ESTABLECER EL REINO DE DIOS EN LA FAMILIA CON LA AYUDA DE LA LLAMA DE AMOR
B) Dios es un Dios de orden. En el orden está la armonía y la paz. Todo en la obra de Dios está ordenado a su gloria. Todo se mueve armoniosamente: el universo con sus galaxias, planetas, estrellas. La tierra y lo que en ella se contiene sigue un orden establecido por el Creador. Antes del pecado original el hombre en el Plan de Dios era en sí mismo un ser ordenado, equilibrado. Guardaba el dominio de sus potencias y facultades. Estaba en paz interior y exterior con el mundo. El pecado original vino a romper el equilibrio interior de sus facultades y el equilibrio exterior de sus relaciones con los demás y con el universo. Antes de que el hombre se rebelara contra Dios se dio la rebelión de los ángeles contra su Creador. El pecado original significa que el hombre se dejó seducir por el Príncipe de los ángeles rebeldes y rechazó a su Creador.
El desorden en la Obra de Dios viene del desorden de los ángeles caídos y de la colaboración de los hombres a la rebelión satánica contra el Creador. Cuando hablamos de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús (y de María) sea de la persona individual, de la familia o de las instituciones, estamos hablando de volver al Orden inicial del Creador. La gracia de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María es un auxilio de inestimable valor que Dios Creador y Padre nos da a sus hijos para que podamos enfrentarnos de manera victoriosa al desorden impulsado por los “espíritus malignos”. Dios ha respetado y seguirá respetando nuestra libertad. Él no nos fuerza a que colaboremos en su Plan Eterno de la Creación. Nos invita a que tomemos parte en su Reino. Depende de nosotros que acojamos el designio divino de la Creación o que, como Adán y Eva, nos sometamos al Príncipe de este mundo y seamos sus esclavos. Jesús, el Hijo de Dios, es el que vence a Satanás y restablece el Orden de la Creación al redimirnos. Cuando consagramos nuestra vida al seguimiento de Jesús estamos entrando en el Plan de Dios nuestro Creador y Padre amoroso. Lo más importante para cada ser humano es “acoger a Jesucristo” ya que solamente en Cristo se puede encontrar la salvación, es decir la victoria contra el desorden instituido e impulsado por el llamado “mundo de las tinieblas”. La Llama de Amor es mi Hijo Jesucristo, nos dice la Virgen María. Cuando acogemos esta gracia estamos acogiendo al mismo Cristo. ¿Y que hace Jesucristo? Viene a destruir las obras de Satanás (1Jn.3,8) )en la persona individual, en la familia y en todas las instituciones humanas. Jesús nos habla de una lucha contra el Príncipe de este mundo que termina en la derrota del reino de Satanás, la Serpiente Antigua (Ap.12).
La gracia de la Llama de Amor es pues un “nuevo y excepcional instrumento” que Dios nos da para derrotar al Demonio en nuestra propia persona, en la familia y en las instituciones humanas. La finalidad de la Llama de Amor es la del Evangelio: establecer el Reino de Dios. “El Reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan”. En el Diario Espiritual descubrimos las pistas para organizar en nuestras familias ese combate espiritual del que nos habla San Pablo. ¿Qué nos proponen Jesús y la Virgen María a través de la vida y del Diario de Isabel Kindelmann? En primer lugar que tomemos la decisión de unirnos al Inmaculado Corazón de María en su lucha contra Satanás y que vayamos estableciendo en el interior de nuestras familias las condiciones para que Jesucristo su Hijo reine en nuestros hogares. Se trata de transformar nuestros hogares en verdaderas familias cristianas que “sigan a Jesucristo” al ciento por ciento. Esto implica un combate implacable contra las legiones de espíritus malignos que al mando de Satanás buscan por todos los medios destruir la Obra de Dios.
Cada bautizado debe comprenderse a sí mismo como un soldado al servicio de la salvación de toda la humanidad. Cada familia católica está llamada a asumir la gran responsabilidad de la salvación propia, la de sus vecinos y la de “toda la humanidad”, como lo pide la jaculatoria. Desde esta óptica las enseñanzas y las exigencias de la Llama de Amor cobran sentido. Debemos entrar obligatoriamente en lucha contra el Príncipe de este mundo si queremos salvar nuestras almas. El Demonio no descansa. Solamente enfrentándolo con la fuerza de Cristo podemos vencerlo. Aquel que no lucha contra Satanás queda irremediablemente vencido y esclavizado en esta vida y condenado a la eterna oscuridad en la eternidad. La Llama de Amor es la gran esperanza que la Virgen da al mundo moderno como la última tabla de salvación