiano debe estar consciente de esta estrategia de Satanás. Si nos apartamos de la voluntad de Dios caemos en el pecado mortal, perdemos la Gracia Santificante y en nuestra alma muere la Vida Divina. Volvemos a la muerte eterna a la que estábamos destinados como consecuencia del pecado original. Nos hacemos dignos de ir al infierno. La tentación en sus diversas formas nos asedia sin cesar. El cristiano siempre ha tenido a su disposición los instrumentos tradicionales para hacerle frente. Sin embargo los ataques contra nuestra salvación han arreciado en estos últimos tiempos de manera inconmensurable. Hoy infinidad de cristianos viven en situación permanente de pecado mortal, oponiéndose de manera consciente a la voluntad de Dios, y no dan importancia a este desastre espiritual. La Virgen María nos obtiene para estos últimos tiempos la gracia de la Llama de Amor con el fin de ayudarnos a preservar el ESTADO DE GRACIA SANTIFICANTE.

El “efecto de gracia” que produce en nosotros la Llama de Amor es el arma que necesitamos hoy porque los ataques satánicos han sobrepasado toda medida y millones de personas que prácticamente han perdido la Fe están en grave peligro de condenación eterna. En segundo lugar la Llama de Amor nos es dada para restaurar a la Familia en la GRACIA SANTIFICANTE. Jesús y María enseñan el camino que se debe seguir para obtener la renovación espiritual de los hogares católicos. Los esposos y padres que ponen en práctica las enseñanzas del Diario recuperan el sentido cristiano de su familia. Hoy infinidad de familias viven también en pecado mortal (ateísmo, incredulidad, rechazo a Dios, uso de anticonceptivos, aborto, homosexualidad, divorcio, adulterio, idolatría del placer, del dinero, del poder, etc.) y no captan la gravedad de su estado. No es suficiente que la Llama de Amor se viva de manera individual. Es indispensable que se viva “en familia” y por todos los miembros. En tercer lugar la Madre de Cristo nos lleva a recuperar algo que muchos cristianos han perdido de vista: el combate espiritual permanente contra el Demonio y sus huestes que están destruyendo a las familias y a la Iglesia. Este combate consiste en primer lugar en el sometimiento amoroso de los individuos y de las familias enteras a la Voluntad de Dios. En cuanto lugar, nos impulsa a un urgentísimo apostolado: transmitir esa Llama de Amor a otras familias. Así se encenderá el reguero de fuego que la Virgen ha profetizado y que terminará con el reino de Satanás sobre el mundo entero.

El punto de partida para que la Iglesia salga de la crisis demoledora que la está destruyendo es la renovación espiritual de la familia y del clero. Hay una gran indolencia y derrotismo ante el gigantesco abandono de la Fe, como si no hubiera solución y la batalla estuviese perdida. No reaccionaremos con energía si no comprendemos que la causa eficiente de estos males es la solapada acción diabólica actuando a nivel personal, familiar y social. Este discernimiento trascendental nos lo da la Virgen María en el Diario Espiritual y en otras de sus intervenciones. Estamos desorientados ante la situación actual porque ignoramos casi por completo cómo actúa Satanás. Hay una ceguera funcional en el clero y en consecuencia una pasividad pastoral que se limita a la predicación de la Palabra de Dios y deja de lado la Pastoral de liberación. Jesús no solamente predicó la Palabra de Dios, sino que al mismo tiempo sanó las enfermedades del cuerpo y liberó las almas de la acción diabólica. La Llama de Amor es algo así como el agudo alarido de una sirena que rasga el tranquilo sopor en que vegetamos anunciando el peligro inminente. ¡Tenemos al enemigo en casa y no nos damos cuenta! ¡Nos está destruyendo y estamos tan resignados a la derrota que una victoria nos parece imposible! Cantidad de fieles tienen cáncer y les damos una aspirina pensando que no hay remedio para el problema. Sin embargo la voz de la Virgen María se alza como un potentísimo llamado que nos despierta y reúne para el combate victorioso. Es necesario “cegar a Satanás” para que su aparente reino caiga hecho pedazos y se establezca en los corazones el Reino de Jesús. Esta derrota satánica tendrá lugar cuando los fieles católicos y sus familias enteras asuman el combate contra sus propios demonios con la Llama de Amor.

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