EL MÁS GRANDE, IMPORTANTE Y MÁS URGENTE APOSTOLADO HOY PARA LOS CATÓLICOS ES RECUPERAR LA IDENTIDAD DE LA FAMILIA CATÓLICA.

Actualmente no existe en la Iglesia ningún apostolado de mayor trascendencia que la evangelización de la familia católica. El primer objetivo de Satanás es destruirla desde el interior y desde el exterior. Desde el interior atando a los bautizados con las diversas cadenas que los demonios utilizan; desde el exterior fabricando políticas gubernamentales que atacan directamente a la concepción cristiana de la familia y creando situaciones económicas en las que los padres de familia son esclavizados por el trabajo excesivo en favor del Dios-Estado para que descuiden sus hogares. Esto parece simplismo, pero es la realidad profunda. Es pues un doble combate el que los católicos debemos llevar adelante: la recuperación de la libertad interior de los corazones en el ámbito del propio hogar; la recuperación de la influencia política de los cristianos en el mundo moderno. 

El combate es a muerte. La intención de Satanás es destruir la identidad (cristiana) bíblica de la familia para que no sea sal de la tierra ni luz del mundo; construir un ambiente tan deletéreo al exterior que las familias no puedan tener las condiciones sociales y económicas que les permitan vivir en paz su identidad cristiana. El proceso de ateización, de laicización de la sociedad tiene por objetivo final impedir que la Iglesia pueda tener influencia en la conformación de la política de los gobiernos. Las calumnias contra la Iglesia en este terreno son infinitas. El único objetivo de esas calumnias es neutralizar el mensaje del Evangelio para que los seres humanos no conozcan la Verdad de Jesucristo sobre el hombre. Callada la Iglesia nadie podrá influir sobre las conciencias para iluminarlas sobre el bien y el mal. Lo tremendo es que infinidad de bautizados están desorientados y se convierten en activistas de las ideologías que promueven la destrucción de la familia. Millones de mujeres bautizadas, jóvenes y adultas están luchando por el aborto con argumentos que no tienen nada que ver con el Evangelio. 

Están promoviendo en nombre de la libertad y de los derechos humanos aberraciones que son condenadas explícitamente por las Sagradas Escrituras.Infinidad de políticos bautizados promueven en todos los gobiernos programas y proyectos totalmente injustos y destructores de la dignidad humana. Son bautizados pero no tienen conciencia de lo que están haciendo ni tienen el coraje de rebelarse contra un orden injusto. La razón última es porque están atados y cegados por el príncipe de este mundo. Desde niños no se les enseñó a discernir la acción diabólica ni se les enseñó a combatir al Demonio de manera exitosa. La familia es la escuela de la iglesia. Allí los niños aprenden a creer en el Dios verdadero, a amarlo, a respetarlo, a someterse amorosamente a su santa Ley; aprenden a combatir el pecado, a cargar la Cruz y a vencer a Satanás con las armas que Dios nos da. Si millones de niños, adolescentes y jóvenes aprendiesen esta responsabilidad cristiana formarían en una generación millones de familias católicas ardientes en la expansión de la Fe. Sería una progresión más que geométrica. ¡El reguero de pólvora del que habla la Virgen! Pero se necesita que los padres de familia asuman desde este momento esa gran responsabilidad de desestructurar en sus propias familias la obra de Satanás para reestructurar sus hogares en función del Reinado de Jesucristo. Los católicos debemos abandonar el complejo de inferioridad política que las ideologías han tratado de endilgarnos para mantenernos pasivos y atados en la responsabilidad social. Familias católicas producen una sociedad católica. Otra vez: no estamos promoviendo una política barata de triunfalismo trasnochado de cristiandad. La palabra católica no significa sectario sino significa el plan de Dios sobre la familia y el mundo. 

Lo católico es el plan de Dios para toda la humanidad. Son los valores de la catolicidad entre los que prima la caridad. Todo esto es el grandioso combate entre la luz y las tinieblas que inexorablemente se ha de dar, ya que hemos sido enviados como corderos en medio de lobos. Esta es la condición martirial de los cristianos y especialmente de lglesia de Jesucristo. Toda esta lucha reposa en primer lugar en los padres de familia. Es a ellos a quienes corresponde estructurar en el interior de sus hogares las condiciones para que se vaya realizado este proceso de liberación de sus familias y de la sociedad. El Reinado de Jesucristo en los hogares comienza por la conversión de los esposos para que asuman la santidad correspondiente a su condición de casados por el Sacramento. Sin sacramento no hay verdadera familia católica. No hay gracia de Dios. 

Esta es la primera dificultad para innumerables “sedicientes católicos” que quieren ser católicos a su manera. Quieren formar una familia según sus propios parámetros, intereses y convicciones erróneas. No tienen la gracia de Dios, no pueden transmitir la gracia a sus hijos, y el ciclo de autodestrucción de lo católico se potencia. La Llama de Amor nos pide pues como primer paso para renovar la familia: estructurarla en la vida sacramental. De allí viene todo porque de allí viene la Gracia y el Reinado de Cristo en el hogar. El Diario Espiritual nos presenta un itinerario para construir familias según el Corazón de Dios y la Llama de Amor es el instrumento que nos permitirá lograrlo.

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